“Paciencia y prudencia, mucha prudencia” es la receta que nos prescribe el responsable de Cuidados Intensivos (UCI) del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), David Freire Moar, para afrontar una desescalada en la que, insiste, “nos jugamos mucho”. “Todavía hay un número elevado de pacientes con COVID en las unidades de críticos de nuestro hospital. Que se descontrolasen los contagios y hubiese una cuarta ola sobre la actual situación sería terrible”, advierte este veterano intensivista, quien reconoce que en el peor momento de la tercera ola llegó a temer que el sistema se viese desbordado. “Era una posibilidad que estaba ahí, porque todos los recursos son limitados y si no sabes cuándo va a empezar a disminuir el flujo de enfermos... En el Chuac teníamos un centenar de camas habilitadas para críticos y se llegaron a ocupar casi 90. Hubo algún día en que solo en las UCI ingresaron una docena de pacientes con COVID, algo inaudito”, subraya.

¿Cuál es su diagnóstico de la actual situación en las UCI del Hospital Universitario?

La situación es algo mejor que semanas atrás, aunque no todo lo mejor que quisiéramos. Las cosas van mucho más despacio que en la primera ola. En la actualidad, hay 35 enfermos con COVID ingresados en nuestras unidades de críticos, casi tantos como en momentos punteros de la pasada primavera. No obstante, estamos bastante contentos porque, semanas atrás, se duplicó con creces esa cifra. Teníamos un centenar de camas habilitadas y llegaron a estar ocupadas casi 90.

El gerente del área sanitaria de A Coruña y Cee, Luis Verde, anunció el miércoles que se ha empezado a retomar la actividad quirúrgica no urgente al disminuir la presión hospitalaria y la ocupación de las unidades de críticos. ¿Qué espacios del edificio principal de As Xubias se destinan, en estos momentos, a los enfermos con COVID más graves?

En la actualidad, tenemos reservadas para enfermos con COVID las dos UCI que se habilitaron en la primera ola de la pandemia, en los antiguos bloques quirúrgicos de la quinta y la sexta planta. Estamos intentado recuperar para actividad ordinaria la UCI de siempre, la que nosotros llamamos “politrauma” o “polivalente”. Y los compañeros del Servicio de Anestesiología están tratando de hacer lo mismo con las unidades de reanimación (REA), porque a todos nos preocupa mucho también la atención de los pacientes no COVID y que el hospital retome, lo antes posible, su ritmo de actividad habitual. En un centro de alta complejidad como el nuestro, hay mucho trabajo que hacer a diario, y el plan que tenemos ahora es ir sacándolo adelante poco a poco.

La tercera ola ha golpeado especialmente al área coruñesa y tensionado, al extremo, el Hospital Universitario. ¿Cómo están los ánimos entre el personal de las UCI tras las semanas tan críticas que han vivido?

En este momento, los ánimos están un poco mejor. Lo pasamos muy mal en los momentos de máxima carga de trabajo, sobre todo, cuando veíamos que no dejaban de ingresar enfermos con COVID en nuestras unidades y que los recursos se podían llegar a saturar. Todo esto unido a la carga emocional y el cansancio acumulado, pues la situación vivida obligó a reforzar las guardias y los festivos, y hubo que hacerlo con la misma cantidad de intensivistas con los que cuenta el hospital, porque no hay especialistas de críticos en paro y el resto de comunidades estaban igual de sobrecargadas, por lo que no se podía hacer una redistribución. Afortunadamente, las cosas han ido mejorando lentamente, y esto es un alivio. Aún estamos un poco cansados, pero ver que la situación mejora y que la carga de trabajo es menor ayuda a que haya cierto optimismo.

¿Temieron que se produjese un colapso?

Era una posibilidad que estaba ahí. Todos los recursos son limitados, y si no sabes cuándo va a empezar a disminuir el flujo de enfermos a las UCI... Lo peor es eso, no ver el final. Se hizo todo lo posible, con muchísimo esfuerzo, para atender la demanda y, afortunadamente, fuimos capaces de hacerlo, pero sí tuvimos esa inquietud y ese miedo.

¿Cuántos pacientes con COVID llegaron a ingresar, en un solo día, en las unidades de críticos del Hospital Universitario?

Hubo algún día en que solo en las UCI ingresaron hasta doce enfermos con COVID, algo inaudito, ya que en el conjunto de nuestras unidades de críticos tenemos una media de seis o siete ingresos a diario.

¿Ha variado el perfil de los enfermos con COVID que llegaron a las UCI en esta tercera ola?

La edad, en general, es más baja. Sí es cierto que en esta tercera ola ha habido algún paciente de entre 75 y 78 años, ocasionalmente de 80, pero también de entre 40 y 45. La mayoría, no obstante, se mueve entre los 50 y los 60 años.

¿Pacientes más jóvenes, y también sin patologías previas?

Así es. El patrón que se suele repetir, en esos casos, es el de la obesidad. Es decir, hay pacientes con COVID que acaban en la UCI sin tener ningún otro factor de riesgo conocido, pero que son obesos.

Galicia inicia hoy su desescalada, aunque en A Coruña el alivio de las restricciones será menor que en otras áreas sanitarias por sus números y porque la ocupación de sus unidades de críticos es todavía elevada. ¿Inquieta, a los profesionales de las UCI, lo que pueda suceder a partir de hoy?

Sí lo vemos con algo de miedo. Todos deseamos volver a la normalidad, pero en este momento no es posible retomar la vida que teníamos antes. Debemos ser muy prudentes. Al relajar las restricciones, es fundamental mantener, y ser incluso más estrictos, con las medidas de protección individual: utilizar mascarilla, reunirse con el mínimo de personas con las que no convivamos, respetar siempre los aforos establecidos en los espacios cerrados... Urge que todos seamos sumamente responsables. Pensar que porque se relajan las limitaciones podemos hacer ya lo que nos dé la gana es un error. Si nos empezamos a juntar con toda la familia y a ir de un lado para otro, el virus se volverá a propagar con gran velocidad. Ya nos pasó en Navidad. No caigamos en lo mismo.

El área sanitaria de A Coruña y Cee entró de lleno en la tercera ola cuando aún no se había rebajado lo suficiente la segunda. ¿A qué nos exponemos ahora si se vuelven a descontrolar los contagios?

Todavía hay muchos pacientes con COVID en las unidades de críticos de nuestro hospital, con la consiguiente carga de trabajo que eso supone. Que se descontrolasen los contagios y hubiese otra ola sobre la actual situación sería terrible.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, confirmó el lunes que ocho de cada diez nuevos casos que se detectan en la demarcación coruñesa corresponden ya a la variante británica del SARS-CoV-2, que se transmite con mayor facilidad. Un motivo más para no bajar la guardia...

Desde el principio sabíamos que el SARS-CoV-2 se transmite con mucha facilidad, y encima ahora circula por nuestra área sanitaria una variante que aún es más contagiosa, algo que seguramente explique el aumento de casos con respecto a la primera ola. Por eso es fundamental extremar las medidas individuales de protección en esta nueva etapa que iniciamos hoy.

“Tras las cifras de fallecidos hay proyectos de vida truncados y familias destrozadas”

La pandemia de SARS-CoV-2 ha grabado imágenes “durísimas, imborrables” en la retina del responsable de Cuidados Intensivos (UCI) del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), David Freire Moar, con cuatro décadas de profesión a sus espaldas y que jamás pensó en vivir “algo así”. “Nunca se me olvidarán la cantidad de pacientes que pasaron por nuestras unidades y que perdieron la vida, esas familias que no pudieron despedirse de sus seres queridos…”, comenta, con un poso de tristeza, este experimentado intensivista, quien asegura que lo único “positivo” que se puede extraer del último año ha sido comprobar “la capacidad del sistema para afrontar una situación tan terrible como una pandemia y conseguir aguantar”. “En el último año hemos confirmado que la naturaleza y la vida nos pueden poner estos obstáculos en el camino y que somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos”, destaca. El doctor Freire insiste en que cada ingreso en UCI es “un drama”. “En ese momento eres consciente de que la vida de esa persona corre peligro. Afortunadamente, la mayoría de los pacientes salen adelante, pero no todos. En esta última ola, la mortalidad en nuestras unidades de críticos osciló entre un 2 y un 15%, aproximadamente, menos que en la primera ola. Pero eso significa que de cada cien pacientes que entran en la UCI, hasta 15 fallecen: 15 personas con nombres y apellidos, proyectos de vida truncados, familiares y amigos destrozados que, en muchos casos, no han podido despedirse… es una desgracia”, concluye.