Los empleados de Google vuelven a protestar contra los casos de acoso sexual vividos en la empresa. Más de 500 trabajadores del poderoso gigante tecnológico estadounidense publicaron el pasado viernes una carta en la que exigen que se deje de proteger a aquellas personas acusadas de abusar de sus compañeras o de intentarlo. Desde entonces la cifra de firmas de empleados ha crecido a 1.796.

"Se trata de un largo patrón en el que Alphabet (su empresa matriz) protege al acosador en lugar de proteger a la persona perjudicada por el acoso", dice la carta. "La persona que denuncia el acoso se ve obligada a soportar la carga, normalmente dejando Alphabet mientras su acosador se queda o es recompensado por su comportamiento”.

Las denuncias de estos trabajadores están fundamentadas. Dos días antes, la exingeniera de Google Emi Nietfeld explicó en un artículo en el ‘New York Times’ que, tras denunciar un caso de acoso en la oficina por parte de su supervisor, se la obligó a seguir manteniendo reuniones con él y a sentarse a su lado. Durante un año no denunció el caso por “miedo a ser expulsada” y al hacerlo se le recomendó “trabajar desde casa o tomarse unas vacaciones”. Otras seis empleadas de Google habían expresado que sus comentarios les hacían sentir incómodas e incluso que no querían trabajar con él.

Con eso en mente, la carta firmada por casi 2.000 empleados de la que es probablemente la compañía tecnológica más poderosa del mundo —controla el mercado de los buscadores de Internet con Google, el de los ‘smartphones’ con el sistema operativo Android y el de los vídeos con Youtube— plantea dos exigencias: que los acosadores no lideren ningún equipo y que, de verificarse las denuncias, se los cambie de grupo para no obligar a las víctimas a convivir con ellos.

Acumulación de escándalos sexuales

No es la primera vez que los empleados de Google denuncian que la empresa protege a los acosadores. En 2018 unos 20.000 trabajadores en todo el mundo, desde California a Berlín o Tokio, salieron a las calles para protestar por escándalos como el de Andy Rubin, creador del software para móvil Android y pieza esencial en el éxito de la compañía. Una investigación interna encontró creíbles el testimonio de una mujer que lo acusaba de obligarla a practicarle sexo oral en un hotel en 2013. Aunque Google reconoció esos hechos y solicitó su renuncia los ocultó y terminó pagando a Rubin una indemnización de 90 millones de dólares.

Un año más tarde se destapó que, en 2016, Google había respondido con la misma estrategia a un caso similar. Amit Singhal, exvicepresidente de búsqueda de la compañía, fue entonces obligado a dimitir tras ser investigado por conducta sexual inapropiada. A cambio se le indemnizó con un paquete que podría llegar a los 45 millones de dólares. Ese caso se conoció después que varios accionistas denunciasen a la junta directiva de Alphabet, acusando a sus miembros de tratar de encubrir esos abusos.

Portavoces de Google han señalado a la prensa estadounidense que, tras las protestas de 2018, la compañía ha cambiado la manera en que responde a las acusaciones de acoso sexual.