No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices”, señala Andrés Pascual citando al novelista Robert L. Stevenson. Escritor y conferenciante experto en gestión del cambio y resiliencia, Pascual, tras ejercer 20 años como abogado, decidió colgar la toga y labrarse su felicidad emprendiendo proyectos de creatividad y crecimiento personal que han merecido importantes reconocimientos. 

¿En qué consiste el programa Executive en Chief Happiness Officer que usted dirige en UNIR?

Es un programa pionero destinado a directivos que desean aprender las habilidades del nuevo Líder del Bienestar. Enseñamos a gestionar la felicidad corporativa desde sus tres dimensiones, física, emocional y social, siempre con el trabajador en el centro. Por eso hemos bautizado nuestra formación como “Método Doshin’en”, que en japonés significa círculos concéntricos. Abrazamos la enseñanza zen de que una diminuta gota de lluvia en un estanque provoca enormes círculos expansivos, al igual que toda pequeña acción dirigida a incrementar el bienestar de las personas provoca beneficios inimaginables, que se expanden al equipo y a la organización.

¿Abogan por la implantación de un ‘Jefe de felicidad’ en los departamentos de RR.HH.?

Últimamente vengo impartiendo una conferencia que he titulado “Felicidad o extinción” para advertir que el bienestar corporativo se ha convertido en una necesidad inexcusable. Si el organigrama no da para tener un CHO con despacho propio, todos los directivos habrán de incorporar las habilidades del nuevo Líder del Bienestar para crear la nueva cultura que reclaman las nuevas generaciones. Ser felices no es un derecho, sino una responsabilidad. Hemos de perseguir y potenciar la felicidad, entendida no como un anhelo etéreo, sino como un bienestar medible que nos permita estar al máximo de nuestras posibilidades.

¿Cuáles serían sus funciones?

El CHO es como un ingeniero de Fórmula 1 que busca nuevas formas de obtener una mejora continua en una obra de arte, como son las personas que trabajan en una empresa. Se trata de cuidarlas como es debido y poner el foco en sus potencialidades. Tras contrastarlo con expertos de renombre internacional y CHOs que forman parte del claustro, hemos concretado las habilidades del Líder del Bienestar en diez. Van desde promover el autoconocimiento y el aprendizaje, fomentar un propósito y unos valores que tiendan a la trascendencia, diseñar bienestar por los cinco sentidos, facilitar la implantación de hábitos saludables, hasta medir el bienestar y promover su integración en la evaluación del desempeño.

Si el éxito se mide por los beneficios. ¿Cuál es el impacto de tener líderes formados en bienestar?

Según la consultora Gallup –entre otros estudios–, invertir en bienestar supone un 41% menos de absentismo y un 55% menos de rotación de personal, además de impulsar la creatividad y la productividad. Por no decir que un empleado feliz sufre un 125% menos de estrés, según Harvard Business Review, menos bajas, menos errores… Esto es, más beneficios y menos costes, un ROI espectacular y demostrable en tablas Excel. Cifras aparte, si favorecemos el bienestar, obtenemos a cambio un mayor rendimiento porque cuando nos encontramos bien, dedicamos más tiempo de calidad y más energía a las tareas encomendadas.

¿Cuáles diría que son las asignaturas pendientes más importantes de las empresas españolas?

No estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época, por lo que tenemos que crear nuevas estrategias desde cero. Hemos de desterrar la cultura del presentismo, que durante generaciones nos obligaba a estar pegados a la silla como una demostración de entrega a la empresa, y que ahora nos obliga a estar conectados todo el día, cuando la verdadera lealtad se mide por la atención plena y el entusiasmo que dedicamos a cada minuto. Otro aspecto que necesitamos potenciar es la comunicación, entendida como un intercambio constante de información y de emociones.

Con plantillas cada vez más diversas, ¿es posible determinar factores de felicidad comunes?

La experiencia con responsables de recursos humanos y CHOs nos llevó a crear nuestro HappyMeter, una herramienta propia de medición del bienestar con 10 factores que serían las claves de la felicidad corporativa. A nivel individual estaría la remuneración, el desarrollo –o formación para impulsar la carrera– y la plenitud personal. A nivel de equipo, las claves serían la dinámica –en cuanto a flexibilidad y conciliación–, el ambiente de trabajo y el reconocimiento de nuestra labor. Y, a nivel organizativo, el entorno, un liderazgo ejemplarizante y comunicativo, y una cultura que abandere unos valores con los que nos identifiquemos.

¿Cómo de importante es el dinero frente a otros factores?

Te sorprendería saber lo poco que el dinero, a la larga, influye en nuestra felicidad. Una vez cubrimos las necesidades básicas y tenemos un mínimo de confort, comenzamos a poner el foco en otros aspectos. Cuando examino el nivel de bienestar de mis alumnos o trabajadores de las empresas a las que asisto como formador, veo que siempre querrían ganar un poco más, pero lo que realmente anhelan es ganar en otros aspectos como la promoción, la comunicación o la flexibilidad.

Regularmente se publican los rankings de las mejores empresas para trabajar. ¿Qué tienen que no tengan las demás?

Tengo la fortuna de contar como amigos y profesores del claustro a responsables de felicidad de las empresas que han marcado el camino: Lidia Nicolau, CHO pionera de Habitissimo; David Tomás, CEO de Ciberclick, empresa nombrada dos años Great Place to Work; Marta Villarino, directora de Felicidad y RSC en Vigón y Hospital Optimista… Y si hay algo que hacen bien es medir constantemente el bienestar de los empleados con diversas herramientas. Tienen sus semáforos diarios, semanales o mensuales que no solo aportan datos para ir corrigiendo las estrategias de bienestar, sino que además logran que los trabajadores se sientan escuchados como parte fundamental de la empresa que son.

¿Han cambiado nuestra perspectiva a raíz del coronavirus?

Se dice que hemos aprendido a valorar las pequeñas cosas, pero el objetivo es valorar desde la gratitud cualquier cosa que nos toque vivir, sea pequeña, mediana o grande, en lugar de vivir anclados en la carencia y la comparación, que nos genera una frustración constante. Para ello necesitamos dejar de tener la mente proyectada en un pasado nostálgico que ya no existe o en un futuro idílico que tampoco llegará nunca si no lo construimos ahora. El ahora es un regalo, por eso se le llama presente. Aquí y ahora nos espera toda la felicidad del mundo, porque es el único momento que existe.

En estos tiempos en los que tener trabajo es un lujo, ¿ser, además, felices en él no es demasiado pedir?

El novelista escocés Robert Louis Stevenson dejó escrito: «No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices», y tenía toda la razón. Hemos de luchar por un estado de plenitud que nos permita entregarnos al mil por cien a las cosas que amamos y a los proyectos en los que creemos. Y, cómo no, a nuestro trabajo, que es un pilar fundamental de nuestra vida.