“Os suplicamos vuestra ayuda. Si no tomáis todas las medidas, esto no va a acabar nunca, y mucha gente morirá. Y tenemos que verlos morir”. Las palabras de Mónica Pérez Taboada, enfermera de una unidad COVID del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), son una bofetada de realidad. Un minuto y 22 segundos de audio sobrecogedores. Nadie conoce mejor que ella y sus compañeros la realidad que se vive estos días, de puertas para adentro, en el centro de As Xubias. Una realidad triste, durísima, por más que algunos todavía se empeñen en mirar hacia otro lado.

Una enfermera de planta COVID en A Coruña: "Os suplicamos ayuda"

Una enfermera de planta COVID en A Coruña: "Os suplicamos ayuda" Redacción

El COVID no es una gripe, y tampoco afecta solo a personas mayores, aunque la mayoría de los fallecidos sobrepasen los 80 años. Hay jóvenes que también enferman y acaban en el hospital. Y de vuelta a casa, las secuelas pueden perdurar meses. Quienes lo han sufrido lo saben. Los sanitarios que los cuidan, también. Llevan casi un año a pie de cama, con sus EPI pertrechados, cogiendo de la mano a enfermos que no pueden tener a sus familiares a su lado. Tratando de suplir esa ausencia en medio de la incertidumbre. Dando ánimo y cariño, aliviando miedos. Y aunque la responsabilidad les puede más que el cansancio, la tensión no afloja y la mochila que cargan desde marzo pesa cada vez más: “Estamos agotados y, sobre todo, desanimados; está claro que no hemos sabido transmitir el mensaje, o bien no ha calado en la población”, lamenta Mónica.

No piden aplausos, ni mensajes de ánimo o arcoíris dibujados en las ventanas. Imploran prudencia. La relajación de las restricciones durante las fiestas navideñas, cuando aún no se había rebajado lo suficiente la segunda ola, y la irresponsabilidad colectiva, en muchos casos, han contribuido a que la pandemia de SARS-CoV-2 se descontrole en la calle, llevando al Hospital de A Coruña a una situación “muy preocupante”. Una veintena de pacientes con neumonía por COVID ingresan, cada día, en el centro coruñés. Siete unidades de hospitalización convencional —parte de Medicina Interna, Neurocirugía, Urología, Traumatología, Cirugía Plástica, Oncología y Cirugía Vascular— y dos de críticos, están ya ocupadas por esos enfermos. En total, 199 camas, a las que hay que añadir otras 11 en el Hospital Virxe da Xunqueira de Cee, y 16 entre el Modelo y el Quirón. El peaje de “salvar la Navidad” será, está siendo ya, demasiado alto. Ya no valen las buenas intenciones, urgen los hechos. “No sabemos qué hacer para que la gente se conciencie de que no podemos tener contacto social más que para lo imprescindible. Solo debemos salir de casa para ir al médico, al trabajo, al supermercado, al colegio... Cosas imprescindibles. Pero no sabemos si es que la gente no lo entiende o no es capaz de hacer ese esfuerzo”, advierte Mónica para terminar suplicando, con un hilo de voz y al borde del llanto: “Por favor cuidarnos a los que os cuidamos”.

Llamada a la responsabilidad

Un mensaje de auxilio, el de esta enfermera de una de las unidades COVID del Hospital Universitario, que se une a los sucesivos llamamientos a la responsabilidad lanzados, estos días, por los profesionales del Chuac. El miércoles era el director de Atención Hospitalaria, el neumólogo Pedro Marcos Rodríguez, quien avisaba de que el centro de As Xubias se encuentra en una situación “muy, muy complicada” , y aportaba un dato demoledor: “entre 20 y 30” pacientes con neumonía por COVID ingresan, cada día, en el hospital coruñés.

El internista Álvaro Mena advertía, dos días antes, sobre la situación del centro, asegurando que “cada dos o tres días es preciso abrir una nueva planta COVID”, y lanzaba una recomendación a los ciudadanos: “Todo el mundo debería vivir como si estuviese infectado, y fuese potencialmente infectable, en el momento actual”.

Su compañero Ignacio Ramil, internista también, pedía ya la semana pasada un autoconfinamiento domiciliario como medida para protegerse a uno mismo y al resto de la población. “Las costuras de nuestro hospital están saltando desde la semana pasada, con una proyección futura que nos pone en los peores números de toda la pandemia”, advertía el doctor Ramil. “O se hacen la cosas bien, o nos vamos a ver en una situación muy comprometida. Somos una sociedad de derechos y deberes, pero creo que la balanza entre lo que hacemos y lo que exigimos está descompensada. Tener cierta seguridad en nuestro día a día (a la hora de llevar a nuestros hijos a la escuela, al ir al trabajar...) no nos va a salir gratis, supondrá un esfuerzo”, señaló.

La doctora Ana Zamora, del centro de salud de Os Mallos, aseguró que “no se debería haber llegado a esta tercera ola” y lanzó un llamamiento: “Por favor, no nos aplauda: colabore”; mientras que la responsable de sección del Servicio de Urgencias del Chuac, María de la Cámara, pidió a los ciudadanos que hagan un “uso responsable” de los servicios sanitarios, e insistió en que los pacientes “independientes” acudan al hospital sin acompañantes. Más contundente se mostró el jefe de la UCI del complejo coruñés, el doctor David Freire Moar, quien ya el pasado fin de semana avisó de que esa unidad está en una situación “crítica, similar sino peor a marzo”.

EL CORONAVIRUS EN GALICIA, DESBOCADO

Cada día que pasa los datos son peores. La transmisión del virus sigue imparable. El área sanitaria de A Coruña y Cee suma dos jornadas consecutivas con récord de nuevos positivos. El miércoles fueron 435, ayer 442. Hay 4.124 infecciones activas, son 285 más. La curva es cada vez más una vertical. En nuestras manos está, como bien dicen Mónica y sus compañeros, volver a aplanarla.