La andadura de Salvador Illa al frente del Ministerio de Sanidad llega a su fin. Apenas un año después de que entrara en el Ejecutivo de Pedro Sánchez para ocupar una cartera a priori poco exigente que con la pandemia se ha mostrado esencial, el ahora candidato del PSC a la Generalitat abandonará hoy el Gobierno para centrarse en la campaña electoral de los comicios del 14 de febrero. Su marcha, en mitad de la tercera ola de contagios, ha provocado las críticas de todo el arco parlamentario, incluido las de sus socios de Unidas Podemos, y ha obligado a buscarle un sustituto. Salvo sorpresa final, será la actual ministra de Política Territorial y Función Pública y licenciada en Derecho, Carolina Darias, quien tomará las riendas de Sanidad y de la gestión de la pandemia.

Illa anunció su candidatura a la presidencia de la Generalitat a finales del pasado año. Desde entonces, el secretario de Organización del PSC ha estado, aún más, en el punto de mira de la oposición por no abandonar de inmediato el Ministerio. Hoy acudirá a su último Consejo de Ministros y, después, se anunciará quién le sucederá al frente del departamento de Sanidad. Todas las papeletas apuntan a Darias que en los últimos meses ha trabajado mano a mano con el ahora candidato del PSC y se ha bregado en la negociación con las comunidades en el consejo Interterritorial de Salud y conoce la situación actual.

Illa pasó ayer precisamente su última jornada como ministro junto a Pedro Sánchez y Darias. Los tres dirigentes presidieron la reunión del comité de seguimiento del coronavirus que se celebró en la sede de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Al finalizar el encuentro, el jefe del Ejecutivo defendió el paso adelante del candidato del PSC: “Entiendo perfectamente tu decisión. El desafío que tienes por delante es apasionante, es complejo, pero muy necesario”. A renglón seguido, Sánchez admitió el “honor” de haber podido “trabajar codo con codo” con Illa e insistió en que su “labor” en los próximos “meses y años” es la de llevar a Cataluña el “reencuentro, el progreso y el bienestar”. Tanto es la confianza de Sánchez en su candidato que se volcará en las elecciones catalanas participando en hasta cinco actos de campaña.

Más allá de las palabras de gratitud, Sánchez tiene ahora por delante la reforma de su gabinete. El relevo de Illa por Darias lleva semanas ganando fuerza debido a la implicación que la dirigente canaria ha mantenido en la gestión de la pandemia con las autonomías. La confirmación definitiva llegará hoy y será mañana cuando el sustituto jure su cargo ante el Rey. Además, el cambio de carteras de Darias obligará al líder del PSOE a buscar un recambio para el Ministerio de Política Territorial. Todas las miradas están puestas sobre el secretario general del PSC, Miquel Iceta, que a mediados del noviembre pasado ya decidió, junto a Illa, dar un paso atrás y no presentarse a las elecciones catalanas.

Con su marcha de Sanidad, Illa también ha evitado comparecer en el Congreso de los Diputados esta semana para informar de la situación de la pandemia. Tras meses acudiendo a dar cuentas de su labor, la dimisión del candidato del PSC días antes de su comparecencia en la Cámara baja molestó bastante a todas las fuerzas del arco parlamentario, incluido a Unidas Podemos.

No obstante, el candidato del PSC parece tener prisa por empezar a calentar motores de cara a las elecciones catalanas, previstas para el 14 de febrero tras la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) de suspender cautelarmente el aplazamiento, hasta el 30 de mayo, aprobado por el Govern. Illa arrancará la campaña electoral con las últimas encuestas a su favor, aunque con un escenario de pactos poselectorales complejo. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), es el dirigente mejor valorado y el preferido para gobernar y en su encuesta preelectoral confirmaba el efecto Salvador Illa y mostraba cómo su candidatura ha hecho mover todas las fichas del tablero catalán.

Médicos y enfermeros

Ante la marcha de Illa, médicos y enfermeras han urgido un profesional sanitario “de trinchera”, a ser posible con “experiencia a pie de obra” de la pandemia, para tomar las riendas del Ministerio de Sanidad.

Por ello, desde la Organización Médico Colegial (OMC) no ven con buenos ojos que el sustituto de Illa pueda ser la ministra de Función Pública, Carolina Darias, pese a que su presencia en los últimos meses en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud la hagan “conocedora de la situación y de la gestión” de la pandemia. “Tendría que tener otras características, aunque ahora sea conocedora de la situación, pero el ministerio de Sanidad, el mundo de lo asistencial y la salud pública necesitan un perfil mucho más sanitario y de trinchera”, zanjó Serafín Romero, presidente de la entidad que aglutina a los colegios profesionales de médicos.

El sustituto de Illa, continuó, deberá asumir un liderazgo en el marco de la cogobernanza con las comunidades y es “obligado” que retome las medidas surgidas de la comisión de reconstrucción y emprenda una auténtica política de recursos humanos, porque, si hay un reto con el que tendrá que lidiar, además de la pandemia, es “el de los no COVID”.

Desde el Consejo General de Enfermería, el presidente, Florentino Pérez Raya, pidió al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, que “valore lo importante que es que la persona que ocupe el cargo tenga experiencia, conocimiento y formación sanitaria”. “Que Salvador Illa no sea un experto en Sanidad ha sido un grave problema en la gestión de la pandemia, y la experiencia vivida ha dejado muy claro que este puesto debe ser ocupado por un profesional sanitario preparado”, resaltó Pérez Raya.

Para el Consejo, “toca redefinir bien el sistema sanitario español y plantear una buena planificación”. “Sin duda, es deseable que el nuevo ministro tenga un perfil sanitario: lo necesitamos más que nunca”, reclamó.

Aunque reconoce que “ha sido un hombre dialogante con el que se ha tenido una buena relación”, la coordinación de la pandemia de coronavirus ha estado “regida por intereses políticos y no por criterios profesionales”; su “mayor error” ha sido “no dejarse asesorar por verdaderos expertos”, contando con un equipo que “no ha sido el adecuado”.