Estamos claramente ante el inicio de la tercera ola de la pandemia de SARS-CoV-2, cuando todavía no se había rebajado lo suficiente la segunda, pues aún teníamos a un número significativo de enfermos con COVID ingresados en el Hospital Universitario, tanto en planta como en UCI. Una tercera ola que, además, nos parece que va a ser muy intensa. Estas dos circunstancias nos tienen muy preocupados”, reconoce Antón Fernández, director de Procesos Asistenciales, al hacer un diagnóstico sobre la situación de la pandemia en el área sanitaria de A Coruña y Cee. “El periodo máximo de incubación del SARS-CoV-2 oscila entre 10 y 14 días. Por tanto, los positivos que estamos viendo ahora surgen de relaciones, contactos y transmisiones que se produjeron en ese intervalo, y eso nos mete directamente en Nochebuena y Navidad. Pero es que después vinieron Nochevieja y Año Nuevo, y ahora Reyes”, advierte el doctor Fernández, quien insiste en que el “mejor regalo” que nos podemos hacer un día como hoy es “no transmitir a nadie la infección”. “Hay que tener un cuidado extremo para intentar minimizar el impacto de los contagios que ya se habrán producido en muchos casos”, subraya.

El panorama actual difiere del de marzo, cuando la capacidad diagnóstica era muy limitada y el SARS-CoV-2 un completo desconocido. ¿Cuál es ahora el reto?

Desde el inicio de la pandemia, nuestro objetivo es correr más que el virus, por eso llevamos semanas preparándonos a nivel hospitalario para disponer de los recursos necesarios para poder atender a todos los pacientes que requieran ingreso. En la primera ola no teníamos la capacidad diagnóstica actual, que nos permite detectar antes los positivos y llegar también a un mayor número de personas infectadas. Hoy en día, tenemos un porcentaje muy elevado de contagios diagnosticados mediante pruebas PCR. Esto es muy positivo, pues nos permite conocer mejor cómo está evolucionando la ola y predecir qué puede pasar. La parte negativa de la actual situación es que creemos que la transmisión del virus durante las celebraciones navideñas ha sido importante. Se está incrementando claramente la incidencia de nuevos casos, y esto va a traer consigo un incremento de las hospitalizaciones mayor al que ya venimos registrando estos días.

¿Los contagios y hospitalizaciones de estos días son aún la ‘resaca’ de la Nochebuena? Siendo así, ¿qué nos espera?

El periodo máximo de incubación del virus oscila entre 10 y 14 días. Por tanto, los positivos que estamos viendo ahora surgen de relaciones, contactos y transmisiones que se produjeron en ese intervalo, y eso nos mete directamente en Nochebuena y Navidad. Pero es que después de esas dos festividades, vinieron otras, como Nochevieja y Año Nuevo, todavía no han finalizado las vacaciones escolares y hoy se celebra Reyes, que es una fiesta que nos preocupa especialmente, en la que muchas familias se vuelven a reunir y en la que tradicionalmente los niños van a las casas de los abuelos a recoger sus regalos. Por eso se hace indispensable volver a llamar a la responsabilidad individual de los ciudadanos. El mejor regalo que nos podemos hacer hoy es no transmitir a nadie la infección. Hay que tener un cuidado extremo estos días para intentar minimizar el impacto de los contagios que ya se habrán producido en muchos casos.

Los ingresos por COVID se dispararon un 20% en la última semana. ¿Cuántas áreas del Hospital Universitario se destinan, en la actualidad, a pacientes con coronavirus?

Ahora mismo en el edificio principal del Complexo Hospitalario Universitario de A COruña (Chuac) hay cuatro unidades de hospitalización dedicadas al COVID. Teníamos tres y hace un par de días pusimos en marcha la cuarta, y estamos preparando ya la quinta porque contamos con tener que utilizarla ya esta semana. Cada unidad tiene una media de 30-35 camas, por tanto, ahora mismo hay entre 130 y 140 camas reservadas a COVID. En la UCI, donde actualmente hay 16 enfermos —algunos todavía de la segunda ola—, nos movemos, afortunadamente, con los recursos de las dos unidades que se habilitaron durante la primera ola en los antiguos quirófanos de la quinta y la sexta planta.

Y disponen del 'hospital de campaña' de Expocoruña...

Sí, esa infraestructura está ahí, y eso nos da una cierta tranquilidad, aunque esperamos no tener que utilizarla nunca.

¿El aumento de los ingresos por COVID ha repercutido en la actividad asistencial del Hospital Universitario? ¿Se han tenido que posponer consultas o intervenciones?

Desde la dirección médica del área trabajamos con una reprogramación permanente en función de los recursos disponibles. No es un problema de quirófanos ni de profesionales, pero a medida que ocupamos unidades con enfermos COVID, tenemos dificultades para hospitalizar a otros pacientes, con ingresos para cirugías no urgentes que hay que reprogramar. Con la consultas no está siendo necesario, porque ya se realizó en su momento una adecuación de los espacios y las agendas para poder llevar a cabo esa atención, y eso lo vamos a intentar mantener todo el tiempo. Pero sí vamos a ir adecuando la actividad quirúrgica programada a la capacidad que tengamos. Siempre con la salvedad de los pacientes con patologías urgentes u oncológicas, en cuyo caso seguiremos haciendo las cirugías hasta el final. Y lo mismo con los trasplantes que no puedan esperar. Durante el último año, pese a todo, conseguimos hacer muchas intervenciones de este tipo.

Usted no forma parte del comité clínico que asesora a la Xunta en esta pandemia, pero el gerente del área sanitaria y varios jefes de servicio sí. Es lógico pensar, por tanto, que tiene información de primera mano sobre la decisiones que se podrían adoptar en la reunión de este viernes. ¿Se avecinan nuevas restricciones?

Estoy prácticamente seguro de que se van a aumentar las medidas, y creo además que va a ser casi imprescindible hacerlo, porque todo apunta a que la incidencia del virus y las hospitalizaciones por COVID van a seguir aumentando. La única solución que tendremos, hasta que se consiga la inmunidad de un grupo importante de población, son las medidas de aislamiento y las limitaciones de la movilidad y las reuniones.

¿Estamos abocados a un nuevo confinamiento domiciliario?

Si llegaremos a precisar un confinamiento como el de la primavera pasada me cuesta decirlo, pero no descartaría ninguna opción, porque la situación en el área es francamente preocupante.

¿Que la vacunación esté en marcha puede haber contribuido a una cierta relajación social?

Que haya una vacuna no inmuniza a nadie, lo que inmuniza es que te la pongas, y vamos a tardar bastante en conseguir vacunar a un número importante de población porque la capacidad de distribución de las dosis, por ahora, es limitada. Además, aunque haya gente vacunada, tendremos que continuar con las medidas de protección durante bastante tiempo, hasta que la incidencia baje de una manera muy significativa y se compruebe que la inmunidad del grupo ya hace que la transmisión desaparezca. Tenemos una responsabilidad social y global que debemos mantener, y estos días es especialmente importante apelar a esa responsabilidad.

“A los sanitarios les pesa más la responsabilidad que el cansancio, pero la tensión no afloja y eso desgasta”

“Parece que la sociedad, en general, tiene un nivel de tolerancia cada vez mayor a las cifras de esta pandemia, pero los sanitarios no nos acabamos de acostumbrar. Las circunstancias de los enfermos que fallecen en los hospitales, que son la mayoría, son realmente duras, por el aislamiento, porque pasan mucho tiempo ingresados y por el sufrimiento con que viven toda esa situación sus familias. Es muy un proceso duro, muy duro”, advierte el doctor Antón Fernández

¿Cómo están los ánimos entre los profesionales sanitarios que se enfrentan, a diario, a esa tragedia?

A los profesionales les pesa más la responsabilidad que el cansancio, pero están muy preocupados, porque son muchos meses trabajando en esto. Muchos de ellos desde el principio, por su propia especialidad. Hablo de los médicos de urgencias o la UCI, los internistas, los neumólogos... Hay cansancio psicológico y también físico, porque se trabaja en unas condiciones duras. Estar todo el día con un EPI supone una incomodidad muy grande, y también se hace especialmente duro porque todos los pacientes que están ingresados por COVID son pacientes graves. Eso no permite aflojar nunca la tensión, y los profesionales se van desgastando. Desde la dirección médica estamos orgullosísimos del esfuerzo que está realizando todo el personal del área sanitaria, tanto en Atención Primaria como en el hospital.

Ante la tesitura actual, ¿qué mensaje le gustaría trasladar a la población?

Quisiera destacar que resulta bastante frustrante que cuando se adoptan limitaciones para el conjunto de la población ciertas personas ya estén pensando en cómo se las van a saltar. Ya está más que demostrado que estas medidas son efectivas, cumplámoslas. El hecho de que disminuya el riesgo global también disminuye el riesgo para nosotros y los nuestros. Creo que esa es la única forma de verlo. Y me gustaría pedir que se haga un buen uso de los recursos sanitarios, porque vamos a estar muy tensionados.