En la última semana, el presidente del Gobierno ha comparecido varias veces ante la prensa para, entre otras cosas, aconsejar tranquilidad a los españoles frente al proceso de vacunación en marcha. Señal inequívoca de que tanto él como su equipo intuyen el desconcierto que puede estar embargando a una parte de la población justo cuando el plan de inoculación puede empezar a tomar, en virtud de las dosis ahora disponibles, “velocidad de crucero”.

El desbarajuste que se está viviendo en torno a la gestión del preparado de AstraZeneca no ayuda: en España, el Ejecutivo central y las comunidades decidieron que esta marca no se administre a menores de 60 años hasta que no haya más datos científicos sobre su posible vinculación con trombos. Se ha pasado de negar que los escasísimos, pero existentes, episodios de trombosis detectados en vacunados tuvieran algo que ver con la sustancia inoculada a admitir la probabilidad y a optar por la sobreprotección. En este enrevesado contexto y mientras se sigue reclamando calma, está a punto de comenzar un sondeo para testar la confianza de los españoles en las vacunas.

Será la tercera entrega de una encuesta sobre la percepción social de la campaña vacunal, solo que esta vez la fecha elegida para impulsarla coincidirá con un bache de credibilidad a raíz de los problemas de suministro y los vaivenes en la pauta del preparado de AstraZeneca. Y en la estrategia para comunicar de los responsables políticos, también.

El sondeo está en manos del Ministerio de Ciencia e Innovación y se realizará telefónicamente. Sus resultados servirán a Pedro Sánchez y los suyos para tomar decisiones sobre los planes de comunicación y pedagogía que puedan ser necesarios en los próximos meses.

Sánchez garantizó en esa jornada que, con la planificación oficial, la “más prudente y conservadora”, que “a finales de agosto” el 70% de la población española estaría inmunizada ante el coronavirus, esto es, unos 33 millones de personas. Para ello, además de con el trabajo del Ejecutivo central y las autonomías, sabe que hay que contar con las dosis necesarias y con la colaboración ciudadana, para lo que es imprescindible que el miedo no acabe imponiéndose a la razón.