Arteixo amaneció ayer con un pie en el confinamiento. La preocupante evolución de la pandemia de SARS-CoV-2 en el concello coruñés, que en solo diez días casi triplicó su incidencia acumulada de casos por cada cien mil habitantes, al pasar de 570 a 1.562, llevó a la Consellería de Sanidade a aplicar en el municipio el llamado modelo Carballiño, consistente en cerrar la hostelería y toda actividad no esencial, y en reducir las reuniones sociales a los núcleos de convivientes.

La decisión del departamento que dirige Julio García Comesaña, tomada tras reunirse el pasado lunes el comité clínico, no ha cogido por sorpresa a los profesionales de Atención Primaria del municipio, que llevan semanas viendo como la situación se “desboca”. “Justo antes de empezar de diciembre estuvimos, al igual que el resto del área sanitaria, en los puntos más bajos de la segunda ola. Si no hubiese habido Black Friday, puente de la Constitución y navidades, posiblemente hubiésemos vencido al virus”, asegura el médico Javier Refojos, coordinador del centro de salud de Arteixo, quien se muestra confiado en que las restricciones sirvan para recuperar el control de la pandemia. “Ahora mismo, esto está absolutamente disparado. Las medidas que se han tomado son duras, pero muy necesarias. Yo estoy seguro de que van a funcionar. Si cierras todo, obligas a la gente a ir de su casa al trabajo, y poco más. En O Carballiño los resultados fueron buenos y se logró frenar la transmisión”, señala.

Los profesionales de Atención Primaria de Arteixo empezaron a notar un cambio de tendencia en el municipio justo antes de Navidad, “en torno al 18 o 20 de diciembre”. A partir de ahí, el goteo de nuevos positivos se fue incrementando hasta que, “el 3 o 4 de enero empezaron a caernos ya las reuniones familiares”, apunta el doctor Refojos. “Pero de una manera exagerada”, remarca. El “boom”, sostiene este facultativo, se produjo “hace una semana”. “Si me preguntan por qué razón Arteixo tiene unas cifras tan elevadas, no tengo una explicación clara. Quizás el hecho de que en municipio esté el polígono de Sabón, donde hay bastante movimiento —casi 10.000 personas a diario— haya podido influir. Es el único factor que veo diferente con respecto a otros concellos del área, como Culleredo o Cambre”, expone Refojos, quien al igual que el resto de sus compañeros, colabora con la Central de Seguimiento en el estudio de contactos de los positivos. Por su experiencia, asegura que “la gente, en general, está concienciada”. “Pero somos una sociedad muy grupal, y hasta los más concienciados se juntaron con tres o cuatro miembros de su familia en Nochebuena y Navidad. Son muy pocos los que cumplieron las recomendaciones para las comidas y las cenas de las fiestas navideñas”, reconoce.