El Gobierno de Portugal endureció ayer algunas medidas del confinamiento que está en vigor desde el pasado viernes en medio de cifras de COVID récord y con los hospitales al límite, después de que el pasado fin de semana se haya registrado más circulación de la esperada.

“Vivimos el momento más grave de esta pandemia”, admitió el primer ministro, António Costa, que anunció en una rueda de prensa ajustes al confinamiento, como la prohibición de circular entre municipios sin justificación los fines de semana, más restricciones a la restauración y un refuerzo de la vigilancia policial.

“No es aceptable mantener este nivel de circulación el fin de semana”, avisó Costa, en referencia a las imágenes que mostraban a nutridos grupos de personas paseando y conversando en parques y espacios públicos. “Quédense en casa, solo salgan para lo imprescindible, si tienen que trabajar, ir a comprar y salir lo mínimo posible para su propia salud mental”, resumió.

La restauración, que estaba limitada a entregas a domicilio y “para llevar”, podrá mantener estas vías, pero no vender bebidas en la puerta, y los productos no podrán ser consumidos en las inmediaciones de los establecimientos. El Gobierno pretende con ello evitar imágenes como las de los tres primeros días del confinamiento, cuando se pudo ver, por ejemplo, a personas tomando café en una mesa colocada en la puerta de las cafeterías.

Los restaurantes situados en centros comerciales deberán cerrar por completo, sin derecho a entregar comida para llevar.

También se limita el horario de los establecimientos autorizados para abrir: deben cerrar a las 20.00 horas de lunes a viernes y a las 13.00 los fines de semana, excepto el comercio de alimentos, que puede llegar a las 17.00 horas.