Despertar de la anestesia, abrir los ojos y sumergirse en un fondo marino plagado de tiburones, pulpos, ballenas o medusas, compartir habitación con peces globo, caballitos de mar o cangrejos y amanecer entre tortugas, algas o corales es posible en la UCI Pediátrica del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, gracias a la cuarta intervención artística llevada a cabo por la Fundación María José Jove en las instalaciones del centro coruñés, en esta ocasión, de la mano de la ilustradora Araceli Paz, autora de los murales que llenan de color, y que sobre todo humanizan, una estancia a priori fría, “llena de máquinas y gente extraña” para los pequeños ingresados.

Murales de Araceli Paz en la sala de espera de la UCI Pediátrica del Hospital Teresa Herrera de A Coruña. L. O.

“Nuestro hospital, el Servicio de Pediatría y, en concreto, los compañeros de la UCI Pediátrica, trabajamos desde hace mucho tiempo en la humanización del entorno asistencial, mediante diferentes estrategias, con el único fin de situar a los niños y sus familias en el centro de todos los cuidados”, subraya la coordinadora de la UCI Pediátrica del Teresa Herrera, Carmen Ramil, quien especifica que la suya es una unidad “abierta a los padres”, donde “se favorece la comunicación y se procura el mayor bienestar”, tanto para los pacientes y sus seres queridos, como para los propios trabajadores. “Estamos en un centro antiguo, que ya se remodeló muchas veces y que, por tanto, tiene sus limitaciones. En este contexto, una de las cuestiones que nos quedaba pendiente era crear un ambiente amable en la UCI, adecuado a las necesidades de los niños, con una decoración especial (imágenes, colores...) que disminuya el estrés lumínico y aumente el confort, y esto es lo que ha hecho la Fundación María José, que ya llevó a cabo iniciativas similares en otras unidades del Servicio de Pediatría, y todos estamos muy contentos con el resultado. En el caso concreto de la UCI, antes era un espacio triste, blanco y muy técnico, y ahora tiene un toque mucho más humano”, reitera.

Murales de Araceli Paz en el mostrador de control de la UCI Pediátrica del Hospital Teresa Herrera de A Coruña. L. O.

Junto con las intervenciones llevadas a cabo por la Fundación María José Jove para adecuar los espacios a las necesidades de los niños y sus familias, la coordinadora de la UCI Pediátrica del Teresa Herrera explica que la estrategia de humanización de esa unidad se centra en varias líneas. “Además de ser una unidad de puertas abiertas, damos muchísima importancia a los cuidados al final de la vida, e incluso hacemos un seguimiento a las familias con posterioridad al ingreso, porque siempre hay un cierto riesgo de que sufran una especie de estrés postraumático. Trabajamos todos estos aspectos para mejorar la calidad de los cuidados que ofrecemos, y lo hacemos en equipo, médicos y enfermeras”, apunta Carmen Ramil, e insiste: “Comunicamos siempre a las familias que estamos a su disposición para lo que necesiten, que pueden recurrir a nosotros si tienen cualquier duda. Y en el caso de los pacientes que tienen que venir a revisión, tomamos el pulso de ciertas cuestiones que quizás en su momento no nos comentaron, y que nos ayudan para mejorar la atención de otros enfermos. Es algo que hacemos de forma habitual, aunque la mayoría de los niños que pasan por la UCI se curan y ya no los volvemos a ver por el hospital. Y eso es, sin duda, lo mejor que puede pasar”, destaca.

Pacientes de toda Galicia

La UCI Pediátrica del Teresa Herrera cuenta con nueve camas, dos de aislamiento, por las que cada año pasan más de 400 pequeños, desde bebés de apenas un mes, hasta adolescentes de 15 años, e incluso jóvenes de hasta 18, en función de su enfermedad. “Nuestra UCI es una unidad polivalente, que atiende a menores con patología médica y también en el postoperatorio de prácticamente todas las especialidades quirúrgicas: cirugía cardíaca, cirugía infantil, traumatología, neurocirugía, grandes quemados… Nuestro hospital es centro de referencia en muchas de estas áreas y, por tanto, recibe a pacientes de toda Galicia, pero también de otras comunidades autónomas”, expone Carmen Ramil, quien asegura que la pandemia de COVID no ha repercutido, de forma significativa, en el funcionamiento de esa unidad. “Las cifras de 2020 son similares a la de años anteriores. Al no haber golpeado el COVID al área pediátrica, las cirugías programadas se mantuvieron sin problemas, a diferencia de lo sucedido en el edificio principal del Complexo Hospitalario Universitario (Chuac), donde sí hubo que restringir muchísimo esas intervenciones. Obviamente, atendimos a menos pacientes con patologías médico-infecciosas, porque los niños pasaron buena parte del tiempo encerrados en sus casas y sin ir al cole, pero sí tuvimos actividad programada en la UCI, que supone en torno al 35-40% del total”, señala.

Carmen Ramil, en la entrada de la UCI Pediátrica del Hospital Teresa Herrera. L. O.

Carmen Ramil | Coordinadora de la UCI Pediátrica del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera

“El COVID obligó a restringir el acceso a nuestra unidad a un solo padre por niño”

“El COVID se ha portado bien con los niños, salvo en casos anecdóticos. En el último año, incluso disminuyó muchísimo la patología médico-infecciosa en la población pediátrica, por el confinamiento domiciliario y el uso de la mascarilla. En lo que sí afectó la pandemia a nuestra unidad es en que tuvimos que remodelar un poco la presencia de los padres”, explica Carmen Ramil, coordinadora de la UCI Pediátrica del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, quien detalla que la emergencia sanitaria obligó a consensuar que los pequeños ingresados en esa unidad solo puedan estar acompañados por uno de sus progenitores, y siempre y cuando no haya riesgo de que estén infectados por el SARS-CoV-2. “Se decidió proceder así para minimizar al máximo el riesgo de contagio de los otros pacientes y de los profesionales sanitarios, que somos un bien escaso, ya que no es fácil conseguir especialistas en cuidados intensivos pediátricos”, destaca. Cuando los niños no podían estar acompañados por ninguno de sus padres en la UCI Pediátrica, “porque había que descartar el COVID y tenían que estar aislados”, los profesionales de esa unidad se las ingeniaron para buscar alternativas, como la realización de videollamadas, a través de móviles o tablets. “Creo que actuamos bastante bien, asumiendo un riesgo mínimo. Es más, en el caso de algún niño que estaba a punto de fallecer, hicimos una excepción y permitimos la presencia de más familiares de forma controlada. El cuidado al final de la vida también es una parte muy importante de la humanización, y aunque afortunadamente mueran pocos pequeños, esa realidad está ahí y hay que darle respuesta también”, remarca.

‘Superhéroes’ en el Hospital de Día y Urgencias más amables

El trabajo realizado en la UCI Pediátrica y la sala del despertar del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera es la cuarta intervención artística de este tipo llevada a cabo por la Fundación María José Jove en el centro coruñés. La primera tuvo lugar en 2013, cuando convirtió el Hospital de Día Pediátrico en una “fábrica de superhéroes”; la segunda, en 2016, con la ambientación del Servicio de Pediatría; y la tercera, en 2020, con la humanización de los más de 570 m2 de las urgencias pediátricas. Con el proyecto actual, además de la humanización a través de las ilustraciones de la UCI y la sala de despertar, la entidad ha reacondicionado por completo, también, la sala de espera. Todas estas iniciativas se enmarcan en el convenio de colaboración que la Fundación María José Jove tiene con el centro hospitalario coruñés, destinado a mejorar la calidad de los servicios, la asistencia y la estancia de los niños hospitalizados.