El malestar y la desconfianza en la UE con la farmacéutica anglosueca AstraZeneca sigue creciendo de forma imparable. El hallazgo de 29 millones de dosis de su vacuna contra el COVID-19 en una planta de la multinacional estadounidense Catalent en Anagni, cerca de Roma, este pasado fin de semana ha desatado una nueva tormenta política por la falta de transparencia con la que actúa la compañía, que firmó el año pasado un contrato para la distribución entre los Veintisiete de 300 millones de dosis —más 100 millones adicionales— pero que sigue muy lejos de cumplir.

El cargamento afloró durante una inspección realizada este pasado fin de semana por los carabineros, tras la petición del comisario de industria, Thierry Breton, al primer ministro italiano, Mario Draghi, para verificar algunos lotes de antídotos ubicados en esta planta y que suman las suministradas por la empresa entre enero y marzo. El origen de la investigación, según destapó ayer el diario italiano La Stampa, está en una visita de Breton a la fábrica de la empresa Halix en Países Bajos, que también utiliza la farmacéutica AstraZeneca en su cadena de producción.

Esta fábrica está todavía a la espera de obtener la autorización de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) por lo que su producción no puede destinarse a los Veintisiete, pero sí al Reino Unido que ya ha recibido remesas de la planta en los últimos meses. Fue tras esta visita cuando Bruselas solicitó la intervención de Italia, el único país que ha utilizado hasta ahora el mecanismo para prohibir exportaciones de vacunas para impedir la salida de 250.000 dosis de AstraZeneca con destino a Australia.

Aunque según el citado diario el destino de parte de las vacunas era el Reino Unido, fuentes del Gobierno italiano explicaron que tenían como destino un centro logístico de Bélgica, para ser distribuidas entre Europa y los países del programa Covax, que integran países con bajos ingresos y que tendrían muy difícil acceder a la inmunización sin el apoyo internacional. La misma explicación que dio la empresa que, en un comunicado, insistió en que las únicas exportaciones previstas son a los países Covax, rechazando que el envío fuera para el Reino Unido, un extremo que Londres niega también.

Concretamente, según la versión de la firma, de los 29 millones de dosis encontrados en Italia 13 están a la espera de superar el control de calidad antes de ser enviadas a los países de bajos ingresos. “Esta vacuna —explican— se fabricó fuera de la UE y se trajo a la planta de Anagni para llenarla en los viales”.

En cuanto a los 16 millones restantes, estarían también a la espera del control de calidad y el destino sería Europa. “Cerca de 10 millones se entregarán a los países de la UE durante la última semana de marzo y el resto en abril cuando reciban la aprobación para ser entregadas tras el control de calidad”, añaden recalcando la complejidad del proceso de fabricación y subrayando que no se trata de una reserva de vacunas.

La Comisión Europea no confirmó el origen exacto de los lotes descubiertos —aunque las sospechas apuntan a la planta de Halix—, ni el destino de los antídotos pero sí recordó que si son para la exportación debe solicitar autorización y reprochó al laboratorio su falta de transparencia sobre cuántas dosis han producido, dónde y para quien.

“Dado que no están cumpliendo con sus compromisos bajo los acuerdos de compra anticipada con la Unión Europea consideramos que es de máxima importancia que garanticen una plena transparencia”, según señalaron fuentes del Ejecutivo comunitario.

“Capitalismo” y “avaricia”, tras el éxito británico, según Johnson

El éxito de la campaña de vacunación en el Reino Unido se debe, según Boris Johnson, a dos factores: “Avaricia” y “capitalismo”. Así se lo dijo el primer ministro el martes por la noche, en una reunión privada de Zoom a un grupo de diputados conservadores. Johnson celebraba que 28,3 millones de personas hayan recibido ya la primera dosis. “Amigos míos, la razón por la que la vacunación es un éxito se debe al capitalismo y la avaricia”, dijo el premier británico. Boris Johnson se dio cuenta de lo provocador del comentario, especialmente en la batalla de vacunas que se libra con Bruselas, e inmediatamente dio marcha atrás, pidiendo a los convocados que borraran “lo dicho de la conciencia colectiva”.

Controversia

La audiencia estaba formada por conservadores del llamado Comité 1922, que engloba a los diputados tories sin cargos en el Gobierno y conocidos por sus posiciones en el ala derecha más radical del partido. Varios de ellos han corroborado lo dicho por Johnson, mientras sus portavoces en Downing Street ni confirman ni desmienten. De acuerdo con uno de los asistentes a la reunión privada por videoconferencia, David TC Davies, secretario para Gales, Johnson “dejó absolutamente claro que se trataba de una broma en referencia a la película Wall Street”. Otras fuentes se empeñan en aclarar que no fue una crítica en modo alguno a las compañías farmacéuticas y su posible afán de lucro.