Un nuevo espectáculo celeste tendrá lugar la noche del jueves 12 de agosto, momento culminante de la lluvia de estrellas o Lágrimas de San Lorenzo. Según los cálculos de los modelos estándares, la actividad de las Perseidas se situará alrededor de los 100 meteoros/hora (ZHR o tasas horarias cenitales).

Si bien los primeros registros de las Perseidas datan del año 36, no fue hasta 1835 cuando el astrónomo belga Adolphe Quetelet identificó el radiante de esta lluvia de meteoros (el punto del cielo en el que parecen nacer) en la constelación de Perseo, de la que reciben su nombre.

Las Perseidas es una lluvia de estrellas originada en la nube de polvo y rocas que el cometa Swift-Tuttle ha dejado a su paso en cada una de sus órbitas alrededor del Sol. Swift-Tuttle, que orbita al Sol cada 130 años, fue descubierto en 1862. Con un tamaño de alrededor de 26 km de diámetro, actualmente es el mayor objeto que se acerca de forma periódica a la Tierra.

Cada año por estas fechas, la Tierra atraviesa el rastro del cometa y, cuando las pequeñas partículas que se desprendieron de ese cometa rozan la atmósfera de la Tierra, se producen los trazos luminosos que conocemos como “estrellas fugaces”.

Este año, la actividad de las Perseidas arrancó ya el 17 de julio y se extenderá hasta el 24 de agosto. El máximo se espera la madrugada del 12 al 13. Se conoce como “estrellas fugaces” a las pequeñas partículas de polvo de distintos tamaños, algunas menores que granos de arena, que se desprenden de los cometas o asteroides a lo largo de sus órbitas alrededor del Sol. La nube de partículas resultante (llamados meteoroides), debido al “deshielo” producido por el calor solar, se dispersa por la órbita del cometa y es atravesada por La Tierra en su recorrido anual alrededor del Sol. Cuando estas partículas entran a altísima velocidad en la atmósfera de la Tierra, se desintegran y acaban emitiendo esa típica traza luminosa que llamamos “estrella fugaz” o meteoro (su nombre científico).