Eslovaquia ha entrado en un confinamiento de tres semanas, con duras restricciones de movimiento y con todo el comercio no esencial cerrado, ante el aumento de los casos y después de que haya fracasado la estrategia de test a toda la población. La policía vigilará que no haya concentraciones de personas en la calle y podrá imponer multas de hasta 1.000 euros.