David S. O., alias El Tuvi, el hombre acusado ya formalmente del asesinato de Wafaa Sebbah, la joven de 19 años desaparecida desde el 17 de noviembre de 2019, está siendo investigado, además, por el homicidio de otra mujer: Isabell Raducanu, estrangulada y acuchillada cuando estaba embarazada de seis meses en su piso de Xàtiva (Valencia). Ese crimen, por el que actualmente está acusado el que era su pareja sentimental, Juan Vicente A. N., se produjo el 11 de junio de 2019, cinco meses antes del de Wafaa.

En un primer momento, y a partir además las declaraciones como testigo de Juan Vicente A. N., los agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional, cuerpo responsable de esa investigación, se centraron en los hombres que tenían relaciones de prostitución con la víctima, pero ninguno encajaba como candidato fiable del crimen. Con el avance de la investigación, los agentes reunieron una serie de indicios contra Juan Vicente, que fue finalmente detenido y acusado del crimen el 13 de junio de 2020. La jueza de Instrucción de Xàtiva lo envió a prisión, pero, el pasado 16 de febrero, la Audiencia de Valencia decretó su libertad, con cargos, tras un informe, confuso según la defensa, sobre el posicionamiento del teléfono del investigado.

Ahora, toda esa investigación podría dar un giro radical. Enredado en una de las piernas de la víctima —estrangulada y rematada de 37 cuchilladas— la Policía encontró un calzoncillo, que fue enviado al laboratorio de ADN. La ampliación de la investigación solicitada recientemente por la jueza a la Policía ha permitido conocer, hace apenas unas semanas, que ese ADN pertenece a David S. O.

Con esa nueva información en la mano, la jueza citó a David S. O. como testigo, para tomarle declaración en relación con ese caso. Eso sucedió el pasado 5 de junio. Durante su declaración, El Tuvi, que se aferró una y otra vez a sus supuestas lagunas de memoria derivadas de un accidente de tráfico que dijo haber sufrido hace cinco años —y que, de momento, no ha acreditado— lanzó evasivas y solo admitió que conocía a Isabell Elena “como cliente”. Admitió una conversación telefónica con ella dos días antes del asesinato y dio una explicación peregrina acerca de la presencia del calzoncillo en la casa, que reconoció como de su propiedad.

Pero mintió cuando le preguntaron por sus andanzas el 11 de junio de 2019, día del asesinato de Isabell. Dijo que ese día estaba trabajando. Pero, tras solicitar un certificado de su vida laboral, se comprobó que ese día no trabajó. Su respuesta, ahora, resulta inquietante: afirmó que cuando utilizaba el término trabajo, se refería a realizar labores en el campo, remuneradas o no, y que ese día en realidad estaba trabajando en la finca familiar. ¿En cuál? Pues precisamente en la que el jueves la Guardia Civil encontró en el fondo de un pozo de 15 metros, enterrado en lodo y agua, los restos cadavéricos de Wafaa Sebbah. Esa propiedad era entonces, y hasta hace unos pocos meses, de la familia del sospechoso, que vendió a un británico que de hecho aún la está reformando.

Así las cosas, la Policía Nacional, ya ha comenzado a revisar al milímetro las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora, a las que se sumarán datos obtenidos por la Guardia Civil durante las pesquisas para resolver el caso de Wafaa y que parecen apuntalar las sospechas de que El Tuvi habría sido también responsable de la muerte violenta de Isabell, que tenía 36 años cuando fue asesinada.

La relación entre los dos casos saltó ayer, precisamente al darse a conocer públicamente quién era el detenido por la muerte de Wafaa. El Tuvi, tal como fue informando a lo largo de ayer este diario en su edición digital, fue trasladado a primera hora de ayer a una finca familiar en las afueras de Carcaixent, en busca del cuerpo de Wafaa. La Guardia Civil ni siquiera llegó a iniciar el rastreo con georradar y tres perros adiestrados en la detección de restos cadavéricos. Mientras preparaban el material y esperaban a que cesase la fuerte tormenta caída sobre la zona, David S. O. se vino abajo y decidió colaborar. La presencia de su madre, que había sido citada por la Guardia Civil para que abriese la propiedad, y su evidente estado de abatimiento por la acusación sobre su hijo, hizo mella en este.