Besos y abrazos volvieron ayer a las residencias sociosanitarias de Galicia, tras más de un año prohibidos por la pandemia de COVID. Sin pantallas de por medio, ni plásticos, ni distancias. Piel con piel. Dos meses y medio después de completarse la campaña de vacunación en esos centros, y coincidiendo con el fin del segundo estado de alarma, la Xunta dio luz verde a que los usuarios y sus familiares retomen el contacto físico que el SARS-CoV-2 les negó, con la tranquilidad que les infiere el escudo protector de Pfizer. Los residentes en centros situados en municipios en nivel medio o medio-bajo de restricciones podrán empezar a disfrutar, también, de un máximo de cinco salidas por semana. Una inyección de ánimo, a buen seguro, para el colectivo más golpeado por el COVID.
Más felices que de costumbre, si cabe, recibían ayer las visitas de sus seres queridos Pilar Varela y María Santiso, residentes en La Milagrosa (A Coruña), sabedoras de que por fin iban a poder achucharlas. “Teníamos tantas ganas...”. También David López, residente de Aspronaga (Oleiros), aguardaba con entusiasmo la llegada de su madre. Ya reunidos, unos y otros posaron, ilusionados, para inmortalizar un momento que, insisten, “ya tocaba”.
Las residencias sociosanitarias de Galicia se mantienen, desde hace semanas, como espacios prácticamente libres de SARS-CoV-2. En la actualidad, hay trece infecciones activas vinculadas a esos centros —11 usuarios y 2 trabajadores—, aunque todas corresponden al brote detectado en la residencia DomusVi Chantada, de esa localidad lucense, a principios de este mes.
La vacunación tiene mucho que ver, sin duda, en la situación epidemiológica de estos recintos, los más castigados desde el inicio de la pandemia de COVID, y especialmente durante la primera ola. De hecho, los primeros datos de un estudio puesto en marcha por investigadores del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), y dado a conocer esta semana, revelan que el 94% de los usuarios de residencias de mayores del área sanitaria coruñesa, y todos sus trabajadores, tenían anticuerpos a las tres semanas de recibir la segunda dosis. El equipo del Chuac hará un seguimiento a los internos de dos de estos recintos —Padre Rubinos y Orpea— para evaluar su inmunidad durante un año.