César Román, el rey del Cachopo, mantuvo ayer su inocencia ante el jurado que decidirá si mató a Heidi Paz, a la que acusó de pertenecer a una banda de narcos compinchada con un comisario que le amenazó con pegarle un tiro, a la vez que aseguró que la Policía no ha investigado bien el caso.

La Fiscalía pide para él 15 años y cinco meses de prisión por homicidio y profanación de cadáver con las agravantes de parentesco y motivos de género. La acusación particular ejercida por la familia de Heidi pide 25 años por asesinato con alevosía y agravante de parentesco y género, más otro año por maltrato habitual.

“Lo he dicho un millón de veces. No pude ni matarla ni besarla”, dijo durante una extensa declaración de más de cuatro horas en la que defendió su inocencia tajantemente y mostró folios del sumario que tenía delante de sí y en la que solo se le quebró la voz una vez, tras asegurar que no la mató en su piso ni la llevó en una maleta a una nave.

Según su relato, vio a Heidi por última vez el 3 de agosto de 2018 y su última conversación con ella fue el día 5 de madrugada, porque ella le llamó por si tomaban algo, a lo que él se negó. En este punto, se preguntó por qué nunca se ha llamado a declarar al amigo de Heidi que estaba con ella.

Expuso que, como demuestran el GPS del taxi que cogió el 5 de agosto, la posición de su móvil y otras pruebas como que en su casa no se halló sangre, él no mató a Heidi ni la descuartizó ni quemó parte de sus pertenencias y sus prótesis mamarias.

De hecho, en su declaración se mostró como víctima de la “presunta” víctima mortal —porque él duda de que el torso encontrado sea de Heidi— asegurando que ella le contó su verdadera vida tras romper su relación: había llegado de Honduras huyendo del jefe de una mara que se encaprichó con ella y acabó trabajando de prostituta y vendiendo droga, participando en al menos dos “vuelcos” o robos a narcos de cocaína. Por eso supone que un amigo de Heidi, al que esta había pedido prestados 9.000 euros, le llevó una vez desaparecida ella —el 13 de agosto— a una cita con un comisario de Policía que le preguntó por Heidi y al decirle que no sabía dónde estaba, le pidió a él “los doce kilos de droga” y le puso una pistola en la tripa, diciéndole que tenía 48 horas para encontrar el estupefaciente o le matarían. Este comisario le dijo, según Román, que “Heidi nunca había hecho algo así, pero mientras estaba con él hacía tonterías”, motivo por el que él temió por su vida y decidió irse a Zaragoza.

Allí preguntó a unos conocidos de la Guardia Civil si se le buscaba oficialmente, y le aseguraron que no, al igual que su primer letrado en el caso, Javier Notivoli, que le indicó, además, que, según la prensa, el cuerpo encontrado en su nave no era el de Heidi Paz.

Este dato es en el que se basa su defensa; la otra parte asegura que quedó demostrado, con una prueba de ADN, que el tronco era de Heidi.

La crítica más agria del acusado fue para los investigadores: “Hay errores en la investigación y “no hay ni una sola prueba contra mí” .