Dulce Seoane, de 83 años recién cumplidos, siempre dejaba unos días la residencia en la que vive para pasar las Navidades con sus dos hijos, su nieto y su bisnieto, pero este año tuvo claro desde un principio que no saldría del centro Torrente Ballester de A Coruña, donde asegura está su “segunda familia”. “Por precaución y porque es lo correcto tanto para ellos como para mí este año no participaré de las reuniones familiares”, explica Dulce, quien reconoce que “ sí hay cierta sensación de la carencia de rutinas de otros años que no se van a hacer” pero tiene claro que “tiene que ser así” y pide que nadie se lleve a error porque no se trata de ningún tipo de “abandono” por parte de su familia. “Hablamos por teléfono continuamente, a veces, incluso tres o cuatro veces al día”, indica esta coruñesa.

Dulce se caracteriza por su optimismo — “hay que ser positivos creo que todo va a salir bien”, señala— y por su responsabilidad con las medidas de seguridad y las restricciones a las que obliga la pandemia. “Las personas tienen que se muy conscientes de lo que hay que hacer para salir de este bache, pero siempre hay quien no lo entiende e incumple las normas”, lamenta esta octogenaria que reconoce no haber tenido “miedo” durante estos meses pero sí haberlos vivido “con precaución”. Por ello tiene claro que hay que ser conscientes de qué cosas “hay que evitar”. Más allá de renunciar a pasar las fiestas en casa, también ha aconsejado a sus hijos que limiten las visitas. “Les he pedido que no vengan, que disfruten ellos de las fiestas y cuando se pare esta situación ya habrá tiempo para todo”, sostiene.

Esta coruñesa que trabajó como gerente de recursos humanos y pedagoga lleva una vida plenamente activa en la residencia coruñesa Torrente Ballester en la que vive todo el año. “Me gusta colaborar con administración o la asistente social. Me hace sentirme bien y activa”, indica Dulce, quien reconoce que los trabajadores del centro son como “mi segunda familia” y solo tiene palabras de agradecimiento para ellos. “Nos tratan con suavidad al ser personas vulnerables, con cariño, notas que te quieren pero a la vez hay cierta firmeza para que se respeten las normas”, indica.