Son el espejo en el que se miran sus compañeros de especialidad, la élite de su clase, y como tal fueron reconocidos en la última edición de los prestigiosos premios Best in Class, organizados por la Universidad Rey Juan Carlos y que, por segundo año consecutivo, distinguieron al Hospital de A Coruña como el mejor centro de alta complejidad de España gracias, en parte, a la excepcional calidad de cuatro de sus servicios, Microbiología, Nefrología, Reumatología y Cuidados Paliativos, elegidos los más punteros del país. Aunque el galardón les ha llegado en un momento especialmente difícil, marcado por la pandemia de SARS-CoV-2, los responsables de esos cuatro servicios hospitalarios insisten en que se reconoce un trabajo que viene de lejos. No ocultan, sin embargo, su emoción por un premio que reciben tras un año “muy complicado”, en que todos los sanitarios han tenido que dar lo mejor de sí mismos. Microbiología, por ejemplo, ha sido un servicio “clave” desde el inicio de la emergencia sanitaria, pues por las manos de sus profesionales pasan todas las PCR que se realizan en el área coruñesa. “La pandemia ha dado visibilidad a nuestra labor, a veces un poco en la sombra”, apunta su responsable, Germán Bou. Nefrología tampoco se ha librado, ni mucho menos, del impacto del COVID, que ha afectado a “todas las líneas maestras” de esa especialidad. “Hemos tenido que hacer suspensiones temporales del programa de trasplante renal y crear un espacio COVID en la Unidad de Diálisis”, expone el jefe del Servicio, Ángel Alonso. Para su homólogo de Cuidados Paliativos, Juan Sanmartín, fue “especialmente duro” comunicar a las familias de los pacientes que la normativa sanitaria no permitía el acompañamiento en las habitaciones. El responsable de Reumatología, Javier de Toro, se queda con las “oportunidades” surgidas en el último año. “Se ha acelerado la coordinación entre los servicios hospitalarios y Primaria y se han potenciado muchísimo las nuevas tecnologías”.

El doctor Germán Bou.

Germán Bou | Jefe de Microbiología del Hospital de A Coruña

“La crisis sanitaria ha servido para dar visibilidad social a nuestra labor, a veces un poco en la sombra”

El Servicio de Microbiología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), capitaneado por Germán Bou, tiene un papel clave desde el inicio de la pandemia de SARS-CoV-2. Por sus manos pasan todas las pruebas PCR que se realizan en el área sanitaria coruñesa para diagnosticar los casos de COVID. “Ser reconocidos como el mejor servicio de nuestra especialidad en España en un año tan duro como el que dejamos atrás es una gran satisfacción, sobre todo teniendo en cuenta que competíamos con hospitales muy potentes de otras comunidades”, subraya el doctor Bou, quien considera que el reconocimiento les ha llegado por el trabajo realizado desde el inicio de la emergencia sanitaria, pero también en los últimos años, pues los premios Best in Class miden indicadores de actividad científica del último lustro. “En nuestro Servicio siempre hemos dado mucha importancia a la investigación, y por eso contamos con una plantilla asistencial y otra de científicos, de hecho hay 25 profesionales trabajando en esta área, aparte de facultativos y técnicos. Somos cinco investigadores principales, y contamos con financiación nacional e internacional, tanto pública como privada, y llevamos a cabo una intensa actividad”, apunta.

Uno de los grandes retos en los que se centra, desde hace años, esa intensa actividad investigadora que llevan a cabo los microbiólogos del Chuac, es el estudio de las resistencias a los antimicrobianos. “Buscamos diagnosticar lo más rápido posible esas resistencias a los antibióticos, entender cómo las bacterias se hacen resistentes, soluciones terapéuticas, prevenir las infecciones...”, expone Germán Bou, quien subraya que la resistencia a los antibióticos es, al igual que el COVID, “un problema de salud pública de primer orden”. “La pandemia pasará, pero la resistencia a los antibióticos permanecerá, y mata de manera acumulada a más personas incluso que el SARS-CoV-2. Si se publicasen los datos de mortalidad por bacterias multirresistentes, nos sorprenderíamos por la cantidad de gente que fallece, lo que ocurre es que son datos difusos y más difícilmente cuantificables. Yo creo que los indicadores de nuestro trabajo en esta área (proyectos, financiación, patentes o publicaciones, algunas de alto impacto), decantaron que el Best in Class recayese en nuestro Servicio”, reitera.

El jefe de Microbiología del Chuac sí reconoce, no obstante, que la pandemia de SARS-CoV-2 ha visibilizado el trabajo de los profesionales de su especialidad, y dejado constancia de la importancia que tiene el diagnóstico de los agentes infecciosos. “Los microbiólogos hemos tenido un gran protagonismo durante el último año, y esto nos ha servido para reivindicar nuestra labor, a veces un poco en la sombra. Al trabajar en un laboratorio, y no en los servicios centrales del hospital, estamos como en la retaguardia. No obstante, la pandemia ha demostrado que la nuestra es una especialidad central y pivotal, que interacciona con muchas otras áreas. Cualquier paciente ingresado en un hospital puede sufrir una infección, que hará necesario un diagnóstico y la administración de antibióticos, y la microbiología toca todos estos palos. Y, por supuesto, es esencial para el diagnóstico de los virus, como ha quedado de manifiesto”, destaca el doctor Bou, quien insiste en que, más allá del actual contexto de pandemia, urge “diagnosticar rápido y bien” y, para hacerlo, “hacen falta servicios de Microbiología activos, potentes y muy proactivos a la hora de asumir nuevas tecnologías”. “En este sentido, nuestro hospital ha actuado fantásticamente bien durante la emergencia sanitaria, habilitando dos nuevos laboratorios COVID. Ahora hacemos diagnósticos durante 24 horas todos los días de la semana. Incorporamos tecnología puntera, robots... La pandemia ha obligado a innovar y ha dado un empujón a la microbiología a nivel hospitalario, y también de cara a la sociedad”, recalca.

La élite de su clase en el curso más complicado | L. O.

Ángel Alonso  | Jefe de Nefrología Hospital de A Coruña

“Hubo que hacer paradas temporales del programa de trasplante renal y crear un espacio COVID en Diálisis”

“El último año ha sido complicado, y nos ha obligado a dar lo mejor de nosotros mismos a nivel profesional y humano”, subraya el responsable de Nefrología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Ángel Alonso, quien reconoce que la pandemia de SARS-CoV-2 ha afectado a “prácticamente a todas las líneas maestras” del servicio que lidera. “El programa de trasplante renal, por ejemplo, estuvo paralizado durante el periodo de confinamiento, y posteriormente tuvo suspensiones parciales en función de la situación hospitalaria. Por un lado, la infraestructura de críticos —UCI y Reanimación (REA)— estaba polarizada por el COVID, y no podíamos sobrecargarla adicionalmente con pacientes que tenían que pasar por REA. Por otro, no hay trasplantes sin inmunosupresión, un factor de riesgo de complicaciones graves en caso de contagiarse con el SARS-CoV-2. Con todo, en 2020 llegamos a realizar casi 90 trasplantes renales, una veintena menos que el año anterior. Creo, por tanto, que minimizamos bastante el impacto de la emergencia sanitaria”, señala.

Una emergencia sanitaria que sacudió también a la Unidad de Diálisis, otro de los puntales del Servicio de Nefrología del complejo coruñés. “Los enfermos de hemodiálisis tienen un perfil complejo, ya que han de acudir tres días a la semana al hospital, con frecuencia comparten transporte, y tienen otra serie de particularidades que los convierten en pacientes de riesgo, en caso de contagiarse con el SARS-CoV-2: padecen insuficiencia renal, muchos son mayores y sufren otras comorbilidades, como diabetes o hipertensión. Esto nos obligó a establecer planes de contingencia muy dinámicos, de mínimos a máximos, de manera que pudiésemos asumir a un número considerable de pacientes crónicos de diálisis de nuestro hospital o de las unidades concertadas, en caso de que se infectasen”, apunta el doctor Alonso, quien subraya que los enfermos que precisan diálisis han de acudir a sus sesiones “sí o sí, tengan COVID, o no”. “Afortunadamente, al suspender el programa de trasplante renal y haber muy poca actividad en el hospital, el impacto se pudo manejar. La Unidad de Diálisis tiene una parte de crónicos y otra de agudos, y esta última la pudimos manejar con los planes de contingencia que diseñamos para los pacientes COVID, que a día de hoy, por supuesto, se mantienen. Hemos tenido casos de esa infección, pocos, pero se han podido abordar tanto aquí como en las unidades concertadas, y estamos a la expectativa de lo que pueda ocurrir”, indica.

La pandemia también ha repercutido en el área de la nefrología clínica, con un número “considerable” de pacientes que reciben tratamientos inmunosupresores (por vasculitis, enfermedades autoinmunes, dolencias raras, etc.), en cuyo caso también hay que decidir si se les van a administrar esas terapias o conviene posponerlas por el elevado riesgo de desarrollar cuadros graves de COVID en caso de infectarse. “Tenemos que tomar decisiones de mucho calado, y esto también sobrecarga la actividad de nuestro día a día”, admite Ángel Alonso, quien apunta que otra cuestión que ha afectado a todo el hospital, y a su Servicio también, es que “un porcentaje muy significativo de consultas” se están realizando por teléfono. “No solo porque la pandemia lo imponga, sino porque son los propios pacientes los que no quieren ir al hospital. Ahora van calibrando un poco mejor el riesgo y los inconvenientes de no acudir a Urgencias y a sus revisiones en tiempo y forma, pero durante el periodo de confinamiento no venían. Llevamos casi un año conviviendo con la teleconsulta, y hemos visto que funciona en enfermos ya evaluados, aunque sería mejor disponer de herramientas con imagen, más allá del teléfono, pero hay muchos pacientes mayores que no dominan las nuevas tecnologías”, concluye.

La élite de su clase en el curso más complicado | L. O.

Javier de Toro | Jefe de Reumatología del Hospital de A Coruña

“La pandemia ha acelerado la coordinación entre los diferentes servicios hospitalarios y Atención Primaria”

“Tratar con calidad y calidez” a los pacientes con problemas musculoesqueléticos y dolencias autoinmunes y a sus familias es la máxima que guía el trabajo de los especialistas del área de Reumatología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), con Javier de Toro a la cabeza, muy satisfecho con el primer premio Best in Class para su Servicio. Un galardón que les ha llegado tras un año “muy singular”, en un momento en el que “todos estamos necesitados de buenas noticias” . “El Servicio de Reumatología es uno de los más veteranos de nuestro hospital, lleva 45 años en funcionamiento, y este galardón es el reconocimiento a un trabajo que viene de lejos, siempre con un mismo objetivo: ofrecer información segura, suficiente y fiable a nuestros pacientes para que puedan tomar sus propias decisiones, compartidas con los profesionales en la mayoría de los casos. En definitiva, que sean autosuficientes”, subraya el doctor De Toro, quien asegura que, en ese sentido, su especialidad ha dado un “giro copernicano” en los últimos veinte años. “Pasamos de no poder ofrecer casi nada a los enfermos, a prácticamente haber ganado la batalla a la patología en muchos casos, al disponer de tratamientos muy activos que mejoran enormemente la calidad de vida de los pacientes. Algo fundamental en la atención a enfermedad crónicas” señala.

Los principales avances en reumatología, apunta el doctor De Toro, han venido de la mano de “nuevas formas de hacer” y revolucionarios medicamentos. “Las tres piezas claves son el diagnóstico precoz, el tratamiento por objetivos para buscar la remisión de las enfermedades inflamatorias y la incorporación de nuevos fármacos. En la actualidad, disponemos de una cantidad importante de tratamientos, tanto químicos como biológicos”, expone el jefe de Reumatología del Chuac, un servicio que al igual que el resto de áreas hospitalarias, se ha visto impactado por la pandemia de SARS-CoV-2. “Al inicio de la emergencia sanitaria, pusimos en marcha un gabinete de crisis para reorganizar nuestra actividad. Una de nuestras primeras prioridades, como siempre, fue informar a los pacientes, mediante redes sociales, sobre la importancia de mantener los tratamientos, algo fundamental, ya que muchos de ellos necesitan fármacos de dispensación hospitalaria, y había bastante temor a acudir a los centros sanitarios. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) y los compañeros del Servicio de Farmacia hicieron una gran labor, en este sentido, facilitando el envío a domicilio de los medicamentos”, explica el doctor De Toro, quien subraya que la crisis sanitaria provocada por el COVID ha servido para “acelerar muchísimo la coordinación entre diferentes servicios hospitalarios, y también con Atención Primaria”. “Otra cuestión que se ha potenciado en el último año ha sido el uso de las nuevas tecnologías., tanto para las consultas y el seguimiento a los pacientes (mediante llamadas telefónicas), como para realizar actividades formativas en el propio Servicio”, indica, y especifica: “El control de nuestros pacientes se realiza analizando variables en sangre, pero también mediante cuestionarios validados a nivel científico internacional, lo cual nos permite evitar que tengan que ir al hospital, algo muy útil en el contexto de pandemia”.

El responsable de Reumatología del Chuac insta a aprovechar esa y otras “oportunidades” que ofrece la emergencia sanitaria para “acelerar los avances positivos para la salud de los ciudadanos”. Así, el doctor De Toro apuesta por “evaluar los cambios que han sido positivos, e incorporarlos”. También por seguir promoviendo la investigación, otros de los puntales del Servicio que dirige. “Facilitar los registros en la búsqueda de biomarcadores, tanto para el diagnóstico precoz de la enfermedad, como para el diseño de tratamientos más específicos, es clave. En la medicina personalizada está, precisamente, uno de nuestros grandes desafíos”, destaca.

La élite de su clase en el curso más complicado | L. O.

Juan Sanmartín | Jefe de Cuidados Paliativos del Hospital de A Coruña

“Paliativos es una Unidad abierta, y decir a las familias que se tenían que ir a casa fue especialmente duro”

Buscar la calidad de vida de enfermos crónicos en su etapa final mediante el “excelente” control de sus síntomas es el lema prioritario con el que trabajan los profesionales de la Unidad de Cuidados Paliativos del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), que dirige Juan Sanmartín. “De los síntomas físicos, pero también de los emocionales. Nos preocupamos mucho del impacto que tiene la enfermedad tanto en el paciente como en el familiar, y esto es lo que caracteriza nuestra medicina. Una medicina que aborda todos los aspectos psicoemocionales e incluso espirituales de los enfermos, lo cual nos hace ser muy necesarios y esenciales, especialmente en momentos de crisis como el actual. Nuestra mayor satisfacción es hacer las cosas bien. Que los pacientes estén seguros de que hay personal que se está dedicando a su cuidado y bienestar, y que las familias se sientan atendidas en un momento tan crítico como las últimas semanas de vida de un ser querido”, subraya el doctor Sanmartín, quien reconoce que el último año ha sido “muy, muy difícil” . “El SARS-CoV-2 ha puesto contra las cuerdas al sistema asistencial, y nos ha obligado a reorganizarnos con mucha rapidez. Sufrimos un gran impacto durante las primeras semanas de la pandemia, incluso entre el personal, ya que en el Hospital de Oza, donde se ubica nuestra Unidad, hubo un gran número de sanitarios infectados. Al mismo tiempo, nos tuvimos que reorganizar, ya que algunos compañeros tuvieron que subir al Hospital Universitario para reforzar las unidades COVID”, recuerda.

El responsable de Paliativos del Chuac refiere como uno de los aspectos más “dolorosos” de esta pandemia “el tener que comunicar a los familiares que la normativa hospitalaria no permitía el acompañamiento” durante la estancia en su Unidad. “Nosotros trabajamos, precisamente, en la dirección contraria. Consideramos que los hospitales tienen que ser espacios de participación ciudadana, pero en el actual contexto de pandemia esto no es posible. Y creyendo en esa máxima, tener que decir a las familias que deben abandonar las habitaciones y marcharse a sus casas, fue especialmente duro”, señala.

La pandemia marca el ritmo de la asistencia sanitaria y la atención se focaliza en el COVID “porque es necesario”, apunta el doctor Sanmartín, quien, no obstante, insiste en que “no se puede descuidar a otros enfermos”. “No es que haya una desatención, por supuesto, pero sí ha disminuido la atención a los pacientes crónicos con dolencias avanzadas, que están acudiendo menos al sistema sanitario. Los enfermos con cáncer, en concreto, han ido menos a las consultas. Esto es una evidencia sanitaria. La atención se está transformando porque nos tenemos que adaptar a las nuevas condiciones, y la telemedicina está muy bien, pero la medicina tienen una necesidad presencial. Esto es algo que urge reajustar, porque me temo que vamos a convivir bastante tiempo con el COVID y no podemos dejar desatendidas al resto de patologías”, reitera.

A los profesionales del área de Paliativos, subraya el doctor Sanmartín, no les “sorprenden” las dificultades. Forman parte de su día a día. “Atender a los enfermos en el domicilio es complejo, y tampoco hay un apoyo muy decidido por parte del sistema sanitario. Nos manejamos con mucha voluntariedad dentro del ejercicio de la profesión”, remarca. La suya es una labor “muy vocacional” que, reconoce, deberían poder iniciar “mucho antes”. “Incluso en el momento del diagnóstico en algunos pacientes oncológicos o con demencias, pero el sistema nos avisa cuando la enfermedad está ya muy avanzada. No obstante, nuestra pretensión es iniciar el acompañamiento mucho antes. Ya lo hacemos en algunos casos, y podemos ser de gran ayuda”, destaca.