Max Burbuja solo quiere una cosa: que lo dejen en paz. Hasta hoy, muy poca gente lo sabía. Era un secreto que fue gestando con palabras su creador, Miguel López, El Hematocrítico, y que guardó el dibujante Santy Gutiérrez, que fue el encargado de ponerle cara y expresión a este niño de padres separados que va a más clases extraescolares de las que le gustaría y al que no se le permite el lujo de aburrirse. A partir de hoy, los secretos de Max Burbuja son ya de todos, porque sus dos primeras aventuras, Dejadme en paz y Robar está fatal están ya en las librerías.

Max nació, según explica López, después del confinamiento, aunque el encargo de la editorial llegó antes de la pandemia. Escribió esta nueva serie de aventuras con el objetivo de “reflejar el mundo infantil de ahora” para lectores y lectoras de ocho años —también para sus familias— con historias en las que ellos fueran protagonistas. “Para esta franja de edad encuentras libros de brujas y de vampiros, pero no de un niño que tiene que ir a comer a casa del padre y le tiene preparada una excursión y tiene que madrugar y eso es un bajón, o que la abuela lo infla a comer o que tiene que ir a la piscina, aunque no le gusta”, relata López.

“A mí lo que más me gustó al leerlo es que refleja las familias de hoy con total normalidad. Habitualmente, los protagonistas de los libros tienen a su papá y a su mamá o son huérfanos en la literatura tradicional, pero no se suele hablar de los niños que tienen una rutina completamente diferente con su padre y con su madre y que tienen que cambiar el chip según con quien estén y eso es una pasada y los niños lo hacen genial”, comenta Santy Gutiérrez, que, asegura que, desde el momento en el que la editorial Penguin Random House le pidió las pruebas para ilustrar esta serie tenía muy claro que tenía que ser tal y como sale en el libro. Con ese pelo revuelto, que ya deja entrever que el pequeño Burbuja tiene la cabeza como un bombo.

“Es hijo único y nieto único es uno de esos niños hiperdeseados y que todos quieren aprovechar muy bien, quieren que aprenda muchos idiomas, que sepa tocar un instrumento... hasta que el chaval peta, porque es un niño y no se puede estirar como un chicle”, dice con una sonrisa El Hematocrítico que hoy publica también Menudo cabritillo, de la editorial Anaya, que vuelve al Bosque de los Cuentos para contar nuevas aventuras.

A pesar de que tanto Santy Gutiérrez como Miguel López viven en A Coruña, no se conocieron personalmente hasta esta semana [minutos antes de esta charla], así que, fue la editorial quien hizo “de celestina”, confiesan y aseguran que lo hizo “con mucho acierto”.

“A mí me mandaron el primer libro cuando ya estaba acabado y el segundo, justo cuando lo recibió la editorial, así que, no hubo muchos correos ni llamadas entre nosotros para estos dos libros. Ahora, en la fase de bocetos, ya comentamos cosas del tercero y el cuarto, porque ya nos conocemos más. Yo le mandaba alguna ilustración de por dónde iba, pero Miguel ya tenía todo clarísimo desde el primer momento”, comenta Santy Gutiérrez, que, cuando mandó las pruebas para ver si le encargaban el trabajo, no sabía quién estaba detrás de ese pequeño tan agobiado que solo quería tener un ratito para él.

“Yo, desde el principio, tenía muy claro que Max era así, los personajes nacen. Y nacen, presenté otras propuestas, que eran de Max con otros peinados o más alto, con la cara más alargada, pero yo quería que fuese este y fue el que eligieron y es el Max que conocemos”, confiesa Santy Gutiérrez, que compaginó este trabajo con otros, como sus viñetas diarias en LA OPINIÓN.

Pero, ¿y a Max que tiene edad para haberse pasado parte del año confinado, no le afecta el coronavirus? En estas dos primeras entregas, no, aunque —y sin ánimo de destripar el tercer libro, que saldrá en septiembre— su autor relata que algo parecido le pasará. No es el coronavirus lo que le ataca sino una gripe estomacal que se apodera de todo el colegio. “El segundo libro es un homenaje a las películas de ladrones, como Ocean’s Eleven, y el tercero, a las de terror, como Viernes 13, en la que van desapareciendo los personajes y tienen que resistir. Es un comentario sobre la pandemia, con mascarillas, guantes, gel...”, comenta López, aunque no quiso centrarlo en el coronavirus porque, según apunta Gutiérrez, son historias “atemporales” y que pretenden durar en el tiempo, por lo que tampoco quería introducir demasiadas referencias al presente.

Y es que, Max Burbuja es heredero de otras series infantiles para primeros lectores, como pueden ser Manolito Gafotas, de Elvira Lindo, o El pequeño Nicolás, de René Goscinny, por eso quisieron mantener también la estética de que solo la portada fuese en color y de que los dibujos fuesen de línea negra.

Por ahora, no tienen la respuesta de los pequeños, porque las dos primeras entregas salen hoy, sin embargo, López, que compartió las historias con algunas personas cercanas, asegura que ya le han dicho que se sienten reflejados en estas líneas de tipografía cambiante. “Me lo dijo alguna madre, algún maestro y algún niño, que me contó que a él también lo fríen con los deberes. Eso era lo que yo quería, porque soy padre, soy profesor y soy niño también”, comenta con una sonrisa.

“El libro sirve para pasárselo bien, que es lo que intento siempre, pero creo que sirve también para hablar con los hijos sobre los deberes. Yo no veo ahora que un niño de diez años pueda pasarse la tarde del jueves sin hacer nada, como hacía yo. Ahora veo que tienen el tiempo muy reglado, muy programado, incluso los fines de semana. Nuestro papel en la familia era poco más que el de un gato o un perro, te metían en el coche y te llevaban a la casa de la abuela y allí te buscabas la vida y jugabas con unos botes que encontrabas. Ahora hay siempre un plan en honor al niño y se pierde la iniciativa”, relata López.

“Como padres, intentamos que nuestros hijos puedan hacer lo que nosotros no pudimos. El mayor afán de la generación anterior a la nuestra era que sus hijos fuesen a la universidad, la nuestra, que ya pudo estudiar, quiere eso y más para sus hijos, que aprendan chino porque es el futuro, que programen y que monten a caballo y que tengan bici cuanto antes porque tú la compartiste con tu hermana hasta los quince años. Tu hijo no quiere ir con la bici por el monte, quieres tú, pues vete tú y deja al niño en paz”, dice Santy Gutiérrez entre risas y defiende, como El Hematocrítico, que los niños de ahora “nos dan mil vueltas” en muchas cosas, sobre todo, a la hora de hacer varias tareas a la vez.

Ambos hacen elogio del aburrimiento porque consideran que es “muy necesario” para su desarrollo, aunque no se les permita y es que, al final, Max lo único que quiere es “poder librar de hijo” durante una tarde, así que, ¡déjenle en paz!