Cuenta el neumólogo Pedro Marcos Rodríguez, director de Atención Hospitalaria del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), que en lo peor de la pandemia de SARS-CoV-2, “lo primero” que hacía al levantarse, por las mañanas, era conectarse para “consultar la cifra de ingresos por COVID”. “Hubo un día en que llegamos a registrar 63. En aquel momento, mi peso corporal era inversamente proporcional al número de hospitalizaciones. Ahora la báscula me dice que la situación va muchísimo mejor”, señala. Una “anécdota” que da cuenta de la tesitura vivida por los profesionales del Chuac durante el último año y medio, y que ha ido quedando atrás gracias al avance de la vacunación. “Cada día que pasa y se vacunan otras 7.000-8.000 personas en nuestra área sanitaria, es un día que ganamos al virus”, subraya el doctor Marcos, quien reconoce que el Chuac no ha recuperado aún el ritmo de operaciones de 2019, aunque “se aproxima bastante”.

¿Cuál es la fotografía actual de la pandemia de SARS-CoV-2 en el área sanitaria coruñesa?

Seguimos en pandemia, pero es evidente que la campaña de vacunación está funcionando de maravilla, y eso impacta, directamente, en la presión asistencial, ya que aunque las personas inmunizadas se pueden infectar con el SARS-CoV-2, es difícil que acaben ingresadas. Esto nos ha permitido disminuir, progresivamente, los recursos dedicados al COVID en el edificio principal del Chuac, donde llegamos a destinar hasta 13 unidades de hospitalización a enfermos con esa patología. En la actualidad, hay 15 pacientes con coronavirus ingresados en una única unidad convencional, y dos en Cuidados Intensivos (UCI). Antes, entre un 11-12% de los enfermos con COVID que ingresaban en nuestro centro acababan en la UCI, pero ese porcentaje ha disminuido también al descender la edad media de los hospitalizados.

Hace justo un mes, los jefes de los servicios del Chuac más implicados en el abordaje del COVID reconocían afrontar entre la “esperanza” y la “preocupación” el cese del estado de alarma. ¿Les ha sorprendido, para bien, el devenir de la situación?

Nosotros manejamos gran cantidad de indicadores, y el hecho de ir analizando muchos datos, unido a la experiencia de este año y medio de pandemia, nos permite intuir por dónde van a ir las cosas. En un primer momento, ya vimos que el impacto inicial de la inmunización fue tremendo, porque los usuarios de las residencias de mayores desaparecieron del hospital. A partir de ahí, hicimos una estimación sobre cuál iba a ser el ritmo de la vacunación, y dado que la gran mayoría de los enfermos con COVID que ingresaban en el Chuac superaba los 60 años, sabíamos que la repercusión iba a ser muy favorable. Además, antes del cese del estado de alarma, hubo varios puentes, como el de Semana Santa, que nos permitieron constatar que la situación se podía ir controlando si se actuaba adecuadamente.

La vacunación es la clave.

Sin duda. La dinámica es la siguiente: cada día que pasa y se vuelven a vacunar otras 7.000-8.000 personas en nuestra área sanitaria, es un día que ganamos al virus. El viento sopla a favor y, de cara al futuro, yo personalmente soy muchísimo más optimista.

¿Qué panorama prevén a medio plazo y largo?

Al margen de la inmunización, seguirá habiendo infecciones por COVID, porque las vacunas no son infalibles al 100%. Además habrá ciudadanos que no se las hayan querido poner o que no hayan podido, por el motivo que sea, o porque todavía no ha llegado su turno por edad. Tendremos, seguro, casos puntuales, por eso estamos pensando ya, de cara al futuro, en la estrategia de gestión del COVID como una enfermedad más, que entrará dentro del diagnóstico diferencial de un paciente que ingresa con neumonía. Habrá que ver cómo se integra la asistencia de esta patología dentro de los servicios de Urgencias, las UCI, las unidades de hospitalización convencional... Con esa perspectiva debemos trabajar.

La pandemia de SARS-CoV-2 obligó a posponer consultas e intervenciones no urgentes en el Chuac. ¿Se ha recuperado ya el ritmo habitual de actividad?

Con respecto a la consultas, hay que decir que una vez superado el momento de cierre absoluto y total de la primera ola, la actividad se fue recuperando poco a poco, y llevamos ya todo este año trabajando prácticamente a niveles preCOVID. Obviamente, con ciertas limitaciones de espacio, pero más allá de eso, el área de consultas externas es la que menos se ha resentido. Y aunque se ha estado recurriendo a la vía telefónica para revisiones, en lo que respecta a la actividad global, se ha seguido viendo a los pacientes de forma presencial y se ha mantenido una actividad importante y elevada, que es la que suele tener este complejo hospitalario.

¿Y las cirugías?

Obviamente, en el área quirúrgica fue donde más impactó la pandemia. No hay que olvidar que en el edificio principal del Chuac llegamos a tener a un centenar de pacientes con COVID en estado crítico, lo que nos obligó a usar las camas de las Unidades de Reanimación y Anestesia (REA), e incluso a habilitar el área quirúrgica de la tercera planta para albergar a esos enfermos. En ese momento, de priorización absoluta de la emergencia sanitaria, solo se llevaron a cabo las cirugías urgentes y oncológicas. No obstante, a medida que hemos ido teniendo más quirófanos y más camas de REA y de hospitalización convencional disponibles, la maquinaria ha recuperado el ritmo. Aún no estamos a la máxima velocidad que pudimos conseguir en 2019, pero nos acercamos bastante. Todos los equipos quirúrgicos están realizando una labor muy importante.

Si ya se opera en el Chuac a un ritmo similar al de la prepandemia, ¿cómo están las listas de espera?

En cuanto a número de intervenciones programadas y tasas de quirófanos, sí estamos en cifras muy parecidas a antes del COVID. Y en cuanto a la demora quirúrgica, actualmente supera a la de 2019, pero ya estamos 45 días por debajo de la lista de espera global del año pasado, cuando se produjo el cierre absoluto de la actividad. Nuestra prioridad ahora es recuperar al máximo esas intervenciones que hubo que posponer.

Pero el verano está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo lo van a hacer?

Con la llegada del periodo estival, los profesionales de nuestro complejo hospitalario necesitan también descansar, obviamente, sobre todo después de un primer semestre del año tan intenso como el que hemos vivido. La actividad se va a frenar un poco, pero nuestra intención es pensar a largo plazo y seguir con el sistema bien engrasado, ahora que nos vemos en un escenario similar al de la prepandemia.

¿Qué porcentaje de camas hospitalarias prevén mantener operativas en el área sanitaria durante los meses de julio y agosto?

Cualquier otro año, a estas alturas, tendríamos una previsión, pero ahora estamos trabajando con una planta de hospitalización menos —la dedicada al COVID— y, por tanto, tenemos ya un déficit importante de camas. Estamos un poco a la expectativa, pero no sería de extrañar que nos mantuviésemos de forma similar durante los meses de verano, porque nuestra idea es que siga habiendo cierta actividad quirúrgica. Además, en las últimas semanas hemos constatado un incremento importante de las consultas a través del Servicio de Urgencias, y un aumento de las tasas de ingreso en relación con patologías que no se pudieron estudiar óptimamente, o que sufrieron retrasos en algún circuito, debido a la pandemia. Muchos pacientes dejaron de consultar, en su momento, algo que también es comprensible dentro de este contexto complicado. Hay mucho trabajo por delante.

Con respecto al aumento de las consultas en Urgencias, los representantes sindicales de la Comisión de Centro denunciaron hace apenas tres semanas una nueva “saturación” de ese Servicio. ¿Cuál es ahora la situación?

Los datos del Servicio de Urgencias son ya muy parecidos a los de la prepandemia. Esta semana, sin ir más lejos, hubo días en que superamos los 400 pacientes en las urgencias de adultos, y rondamos los 150 en la de niños. La diferencia, con respecto a la etapa anterior al COVID, es que hasta ahora se ha manejado un circuito concreto para los pacientes con SARS-CoV-2 que ocupa mucho espacio, con lo cual se ha estado atendiendo a un volumen importante de enfermos en pocos metros cuadrados, y esto ha provocado que algunos hayan tenido que vivir situaciones que no nos agradan en absoluto. Siempre intentamos balancear los recursos en función de la actividad asistencial, y esta semana se ha constatado que estamos ya en cifras muy semejantes a la prepandemia. Y si antes ya teníamos a veces dificultades en la hospitalización —porque esta área sanitaria ha estado siempre un poco justa de camas—, teniendo menos espacios, la gestión del día a día es todo un reto.

Ante el incremento de las consultas no COVID en Urgencias, y el descenso de casos de esa infección, ¿van a rediseñar los espacios en ese Servicio?

Lo teníamos planeado, y hace unas semanas pudimos habilitar ya una nueva área de consultas. Eso es terreno ganado en nuestros planes internos. Siempre tratamos de trabajar con cierta planificación, anticipándonos a diferentes escenarios —aunque luego pueda haber sobresaltos en el día a día—, y esto requiere un esfuerzo enorme de organización con todos los estamentos. No obstante, cuando se trabaja con profesionales comprometidos, como los de este complejo hospitalario, todo es mucho más fácil.

¿Es usted de los que piensan que urge retomar la presencialidad en las consultas de Atención Primaria?

Antes de la pandemia, cuando no había este debate, los centros de salud funcionaban de forma presencial y ya teníamos esos números en el Servicio de Urgencias. Desde mi punto de vista, la consulta telefónica es una herramienta más, y debe ser manejada como un apoyo a la toma de decisiones. Para muchos profesionales funciona, y para otros no tanto, pero yo creo que esa es la línea seguir, y que todos debemos poner de nuestra parte. Los profesionales del Chuac tenemos una gran responsabilidad, pero trabajamos muchísimo con los compañeros de Atención Primaria para que esto fluya de la mejor manera posible, y lo cierto es que todo el mundo está haciendo un esfuerzo enorme, tanto dentro como fuera del hospital.