Las escuelas y el resto de centros educativos amanecieron ayer cerrados en Portugal, un país confinado desde hace una semana en medio de una escalada en la pandemia que este viernes dejó, por quinto día consecutivo, un récord de muertos, con 234 decesos. La interrupción del año lectivo era una línea roja para el Gobierno portugués, que quería evitar a toda costa el cierre de los centros educativos, pero las cifras sin precedentes de los últimos días y el avance de la variante británica —que podría alcanzar una prevalencia del 60%, según expertos— le obligó a recular.

Ayer se notificaron 234 fallecidos, un nuevo máximo, y 13.987 infecciones, en un país de 10 millones de habitantes que esta semana se convirtió en el líder mundial de nuevos contagios por millón de habitantes, según la media de los últimos 7 días.

En total, desde marzo la pandemia ha dejado 609.136 positivos y 9.920 muertos en Portugal, donde los hospitales están al borde del colapso ante el incesante aumento del número de ingresados.