Muy crítica con cómo desde la Xunta se organizó el curso escolar durante el pasado verano — “los protocolos y las medidas cambiaban cada semana y si no llega a ser por la presión de sindicatos y equipos directivos, se empezaría con tres veces menos de profesores contratados”, sostiene—, la docente Sofía Rama —que da clase de Lingua Galega e Literatura en el instituto Félix Muriel de Rianxo— asegura que desde los colegios hubo que hacer un gran trabajo de organización para poner los centros a punto. “Solo desconectamos realmente unas semanas en agosto”, indica esta profesora, que reconoce que el curso se llevó mucho mejor de lo esperado.

“Non contábamos casi con llegar a Navidad sin estar de vuelta en casa y aguantar todo el año sin tener que cerrar el centro es todo un triunfo”, sostiene Rama, que reconoce que la actitud de los alumnos tiene mucho que ver con que el instituto finalice el curso sin ningún foco en el interior. “Los de 2º de Bachillerato, por ejemplo, morían por ir de fiesta pero no tuvimos ningún foco y la actitud de los alumnos es para quitarse el sombrero. Han pasado frío, incluso vinieron con mantas, si quieren comer una fruta salen fuera para no quitarse la mascarilla en el centro, no tienes que recordarles que echen el gel...”, indica.

Más allá de las restricciones habituales, los colegios tuvieron que readaptar su modo de funcionar hasta en los pequeños detalles. “Se buscaba no usar papel ni libros de texto, se dejaron de usar fotocopias y si se les daban tenían que estar en cuarentena 48 horas, igual que las cosas para corregir”, explica esta docente, quien considera que entre lo positivo y que ha llegado para quedarse está el trabajar con proyectos. “Se nos permitió trabajar por ámbitos y unir en un solo bloque las materias de lenguas gallega y castellana, geografía e historia para los alumnos de 4º de ESO y eso es algo que va a continuar”, sostiene Rama, que asegura que el COVID también ha permitido que todos los docentes se pongan al día en cuestión de tecnología. “Había quienes teníamos aula virtual desde hace años y otros que nunca. Quien estaba fuera ahora está en nivel iniciado, el de iniciado en medio y así”, asegura esta docente que reconoce que al regreso después de un curso en el que un trimestre fue online, hubo que reforzar y repasar ciertos contenidos que no habían quedado afianzados el curso anterior por el confinamiento.

Para Rama uno de los aciertos de este curso COVID fue la reducción del número de alumnos por clase. “Se ha visto que los resultados son muy buenos porque se reducen los problemas de convivencia, se mejora la atención a la diversidad y también los resultados académicos de los alumnos”, resalta esta docente que teme, “porque ya nos ha llegado alguna información antes del Día das Letras”, que la Consellería de Educación “quiera reducir el profesorado” y despedir a los docentes de refuerzo que en pandemia permitieron los desdobles y las aulas con menos estudiantes. “Tememos que al decir que se va a reducir la distancia entre alumnos vayan a reducir también el número de profesores. Creo que el objetivo sería no disminuir la plantilla de docentes y no aumentar las ratios de nuevo”, asegura.

En un curso marcado por las restricciones, desde el centro se buscaron soluciones para hacer lo más normal posible la vida en el instituto. “Una de las cosas que más valoraron los alumnos y, que igual en otra situación no lo harían, fueron actividades o proyectos en el exterior, al aire libre”, indica Rama.