El coronavirus de la variante inglesa causa una infección más duradera y tarda más en ser eliminado por el organismo, y esto lo hace más transmisible. Esta es la principal conclusión de una investigación realizada por científicos de las universidades de Harvard, Yale, Carolina del Norte y Columbia (EE UU) sobre las causas de la mayor contagiosidad de la variante B.1.1.7 del SARS-CoV-2. Aunque preliminar, el estudio ha sido destacado por numerosos expertos internacionales y sugiere también que el tiempo de cuarentena de 10 días podría no ser suficiente para esta variante.

Uno de estos expertos es el científico gallego Tomás Camacho, que trabajó en la prestigiosa Universidad de Harvard y ha compartido los datos del laboratorio que dirige, el Vithas Lab de Vigo, con uno de los autores senior del estudio, Yonatan H. Grad, del Departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard (Boston, EEUU). “A raíz del estudio le he enviado mis datos y, básicamente, coinciden con ese trabajo”, comenta Camacho, que trabajó en el mismo departamento de Harvard que Yonatan H. Grad y mantiene contacto con este investigador.

Para la variante inglesa, el estudio estadounidense establece una fase de proliferación del virus de 5.3 días y una fase de eliminación de 8 días, lo que suma una duración total de la infección de 13.3 días. Para la cepa “tradicional”, la investigación arrojó un periodo de proliferación de 2 días y de eliminación del virus de 6.2 días, es decir, una duración total de la infección de 8.2 días. Por tanto, las cuarentenas actuales de 10 días podrían no ser seguras para los pacientes infectados con la variante inglesa. “Creo que esto plantea los 14 días en estos casos”, sugiere Camacho.

Los investigadores de Harvard analizaron una cohorte de 65 personas infectadas de SARS-CoV-2, entre ellas 7 con la variante inglesa B.1.1.7. Fueron sometidos a pruebas PCR de manera diaria para supervisar las infecciones, que arrojaron una carga viral similar para ambos grupos: 19.0 Ct (ciclos de PCR) para los sujetos con la variante inglesa y 20.2 Ct para los de la cepa tradicional. Cuanto menor es el valor Ct, el número de ciclos que precisa la máquina PCR para amplificar el ARN del virus detectado, mayor es la carga viral.

Desde Galicia, Tomás Camacho le envió a Yonatan H. Grad sus datos de 7 muestras de la variante británica escogidas al azar de las alrededor de 40 que registraban hasta entonces y los resultados coinciden claramente con los de Harvard: la eliminación del virus es más lenta para esa variante B.1.1.7.

Uno de los casos que había detectado hacía 15 días permanecía positivo al cabo de ese tiempo con un Ct de 29. De los siete pacientes analizados por Camacho para el envío de datos a Harvard, cinco de ellos permanecían positivos pasados 12 días de la detección, y además con cargas virales altas en algunos casos (Ct de 16). En los otros dos casos seguían positivos pasados 9 días.

Lo que no coincide es el dato del pico viral, que es muy pronunciado en los casos de variante británica estudiados en el laboratorio del doctor Camacho. En Vithas Lab han constatado tanto una mayor duración de la infección como una mayor carga viral, es decir, un alto número de partículas víricas en el organismo. “Los dos datos parecen lógicos”, apunta. Tal vez una ampliación de este estudio con más muestras pueda aclarar este punto.

“Los hallazgos son preliminares, ya que se basan en siete casos de variante B.1.1.7 —reconocen los científicos de Harvard—. Sin embargo, si se confirma con datos adicionales, un mayor período de aislamiento que el recomendado actualmente 10 días después del inicio de los síntomas puede ser necesario para interrumpir eficazmente las infecciones secundarias por esta variante”, señala el estudio estadounidense. De hecho, Yohatan Grad ha solicitado al laboratorio vigués de Camacho su base de datos, que abarca cerca de 50 muestras de la variante británica.

El laboratorio Vithas Lab de Tomás Camacho, que analiza muestras de una veintena de centros Vithas de buena parte de España, comenzó a detectar la variante inglesa el 24 de diciembre y la semana pasada calculaba un 36% de incidencia de la misma. Este prestigioso científico ha sido uno de los pioneros en detectar desde Galicia la variante B.1.1.7 mediante PCR.

La cepa dominante hoy es ocho veces más infectiva que la de Wuhan

La cepa del SARS-CoV-2 dominante hoy en el mundo no es la surgida en Wuhan en noviembre de 2019, sino otra detectada en Italia meses más tarde y que contiene una mutación llamada D614G. Ahora investigadores de la Universidad de Nueva York (NYU), del Centro del Genoma y del Hospital Monte Sinaí de la misma ciudad han corroborado que esta mutación, también presente en las variantes británica, sudafricana y brasileña, hizo el virus hasta 8 veces más transmisible que el “salvaje” surgido en China. La D614G, que es ahora ubicua en el mundo, es una mutación de la proteína espícula, el “pincho” que el virus utiliza como llave para entrar en las células. “En los meses transcurridos desde que realizamos este estudio inicialmente, la importancia de la mutación D614G ha aumentado: la mutación ha alcanzado una prevalencia casi universal y está incluida en todas las variantes actuales de preocupación”, explica Neville Sanjana, profesor asistente de Biología de la NYU, en la web de esta universidad estadounidense. Los investigadores infectaron células humanas con ambos coronavirus y comprobaron que el de la mutación D614G es hasta 8 veces más transmisible. Existe un consenso entre los científicos sobre la influencia de la mutación D614G en la contagiosidad del virus, pero al principio de la pandemia muchos lo ponían en duda. Uno de los científicos que lo tuvo claro desde el principio fue Daniel Scott-Algara, del Instituto Pasteur de París, quien, en una entrevista publicada en este diario en marzo de 2020, aseguraba que el coronavirus había “mutado muy rápido a formas mucho más agresivas” y que “el virus que infectó al primer paciente en Wuhan probablemente es menos infeccioso que el que está circulando”.