“En esta pandemia, como ocurre siempre, detrás de la cuestión sanitaria hay problemas sociales, y el conocer muy de cerca dónde residen en nuestra ciudad los colectivos más vulnerables te da un mayor criterio a la hora de sugerir hacia dónde intensificar los esfuerzos de rastreo de contactos o de movilización de recursos para garantizar que se puedan cumplir los aislamientos o las cuarentenas”. La exconselleira de Sanidade Pilar Farjas Abadía está doblemente implicada en la lucha contra el COVID. Como especialista en Medicina Preventiva forma parte del comité clínico que asesora a la Xunta sobre las medidas a tomar para contener la propagación del coronavirus; y como directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, trabaja a pie de calle para atender las necesidades de las familias coruñesas más golpeadas por la crisis económica derivada de la emergencia sanitaria. Las otras víctimas de la pandemia.

¿Qué ha supuesto compaginar estos meses su labor en la dirección de Cáritas con el trabajo en el comité clínico? ¿La visión de la pandemia cambia según el frente desde donde se mire?

A nivel profesional, me parece un privilegio formar parte del comité clínico. No por el hecho de tener que afrontar una pandemia, sino porque el grupo de especialistas que integran ese órgano asesor son valiosísimos. Trabajar en el entorno sanitario con profesionales tan cualificados da un peso de seguridad reseñable. Sí es verdad que yo he podido tener esa doble visión, y sé que mis aportaciones en cuanto a observaciones desde la perspectiva social han sido tenidas muy en cuenta, tanto en todo el programa de seguimiento de mayores en residencias, como a la hora de trasladar la necesidad de reabrir los centros de día cuando se habían cerrado, donde fuimos pioneros. Conocer las problemáticas sociales que hay detrás de la cuestión sanitaria te da una visión más amplia y realista de la pandemia. Porque hay otro componente, y es que en todos los brotes registrados, siempre nos hemos encontrado colectivos sociales en situaciones más complejas con los que había que actuar.

¿A qué se refiere?

A que hemos detectado entornos a los es más difícil acceder para realizar los rastreos de los contactos y familias con serias dificultades para poder cumplir los aislamientos y las cuarentenas. Las medidas sanitarias no pueden ser ajenas a la adopción de otras de tipo social. No se trata solo de lo que yo veo desde mi casa. Por ejemplo, hay ciudadanos que trabajan sin contratos o en empleos sumergidos, y urge buscar soluciones u ofrecerles algún tipo de alternativa porque si no no van a dar la información para los rastreos porque pueden perder su empleo. Trabajar en Cáritas, mano a mano con el Ayuntamiento y con entidades como Padre Rubinos, Ecos do Sur, Cruz Roja o Renacer, te permite conocer más de cerca la realidad social de A Coruña y saber a qué necesidades hay que dar respuesta en este contexto.

¿Cómo han afrontado desde Cáritas Interparroquial de A Coruña los últimos meses?

Nuestra labor se ha tenido que ir adaptando este año a las situaciones de emergencia social que íbamos detectando. La gran diferencia de la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 con respecto a anteriores periodos de recesión económica, como el del año 2007, es que fue más abrupta. Lo vimos desde el primer día. A la desazón o la angustia de no tener recursos se sumaban el miedo y la incertidumbre de no saber qué iba a pasar.

¿Cuál fue el impacto de la primera ola de la pandemia?

Entre los meses de marzo y junio, aumentó un 30% el número de familias atendidas por Cáritas en la ciudad de A Coruña, que son una media de entre 5.000 y 5.500 cada año, y se multiplicó por tres el volumen económico de las ayudas que prestamos. Principalmente, para alimentación y productos de higiene.

¿Y a partir de ahí?

Las familias que entraron en situación de exclusión o de emergencia social continúan ahí, porque no ha habido una apertura de la actividad económica. Se ha recuperado algo, pero no lo suficiente, sobre todo en hostelería y cuidado de mayores y niños, que son dos de los sectores donde más se emplean las familias que nosotros atendemos. Además, finalizaron las moratorias de luz y gas, lo que ha desencadenado un aumento de la demanda de ayudas de emergencia para el pago de estos suministros básicos.

¿Cuál es la situación actual?

En el economato, por ejemplo, atendíamos a una media de entre 400 y 500 familias cada mes, y este año hubo meses en los que llegamos a 800. En total, son más de 2.000 las familias coruñesas que acuden a este servicio, y hemos entregado más de 150.000 kilos de productos.

¿Ha variado el perfil de las familias que demandan la ayuda de Cáritas en A Coruña?

Desde hace ya unos años, seis de cada diez familias atendidas por Cáritas en nuestra ciudad están formadas por parejas jóvenes de inmigrantes con hijos, y con un proceso de integración bastante rápido, al contar los padres con una buena cualificación profesional en sus países de origen. Este perfil de familia es uno de los que más está recurriendo a nuestra entidad desde el inicio de la crisis provocada por la pandemia. También nos están demandando ayuda muchas parejas jóvenes, coruñesas, que estaban empezando a remontar, con trabajos temporales o sumergidos en la mayoría de los casos y que, de un día para otro, se encontraron sin ingresos. No estamos hablando de los colectivos que tradicionalmente se asocian a las exclusión social, sino de población bien integrada, familias jóvenes que empezaban a organizar su vida y que de un día para otro se quedaron sin trabajo y sin ninguna posibilidad de acceder a las prestaciones oficiales.

¿Junto con las ayudas de emergencia, que se dispararon, a qué otros servicios de Cáritas ha afectado la crisis sanitaria?

Durante estos meses, se frenó la actividad de nuestro Centro Violetas de inserción laboral, y hemos tenido enormes problemas para llevar a cabo las prácticas formativas, sobre todo en el sector sociosanitario, por las restricciones que se impusieron en las residencias. De hecho, nos autorizaron para realizar las prácticas de los cursos de esa rama en nuestro centro de día, que en un primer momento cerró por la pandemia, sin usuarios. Han sido unos meses de trabajo enorme, en los que tuvimos que reinventar muchos de nuestros servicios y, al mismo tiempo, buscar soluciones para mantener la actividad en los economatos.

¿Cómo lo hicieron?

Hemos tenido la suerte de contar con una gran afluencia de voluntarios (entre 60 y 70 nuevas incorporaciones) durante todo este tiempo. Gente joven y muy proactiva, cuya generosidad nos ha permitido mantener los economatos a pleno rendimiento, así como otros programa sociales, como el de formación para menores. También aumentaron de forma significativa los donativos, sobre todo entre mayo y junio. Y confiamos en que suceda lo mismo en la actual campaña de Navidad, la más importante del año.

El de acompañamiento a mayores es otro de los programas más necesarios en el contexto actual...

Así es. Durante el confinamiento, solo pudimos realizar seguimiento telefónico y algún acompañamiento al médico. Gracias a un convenio con el Sergas, los centros de salud saben que estamos ahí y acuden a nosotros cuando detectan que algún mayor ha faltado a alguna consulta. Pero hace un tiempo que recuperamos ya las visitas presenciales. En la actualidad, hay entre 35 y 50 mayores en seguimiento. Buscamos soluciones a las problemáticas que detectamos, y movilizamos los recursos más necesarios en cada caso.

Hace apenas una semana, Cáritas y la Fundación Barrié firmaron un convenio para ayudar a 20.000 familias gallegas con dificultades para pagar el alquiler o los recibos de suministros. ¿Son los problemas de vivienda el principal factor de exclusión social en nuestra comunidad?

Sin duda. Desde Cáritas llevamos años insistiendo en que es necesario afrontar el problema de la vivienda desde todas las perspectivas, y en esa línea va el convenio que se acaba de firmar con la Fundación Barrié. En A Coruña, nuestra entidad tiene cuatro viviendas de inserción social, y estamos trabajando para poder aumentar ese servicio, dirigido a familias con hijos a las que no solo les cedemos una casa, sino que cubrimos todas sus necesidades y trabajamos con ellos para ayudarles a encontrar un empleo. También destinamos una partida importante de recursos económicos a ayudar a pagar facturas de suministros básicos, y desarrollamos un programa de rehabilitación de viviendas, que iniciamos hace tres años con la colaboración de Naturgy al detectar que un porcentaje importante de población reside en inmuebles en propiedad pero en muy malas condiciones, y carecen de recursos para adecuarlos para poder vivir en una condiciones dignas. Rehabilitamos entre cuatro y seis viviendas al año, con una inversión de hasta 6.000 euros por cada una de ellas, y realizamos un seguimiento posterior con las familias para garantizar el mantenimiento y el uso adecuado de las instalaciones.

“Hay que pensar en una Navidad de grupos familiares burbuja”

“Prudencia” es la palabra que más repite la exconselleira de Sanidade Pilar Farjas cuando se le pregunta sobre cómo deben plantearse las fechas navideñas, que están ya a la vuelta de la esquina, en el actual contexto de pandemia. “El uso de la mascarilla es fundamental. Cuando transmitimos el SARS-CoV-2 es cuando nos quitamos la mascarilla, es decir, al comer, al beber y en los entornos de confianza, donde nos relajamos y bajamos la guardia”, advierte la especialista en Medicina Preventiva, quien hace especial hincapié en que las navidades de este año tienen que ser “unas fiestas de entornos estables y grupos familiares burbuja”. “No nos podemos estar juntando con unos y con otros. Toca hacer un planteamiento más prudente”, subraya. Farjas insiste en que “no podemos tirar por tierra todo el esfuerzo realizado hasta ahora”. “Parece que se empieza a ver la luz, y que en pocos meses se podría estar administrando ya la vacuna contra el COVID en España. Cuando eso suceda, tendremos un cierto margen de maniobra para poder respirar, y lo veremos. Pero nos queda la prueba de fuego de la Navidad, que además llega en un momento climatológico muy complejo, por el frío y la consiguiente necesidad de estar en espacios cerrados”, recalca.