La Universidade da Coruña (UDC) pondrá en marcha a final de mes un programa de voluntariado con el objetivo de que alumnos de grados sanitarios ayuden a pacientes hospitalizados con COVID a comunicarse con sus familiares a través de videollamadas. El proyecto tiene una doble finalidad: por una parte paliar la soledad que viven algunos de estos pacientes que no pueden recibir visitas y además no están acostumbrados al manejo del móvil o de la tablet y por otra “evitar la incertidumbre que genera en las familias el no poder comunicarse directamente con el ingresado”, explica el director de la Oficina de Cooperación e Voluntariado de la UDC, Jesús Cendán.

Al temor y la angustia de tener que ingresar por coronavirus, estos pacientes suman el no poder tener visitas debido al riguroso protocolo antiCOVID. Para muchos, especialmente gente mayor que no maneja el móvil o la tablet, entrar en el hospital supone afrontar la enfermedad y los días en el centro —que pueden convertirse en semanas o meses— sin saber nada de sus familiares. Y lo mismo ocurre con quienes les esperan fuera que ven pasar los días con incertidumbre al no poder hablar directamente con sus seres queridos. Por ello, ante la necesidad surgida durante esta pandemia, la Cátedra de Cronicidade de la Universidade de Santiago puso en marcha en enero el bautizado como Proxecto Higea que ahora se ampliará al área sanitaria coruñesa.

Los beneficiarios serán aquellos pacientes que, bien por su edad, sus escasos conocimientos de la tecnología o por su situación clínica no tienen facilidad para llamar a sus familias o enviarles un wasap de cómo se encuentran. “Por una parte hay que tener en cuenta la brecha digital que existe y por otra, también se atenderá a pacientes que aunque si estuvieran bien podrían comunicarse sin problemas, ahora debido a su situación no les es fácil”, sostiene Jesús Cendán, quien reconoce que no saben bien qué perfil de ingresado se encontrarán los primeros voluntarios. “Aunque puede pensarse en gente mayor, ahora ya está avanzada la vacunación y no sabemos el perfil del hospitalizado. Lo mismo ocurre con las plantas COVID, todo depende de la evolución de la pandemia”, indica el responsable de la Oficina de Cooperación, quien deja claro que precisamente el depender de los datos de pandemia hace que este proyecto no tenga fecha límite. “Mantendremos esta medida hasta que sea necesario”, sostiene.

La dinámica será sencilla. La UDC entregará un teléfono móvil a cada voluntario que tendrá asignada una planta COVID determinada. Se establecerán turnos entre los voluntarios y aunque “todo dependerá del número total de personas que se presenten”, indica Cendán, la idea es que cada voluntario esté una semana en la misma planta —para evitar que los pacientes tengan que tratar cada día con una persona diferente— y descanse otras dos. “Una vez en el hospital serán los trabajadores sociales los que nos indiquen qué pacientes son más susceptibles de poder necesitar este servicio”, indica Jesús Cendán, quien añade: “Los voluntarios irán por las habitaciones y ayudarán a los pacientes a comunicarse con sus familiares a través de una videollamada porque la imagen en estos casos aporta mucho”. Desde la UDC recuerdan que los voluntarios mantendrán la confidencialidad de las conversaciones.

Este programa de voluntariado está dirigido en exclusiva a alumnos de tercero y cuarto curso de titulaciones sanitarias como Enfemería, Terapia Ocupacional o Fisioterapia así como a matriculados en másteres sociosanitarios. “Hacemos este filtro porque es un programa que se realiza en plantas COVID que son zonas complicadas a nivel de logística, de moverse, donde hay unos protocolos y estos alumnos ya han hecho prácticas y son perfiles” que tienen un mayor conocimiento de cómo trabajar en estas áreas que otro tipo de alumnos, explican desde la UDC, donde recuerdan que, pese a ello, recibirán una formación específica que incluirá, entre otros aspectos, la colocación de los equipos de protección individual (EPI). Por el momento, la convocatoria acaba de abrirse y ya hay tres inscritos, pero la UDC espera contar con más voluntarios para poder llevar a cabo este proyecto relacionado con la pandemia.

Pero este programa de voluntariado, que en colaboración con el Sergas se espera poder ampliar a las siete áreas gallegas, no es el único que desde la UDC realizan en el ámbito sanitario. La Oficina de Cooperación e Voluntariado de la entidad coruñesa colabora desde hace más de cinco años con la unidad de salud mental del Hospital de Oza, “donde trabajamos en los que se llama el empuje social, es decir, acompañar a personas diagnosticadas a una biblioteca, a una cafetería para que se animen a realizar nuevas actividades”, dice Cendán, quien recuerda que, antes del COVID, también se realizaban actividades de ocio en el Materno para niños menores de 3 años.