Todas las muestras de SARS-CoV-2 que se analizan en las áreas sanitarias de A Coruña y Pontevedra son ya de la variante británica B.1.1.7, según un estudio llevado a cabo por investigadores de los siete hospitales de referencia de Galicia, al que la directora xeral de Saúde Pública, Carmen Durán, hizo referencia, este jueves, en el Parlamento, y que cifra en un 90% la presencia de esa cepa en la comunidad gallega.

Los datos de Galicia se corresponden con los del conjunto de España y Europa, donde la B.1.1.7 manda. Una variante “más contagiosa, que causa cuadros más graves y con mayor tiempo de hospitalización” y que, según un estudio preliminar de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (Massachusetts, EEUU), también podría desencadenar infecciones más prolongadas, de manera que los portadores tendrían capacidad para contagiar durante más tiempo, lo que obligaría a replantearse la duración de la cuarentenas, fijada actualmente en 10 días.

Hace un par de semanas, la jefa del Servicio de Medicina Preventiva del área sanitaria de A Coruña y Cee, María José Pereira, ya apuntaba en este diario la existencia de “indicios” que insinúan que la variante británica “puede tardar más tiempo en producir la enfermedad”. “Normalmente, hablamos de 48 horas como el periodo en que un paciente que va a desarrollar el COVID puede transmitir el virus. Algún estudio sugiere, sin embargo, que con esta variante ese periodo se puede alargar más, y que el infectado puede estar transmitiendo el SARS-CoV-2 tres o cuatro días. Y no solo eso: otras publicaciones apuntan a que también se puede tardar más tiempo en dejar de ser infectivo, hasta 12, 13 o 14 días. Si esto se llega a confirmar, quizás sea necesario revaluar la actual política de cuarentenas y aislamientos”, exponía, entonces, la doctora Pereira, integrante del subcomité clínico que asesora a la Consellería de Sanidade en la pandemia.

A la “evidencia científica publicada hasta la fecha” se remite el responsable del Servicio de Microbiología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Germán Bou, para asegurar que las infecciones provocadas por la variante británica son “más prolongadas”, y esto hace “que se tarde más en eliminar el virus”. “Este período prolongado de infectividad puede llegar a ser, en función del estudio, y en comparación con la variante común, de entre 2 a 5 días”, señala el doctor Bou.

No obstante, el también presidente de la Sociedade Galega de Microbioloxía reconoce que los trabajos que avalan esos datos, “desgraciadamente, no son muy numerosos y quizás se requieran un mayor número de investigaciones científicas” para adoptar una medida como la de prolongar las cuarentenas de 10 a 14 días. “A la luz de los esos estudios, sí sería lógico hacerlo”, expone Germán Bou, quien reconoce que “la irrupción de ese linaje, no solo en Galicia, sino prácticamente a nivel global, nos obliga a replantearnos las medidas tal y como las hemos hecho hasta ahora”.

Mar Tomás Carmona, microbióloga del Chuac y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), considera, sin embargo, que la evidencia científica asociada a la ampliación de las cuarentenas de 10 a 14 días es “escasa en relación a la variante británica”. “Por el momento, solo existe un trabajo en revisión por pares [el de Harvard] en el cual lo analizan en un número muy limitado de pacientes, siete concretamente”, apunta la doctora Tomás, quien indica que, en principio, “los pacientes hospitalizados son los que deberían presentar mayor carga viral a los 10-14 días de sintomatología y podrían contagiar”.

“Si el paciente es inmunocompetente, menor de 65 años, con buena evolución clínica y presenta ciclos de amplificación asociados a baja carga viral con producción de anticuerpos (IgG), la posibilidad de contagio es baja a los 10 días de inicio de los síntomas. Siempre es adecuado tener un contexto clínico en relación con los estudios microbiológicos para tomar decisiones sobre la posibilidad de desaislar”, sostiene la portavoz de la Seimc, quien, no obstante, destaca que las cuarentenas de 7 días aplicadas en países como Alemania y Reino Unido “sí son insuficientes en relación a la variante británica B.1.1.7”.

El profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública Juan Gestal sí cree que “puede ser conveniente alargar a 14 días” los aislamientos, pues “se ha visto que, con la cepa británica, las cargas virales son más elevadas y su descenso se prolonga más en el tiempo”. “Unos 12,5 días de promedio”, asegura.

También la catedrática de Inmunología África González apuesta por “alargar el periodo necesario para estar seguro de que la persona ya no contagia”. “Al ser la británica una variante más contagiosa, que entra mejor en las células, la carga viral es superior. Si, tras 10 días, un individuo sigue portando virus, puede seguir infectando. Por eso se deberían hacer siempre pruebas PCR antes de abandonar las cuarentenas”, concluye.

Expertos urgen “extremar la prevención” en Semana Santa y avisan: “Hay mucha población vulnerable sin vacunar”

Pese a que Galicia transita, desde hace días, en una “meseta”, tras el paulatino descenso de casos activos y hospitalizaciones por COVID de las últimas semanas, expertos consultados por este diario instan a no bajar la guardia, e incluso “extremar las medidas de prevención”, de cara a Semana Santa para evitar una cuarta ola que, advierten, sería “catastrófica”.

“Las incidencias en muchas comunidades autónomas han estancado su descenso o están repuntando. Existe un claro peligro de una cuarta ola que podría ser muy grave, pues todavía hay un porcentaje muy elevado de población vulnerable sin vacunar”, avisa el profesor emérito de Medicina Preventiva y Salud Pública Juan Gestal, quien recuerda que los datos actuales “aún no reflejan los contagios del puente de San José”, de ahí que una mayor movilidad en Semana Santa suponga “un serio peligro” si no somos muy prudentes y “limitamos al máximo los contactos, manteniendo siempre las medidas de prevención”.

“Hay que insistir en la conducta responsable individual y el control en aeropuertos y estaciones de tren mediante PCR de origen negativas; aislar a los positivos y rastrear sus contactos; secuenciar más para detectar variantes; usar mascarilla y evitar los espacios cerrados; y vacunar más, y en el menor tiempo posible, a los más vulnerables: las personas mayores. Ellos deben ser la prioridad”, subraya la catedrática de Inmunología África González, quien advierte de que el retraso en la vacunación “va a llevar a tener más cepas del virus”. “Y como indica la OMS, debemos pensar también en que urge vacunar a todos los mayores en ‘todos los países del mundo’”, remarca.

El jefe de Microbiología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Germán Bou, insta también a aplicar de forma estricta las medidas de protección individual que, a estas alturas de la pandemia, “todos conocemos bien”. “Uso de mascarilla, distanciamiento social e higiene de manos, especialmente, en espacios cerrados o poco ventilados”, enumera el doctor Bou, quien recuerda que “la movilidad y la interacción social facilitan la transmisión del virus”. “El SARS-CoV-2 necesita a las personas para sobrevivir y perpetuarse. Hay que romper las cadenas de transmisión. No repitamos lo que pasó en Navidad”, reclama.

Junto con las medidas de prevención referidas por el doctor Bou, la portavoz de la Sociedad Española de Microbiología Clínica (Seimc), Mar Tomás Carmona, expone que “múltiples trabajos” plantean como “herramienta clave para cortar las cadenas de transmisión del SARS-CoV-2”, los estudios moleculares en saliva a través de cribados poblacionales. “Un trabajo reciente publicado en Nature Medicine confirma la importancia de la saliva como mecanismo de transmisión del virus en pacientes asintomáticos o en periodo de incubación (presintomáticos), cuando la contagiosidad es mayor junto con los días de inicio de los síntomas y, por tanto, la necesidad de detectar de manera precoz a esos pacientes para evitar la expansión del SARS-CoV-2”, señala.