La Guardia Civil detuvo en la noche del pasado jueves a un joven de 23 años que confesó haber matado y descuartizado a su exnovia, de 17 años, en la localidad sevillana de Estepa. El entorno de la víctima, que se encontraba en paradero desconocido desde hacía una semana, asegura que la adolescente sufría malos tratos por parte del asesino confeso pero no se atrevió a denunciarlos.

El asesino, Adrián N., y la víctima, Rocío Caíz, se conocieron cuando ella tenía 11 años y él 16, y mantuvieron una relación que la joven rompió cuando fue madre hace cuatro meses, momento en el que le contó a las amigas los malos tratos que sufría.

El detenido siempre fue el principal sospechoso de los investigadores desde que la menor desapareció el 3 de junio de su casa de Martín de la Jara, municipio sevillano distante 25 kilómetros de la casa de su exnovio, al que llegó en taxi para recoger un carrito de bebé.

Desde la desaparición de la adolescente, el agresor ofreció numerosas entrevistas a medios de comunicación para reivindicar su inocencia, para lo que no dudaba en posar sin mascarilla. Pero la Guardia Civil sospechó desde un principio del exnovio al comprobar que había comprado una motosierra por internet días antes del suceso y que el móvil de la chica no marcaba movimientos fuera de Estepa.

A los familiares de la asesinada, el detenido les envió mensajes falsos en los que decía que la menor había estado en su casa y que se había ido a Badajoz para casarse con otro hombre, lo que no se creyeron ni la familia ni los investigadores, que le sometieron a una “vigilancia pasiva”. Finalmente, el joven admitió el jueves que fue el autor de la muerte de su exnovia, a la que mató con un cuchillo que aún no ha sido localizado, y confesó que la descuartizó y arrojó los restos en bolsas en cinco zonas distintas de las afueras de Estepa, a las que llevó a los agentes.

Técnicos del Instituto Anatómico Forense realizaron ayer la autopsia de la menor, cuyos restos fueron recuperados íntegramente, para confirmar “fehacientemente” que pertenecen a la joven desaparecida, según aseguró ayer el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández.

La joven no había presentado nunca una denuncia judicial, pero tanto sus amigos como sus familiares aseguran que les había reconocido que era víctima de violencia de género. Un amiga de la infancia, Brenda Ríos, aseguraba ayer que la joven padecía maltrato físico y psicológico, y su familia también sostiene que fue maltratada. “Tenía mucho miedo, mucha dependencia emocional, y es difícil dar ese paso cuando quieres a una persona a pesar de lo que te hace”, aseguró la amiga. La familia de la menor, por su parte, afirma que había sufrido agresiones por parte del exnovio en varias ocasiones, aunque sus datos no están reflejados en el registro VioGen, que recoge las informaciones de las mujeres que denuncian hechos similares en servicios sociales de ayuntamientos o ante cualquier fuerza y cuerpo de seguridad del Estado. Su familia aseguró el pasado lunes que en alguna ocasión había sufrido heridas como la rotura de la nariz, de la que no dio una explicación convincente.

La consejera andaluza de Igualdad, Rocío Ruiz, afirmó que “somos todos responsables” e insistió en que “la violencia machista no es algo circunscrito al ámbito privado: tenemos que tener esa concienciación que aún no termina por llegar, es un asunto público que nos compete a todos”.

Tras el crimen machista, el número 1.096 desde 2003 y el número 18 en lo que va de año, se produjeron numerosos mensajes de condolencia, entre ellos el de la reina Letizia, que expresó su “dolor y tristeza” por el crimen de Sevilla y por la aparición del cadáver de Olivia, de 6 años, que desapareció junto a su hermana, Anna, de uno, en Tenerife, junto a su padre, Tomás G.