Aunque desde el inicio de la pandemia el foco mediático ha estado puesto en el desarrollo de las vacunas contra el SARS-CoV-2 —que en el caso de las de Pfizer/BioNTech y Moderna ya se administran en España, y por supuesto en Galicia, aunque a un ritmo mucho menor del esperado—, en todo el mundo, y también en A Coruña, se trabaja contra reloj en la búsqueda de posibles tratamientos para la infección causada por ese coronavirus. Y es que un año después de la detección de los primeros casos en la ciudad china de Wuhan, no hay ningún tratamiento específico, y el único fármaco aprobado contra el COVID es el remdesivir, un antiviral creado para combatir el ébola. Corticoides, profilaxis antitrombótica con heparinas de bajo peso molecular y medidas de soporte vital, fundamentalmente, completan el abordaje terapéutico de la enfermedad que ha puesto en jaque nuestro sistema de salud.

“En la actualidad, hay una carrera científica para el desarrollo de tratamientos contra el SARS-CoV-2 muy importante, algunos con muy buenos resultados preliminares, hasta el punto de que se ha solicitado su aprobación rápida en ciertos países. De hecho, la FDA estadounidense, que es la agencia encargada de regular el uso de medicamentos en ese país, dio luz verde recientemente a un anticuerpo monoclonal, y ya se ha pedido autorización para otros fármacos de ese tipo, como el CT-P59, en cuyo estudio estamos colaborando”, explica Álvaro Mena, internista del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien detalla que el CT-P59 es un anticuerpo monoclonal “muy interesante”, dirigido hacia la proteína spike (S), “en la que se basan la mayor parte de las vacunas” contra el SARS-CoV-2. “Es la proteína que utiliza el virus para anclarse en unos receptores de las células llamados ACE2 (presentes, fundamentalmente, en las células del pulmón, aunque también en las de otras partes del organismo), acceder a ellas e iniciar su ciclo replicativo (multiplicarse). Lo que pretende este fármaco es bloquear esa entrada del virus en las células. Es un anticuerpo monoclonal, pero en realidad actúa como un antiviral”, apunta el doctor Mena.

Y es que en el desarrollo de anticuerpos monoclonales, especifica este internista, “hay que distinguir los parecidos a un antiviral, porque tratan de impedir que el virus entre o replique (se multiplique) en las células, y los que son para fases inflamatorias”. “Para mí es más atractivo intentar conseguir que el virus no entre en las células y las replique. Anticiparse. Son escenarios completamente diferentes, y abordajes terapéuticos distintos, porque unos se posicionarán en fases muy tempranas de la infección y para pacientes de mayor riesgo, y los otros en fases más tardías, en enfermos hospitalizados y con mucho cuadro inflamatorio, incluso cercanos al ingreso en UCI”, señala. En concreto, el CT-P59 —“aún no tiene nombre”— es un anticuerpo monoclonal que “bloquea la entrada del virus en las células”, expone el doctor Mena. “No actúa sobre el huésped, sino sobre el virus”, reitera.

El Chuac participó en la fase 2 del ensayo clínico de ese fármaco, de hecho, fue el único centro español que reclutó pacientes para esa etapa del estudio, cuyos resultados preliminares, muy prometedores, acaba de publicar la prestigiosa revista científica Nature Communications. “En diciembre se cerró el ensayo clínico para analizar los resultados de la fase 2, que a mediados de este mes se dieron a conocer en Nature Communications, y hace una semana se abrió la fase 3, en la que también vamos a participar”, avanza el internista del complejo coruñés, quien especifica que el anticuerpo CT-P59 se está probando en pacientes ambulatorios. “Es un fármaco intravenoso, que se administra en una infusión única a pacientes que tienen que llevar un máximo de tres días con PCR positiva. Es decir, está dirigido a personas de cualquier edad que estén en la primera fase de la infección”, indica.

Aunque en la fase 2 de los ensayos clínicos los medicamentos se prueban en un número más limitado de voluntarios, Álvaro Mena celebra que los resultados que se han comunicado son “bastante favorables” “Tanto en tiempo de viremia —se hace cultivo viral a los voluntarios cada dos días—, como en reconstitución y probabilidad de empeorar, el fármaco ha demostrado ser muy eficaz. Los pacientes se recuperaron más rápido, tuvieron muchas menos complicaciones, y en la franja de edad de 50 a 60 años, la probabilidad de ir a peor se redujo entre un 68 y un 70%”, asegura el internista del Chuac, quien avanza que el promotor del producto (Celltrion) “ya ha pedido su autorización, por la vía rápida, en varios países asiáticos y en la FDA estadounidense”. “En Europa todavía no, pero a la espera de ver qué sucede en la fase 3 del ensayo, esta opción terapéutica pinta bien”, insiste.

El del anticuerpo monoclonal CT-P59 no es el único ensayo clínico de fármacos contra el COVID en el que trabajan, actualmente, los especialistas del Chuac. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) dio ya el visto bueno a la participación del centro de As Xubias en el estudio de otro anticuerpo monoclonal (sirukumab, de Janssen) y esta misma semana se empezó a testar una molécula de Boehringer (BI 764198) para “bloquear la cascada inflamatoria” desencadenada por el SARS-CoV-2. “El miércoles fue la visita de inicio para este último ensayo, también en fase 2 y 3, y arrancamos ya el jueves. Se trata de un fármaco para pacientes graves, hospitalizados en planta, con neumonía y que necesitan oxígeno. Es de toma diaria oral, se administra a mayores de 55 años y los datos preliminares han demostrado también una gran seguridad”, detalla el doctor Mena, quien señala que hay “otros cuatro ensayos clínicos en fase de aprobación o inicio”. “Supongo que a lo largo de estos meses se pondrán en marcha, porque aquí los reclutamientos son competitivos, duran entre 15 y 20 días. Cerrará uno, abrirá otro, y estaremos así durante este tiempo, pese a la carga asistencial. La dinámica de los ensayos, en tiempos de pandemia, es compleja, pero yo creo que hay que hacer un esfuerzo por participar. En el Chuac lo tenemos bien organizado, porque hacemos un abordaje común entre todos los servicios implicados, en colaboración con el personal de enfermería, los data manager, etc. Además, el Instituto de Investigación Biomédica ( Inibic), con su director científico, Francisco Blanco, a la cabeza, nos da mucho soporte”, subraya.