En enero de 1981, el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), entonces todavía Juan Canalejo, escribió el primer capítulo de su historia trasplantadora dando, al mismo tiempo, el pistoletazo de salida a esas intervenciones en Galicia. Los protagonistas de aquel hito de la sanidad gallega fueron un joven de Ferrol gravemente enfermo y su padre, quien no dudó en donarle un riñón que prorrogó su vida tres lustros. Los doctores Marcelino González y José García Buitrón lideraron aquella intervención, en la que también participaron los nefrólogos Ángel Alonso (actual jefe de Servicio) y Juan Oliver; y las doctora Acción y Alonso, anestesista e inmunóloga, respectivamente, además de un grupo de enfermeras y residentes. Un “acontecimiento” que revolucionó el centro de As Xubias, y que hoy es “algo casi rutinario”, comenta el responsable del Servicio de Urología, Venancio Chantada, justo cuando se acaban de superar las 3.500 cirugías de ese tipo.

“En concreto, sumamos ya 3.506 trasplantes renales, y nuestro programa de donante vivo es uno de los más activos de España. De hecho, en los últimos años (antes de la pandemia de COVID) uno de cada cuatro trasplantes renales que se llevaban a cabo en nuestro hospital eran de esa modalidad. Siempre realizamos más de 25 o 30 intervenciones de ese tipo anualmente, una cifra altísima”, subraya el doctor Chantada. “Además —continúa el jefe de Urología—, somos centro de referencia en nuestro país para el trasplante renal de donante vivo cruzado, de manera que intercambiamos órganos con otros hospitales y otros pacientes, y eso contribuye, también, a que podamos ser mucho más dinámicos y a no despreciar ningún riñón”, agrega.

Cuatro decenios después de aquella primera operación que marcó un antes y en un después en los quirófanos del Chuac, abriendo una vía de esperanza para miles de enfermos, los trasplantes renales afrontan dos grandes retos: “conseguir que no haya ningún tipo de rechazo desde el punto de vista inmunológico” e “incorporar la robótica”, tanto para extraer los órganos a los donantes en vivo, como para llevar a cabo las intervenciones. “Después de realizar más de 3.500 trasplantes de riñón, nuestro equipo quirúrgico tiene una solvencia y una excelencia en la cirugía difícil de mejorar. Por eso, cuando dispongamos de lo último en tecnología robótica [el Sergas prevé incorporar después del verano el robot Da Vinci a los hospitales de referencia de las siete áreas sanitarias gallegas], confío en que podamos mejorar muchísimo la seguridad de la extracción del órgano, y también la comodidad del donante, al realizar una incisión mucho menor. Y también espero que, en los próximos dos o tres años, estemos en disposición de comunicar que el Chuac empieza a realizar trasplantes renales mediante robótica, como ya están haciendo otros centros españoles, como el Hospital Clínic de Barcelona o la Fundación Puigvert, en esa misma ciudad”, señala.

Entretanto, y con esos dos desafíos en el horizonte, el responsable del Servicio de Urología del complejo coruñés echa la vista atrás para rememorar los grandes hitos logrados en el área de trasplante renal a lo largo de las últimas cuatro décadas:

- 1982: el segundo trasplante, a una niña de 6 años. “Yo me incorporé al hospital en 1982, un año después de que se llevase a cabo el primer trasplante, y ya asistí a la segunda intervención de ese tipo, que se realizó a una niña de 6 años”, cuenta el doctor Chantada, quien recuerda que aquella fue “una época de ascenso continuo”, hasta el punto de que, dos años después, el centro de As Xubias sumaba 27 injertos renales, centrados ya en el programa de donante cadáver. “Por desgracia, en aquel momento fallecía mucha gente en la carretera y, por tanto, había muchos donantes cadáver. El perfil típico era el de un hombre menor de 30 años, en muerte cerebral tras sufrir un accidente de moto. Obviamente, aquello era una tragedia para todos, pero había que aprovechar esa fuente de donantes para poder sacar adelante a enfermos cuyo estado era muy grave”, remarca.

- 1985: inicio de las extracciones multiorgánicas. “Hasta 1985, en nuestro hospital solo se extraían los riñones a los donantes cadáver, lo cual era una pena, en el sentido de que había órganos viables que no se podían trasplantar aquí porque no teníamos activos programas de corazón, pulmón, hígado, etc. Sin embargo, la colaboración con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) permitió que pudiésemos empezar a extraer también esos órganos para enviarlos a otros hospitales y que se beneficiasen de ellos otros enfermos”, rememora.

- 1989: punto de partida del trasplante renal en asistolia no controlada. Por aquel entonces, apunta el jefe de Urología del Chuac, “había un tipo de donantes que no fallecían en el hospital, o que sí morían allí, pero que llegaban con el corazón parado, es decir, en asistolia”. “Por lo demás, eran adecuados, así que en el año 1989 se empezaron a utilizar riñones de donantes en asistolia, lo cual supuso un avance importante al aumentar las posibles fuentes de órganos”, refiere.

- 2000: se pone en marcha el programa combinado de riñón y páncreas. “Un programa muy activo en nuestro hospital”, destaca el responsable de Urología.

- 2003: se retoma "de forma muy activa" el programa de trasplante renal de donante vivo. “Con el paso de los años, la seguridad vial afortunadamente aumentó, se redujo la cifra de víctimas de accidentes de tráfico y eso repercutió en los programas de trasplante renal, de ahí que tanto nuestro hospital, como otros centros de España, optasen por retomar las donaciones entre vivos”, apunta Venancio Chantada, quien subraya que esa modalidad de tiene “muchísimas ventajas”. Entre ellas, que “evita que los enfermos entren en diálisis”, porque “cuando están perdiendo función renal, ya se puede decidir en qué momento se hace el trasplante”. “Si el donante es cadáver, los pacientes tienen que esperar un mes, dos, seis, o incluso varios años, hasta que aparece un órgano compatible”, detalla.

- Entre 2004 y 2007: desarrollo de un estudio de xenotrasplantes renales. La necesidad de encontrar nuevas fuentes de donantes de riñón llevó a iniciar un “ambicioso estudio” de xenotrasplante renal, es decir, con órganos procedentes de animales. “Fue un programa experimental muy activo, pero había muchos inconvenientes inmunológicos que solventar y, finalmente, se desestimó esa opción, que nunca se llegó a aplicar en la clínica diaria”, expone.

- 2005: se empieza a usar la laparoscopia en las extracciones en vivo. El doctor Chantada explica que, hasta ese momento, las extracciones “se llevaban a cabo mediante cirugía abierta”, de ahí que ese paso fuese “muy importante paso muy importante para minimizar las molestias y el riesgo para el donante”. “Mediante laparoscopia la incisión es mínima, el postoperatorio prácticamente indoloro y muchos donantes, a las 48 horas, ya están en sus casas”, subraya.

- 2007: pistoletazo del programa de desensibilización para trasplante renal, cuando un paciente es HLA incompatible.

- 2008: inicio del programa de trasplante ABO de grupo sanguíneo incompatible.

- 31 de diciembre de 2016: se alcanzan los 3.000 trasplantes renales. Una cifra que, resalta el jede de Urología del Chuac, incluye “más de medio centenar de trasplantes combinados de corazón, hígado y pulmón”.

El impacto de la pandemia de COVID: 88 injertos de riñón en 2020, cuando la media oscila “entre 100 y 130”

El programa de trasplante renal fue el que se vio más “resentido” por la pandemia de COVID en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña Chuac, tal y como reconoció el coordinador de Trasplantes, Fernando Mosteiro, al presentar los datos de 2020. De hecho, el año pasado se realizaron “solo” 88 cirugías de ese tipo, cuando la media del centro oscila “entre 100 y 130”, ya que el programa permaneció, durante un tiempo, “paralizado”, al tener los pacientes la alternativa de la diálisis.

“Pese a todo, nos situamos en el octavo lugar”, apuntó entonces el doctor Mosteiro, quien resaltó que el injerto renal de donante vivo “continúa teniendo un importante impacto” en el Chuac, donde se llevaron a cabo, durante el pasado año, 15 trasplantes de esa modalidad, el 17% del total, “cuando a nivel nacional la media está en un 9%”. “Una de esas cirugías se realizó en el programa estatal de parejas cruzadas, y tres fueron en pacientes con incompatibilidades A, B y 0, precisando una desensibilización previa, con la complejidad técnica que esto supone”, destacó.

“Desde hace meses”, no obstante, el complejo hospitalario coruñés “está en una fase de actividad totalmente normal”, tanto “de intervenciones de donante cadáver, como de vivo”, puntualiza el jefe del Servicio de Urología, Venancio Chantada.