Médicos que ejercen en Galicia muestran su preocupación por la tendencia al alza de los contagios de COVID-19 a raíz del efecto navideño y uno de los más vehementes es Ignacio Ramil, internista en el Hospital de A Coruña, quien advierte de que la palabra “ola” se va a “quedar corta para definir los próximos dos o tres meses que vamos a tener”. En su cuenta oficial de Twitter ahonda en que la vigilancia ahora debería centrarse en la “pronta actuación”. “La ocupación total de las camas hospitalarias COVID/resto está en niveles mucho más altos y cualquier medida que haga disminuir la llegada de gente” es muy necesaria.

Muy crítico, apunta que nunca debió haberse permitido el “despiporre” de las fiestas de diciembre. “Yo no sería capaz de hacerlo. No tengo el suficiente cuajo”, y menos cuando lo que está en juego es “el sufrimiento de familias”. Ramil recoge un comentario del intensivista pediátrico Alberto García-Salido, que ejerce en el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, quien escribe que “a los dirigentes que ahora no paran de repetir ‘vendrán semanas duras’ se les debería caer la cara de vergüenza” porque “sabían que iba a pasar esto. Lo sabían. Y ahora pedirán a la gente un esfuerzo. Es frustrante”.

El reputado cardiólogo José Ramón González-Juanatey, que desde su puesto en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) conoce la situación actual de cerca, afirma en el mismo canal que los gestores que han facilitado “que la gente se reuniera durante casi un mes”, hoy se alarman y lo cierran todo. “¿Qué esperaban?”, se pregunta.