Sus colegas todavía le llamaban Miguelito o El Niño sobre las tablas del Garufa (el primero) o del Jazz Filloa cuando él ya empezaba a hacer kilómetros con O’Funkillo, de la mano de Pepe Bao. Hoy, Miguel Lamas (Fene, 1993), tras haber tocado con artistas como Miguel Ríos, Raimundo Amador, Tomasito, David Bustamante o Miriam Rodríguez, vuelve a casa, a Fene, con entradas agotadas para la presentación de su nuevo proyecto, Miguel Lamas & Ardora, en el que mezcla melodías populares recogidas en varios puntos de Galicia con músicas del mundo, jazz y fusión y que plasmará en un disco que saldrá “como tarde en noviembre”.

¿Quiénes le acompañarán esta noche en el escenario?

Icía Varela e Irene de Lema cantando, Jorge Vera al teclado, Jurandir Santana a la guitarra, Octavio Vargas al bajo y Miguel Vázquez en la percusión.

¿Por qué esa vuelta a la tierra en lo musical?

Porque siempre me emocionó. Al final, la música popular, la música gallega, siempre me hacía mover la patata. De repente llegó la pandemia y tuve que pararlo todo. No hubo conciertos ni nada que hacer, como todo el mundo. Me puse a escuchar mucha música popular, a recordar viejos tiempos, y quería volver a eso.

Durante el confinamiento domiciliario, compartió en redes un momento de crisis personal. ¿Afectó esto a su enfoque en la música?

Sí que afectó. En el confinamiento lo pasé muy mal, hubo momentos de mucho bajón, de estar muy solo y muy triste, y al final esto me ayudó a salir de aquel momento malo. Y también lo quise expresar, porque nunca lo había expresado de manera pública, el “me encuentro mal”, y también está bien decirlo. No todo es oro y triunfo en la vida. Me ayudó ese momento de desinhibición.

Explicaba en una entrevista que en My expression way introdujo temas con voz y más cercanos al punk o el rock para intentar acercarse a más público que al que llega el jazz fusión. ¿Qué busca ahora?

Si te soy sincero, ahora mismo lo que busco es hacer un proyecto que me emocione a mí, lo primero. Que me guste. Y también tratar de mezclar las músicas del mundo con nuestra música popular, que ya se ha hecho, pero aproximarla también al mundo de la fusión, jazz o funk, que es lo que más he trabajado o estudiado.

El single está cantado por Xabier Díaz y han adelantado la colaboración de Carmen Rey, ¿habrá más?

Estamos ultimando colaboraciones con más cantantes de Galicia. No puedo decir más por ahora.

¿Cambiará el sector después de la pandemia? ¿Cómo?

Yo creo que sí y que ya está cambiando, de hecho. Lo primero que ha pasado es que nos hemos dado cuenta en la pandemia de que no podemos vivir sin música y sin cultura, que las necesitamos para estar felices. El hecho de perderlas durante un tiempo va a hacer que, cuando vuelvan con todo su haber, estén mucho más valoradas, seguro.

¿Hubo suficiente apoyo por parte de las administraciones públicas?

Ningún apoyo, en absoluto. Es un sector que se dejó totalmente aislado. Luego, el Gobierno sacó las ayudas a autónomos... pero en una gira o del sector vive tanta gente que mucha se quedó en la estacada y se buscó las habichuelas de una manera muy diferente a lo que se sabe hacer y de lo que se suele vivir. Somos la última mierda, al final.

¿Qué le gustaría conseguir en su carrera?

¡Uf! ¡Tantos sueños por hacer y por cumplir todavía! Sobre todo, ser feliz y seguir siendo feliz. Y tratando de hacer felices a los demás con algo que pueda crear yo.

¿Ahora es feliz?

Ahora soy bastante feliz, sí. Siempre se puede serlo más, pero estoy bastante feliz, en general.

¿De los sueños cumplidos, el que más ilusión le hizo?

Lo primero, poder vivir de mi instrumento y de la música. Como empecé muy jovencito, el proceso siempre ha sido un juego para mí y lo sigue siendo. El poder seguir jugando y que me paguen por jugar y poder vivir de esta forma, divirtiéndome.

¿Y de los que quedan?

Poder funcionar con este nuevo proyecto bien. Que a la gente le guste y poder hacer muchos conciertos.

Un referente de la batería como es Dennis Chambers, tras escucharlo con su cuarteto en Sevilla, se quedó horas hablando con usted y escuchando sus grabaciones y alabó su virtuosismo y musicalidad. ¿Se valora más a los artistas fuera de casa?

Tengo mucha suerte porque siempre se me ha tratado muy bien. Aunque, por supuesto, he recibido muchísimas críticas y las sigo recibiendo. La exposición es lo que tiene, no le puedes gustar a todo el mundo. He trabajado mucho fuera y hacer amistad con gente a la que admiras es la caña. Y que te valoren y te digan palabras bonitas es maravilloso.

¿Eso pasa más fuera, entonces?

Sí, digamos que... Siempre se valora un poquitín más que lo de casa.

¿Se plantea irse de España?

No… No me quiero ir de España. Aquí se vive muy bien, se come muy bien y estoy muy tranquilo. Igual puntualmente, pero no creo que de forma permanente.

¿Tendría más oportunidades?

Como aquí me va muy bien, sería arriesgarme a perder lo de aquí. Me da miedo, la verdad. Para eso soy un poco inseguro.

¿Con quién le gustaría tocar?

¿En directo o en estudio?

Uno de cada.

He tenido la suerte de, en España, trabajar con muchos de los grandes artistas, tanto en directo como en estudio, y eso es la caña, es otro sueño cumplido. En directo, eso que veías de pequeño, los escenarios, las giras... verte involucrado en eso es una pasada. Pero, puestos a pedir, Jacob Collier sería uno de mis sueños máximos. Y quizás Sting, por ejemplo.

¿Y quitarle la silla a su admirado Colaiuta [batería habitual de Sting]?

Sí, pero invitarlo a cenar y ser amigos. ¡Eso sería la hostia! Él ya estuvo muchos años, que deje paso a los jóvenes, ¿no? [ríe]

¿Se ha llevado decepciones?

Alguna hubo, sí, profesionalmente hablando. Y decepciones personales de gente con la que trabajo.

¿Su batería favorito de todos los tiempos?

Colaiuta.

Lo tiene clarísimo.

Toda la vida, sí, sí.

El recientemente fallecido Charlie Watts, ¿qué aportó?

Es un batería mítico de un grupo mítico. Marcó un estilo, un antes y un después en la forma de afrontar ese tipo de música. Hay mucho que agradecerle. Yo no era ultrafan, pero por supuesto todo el mérito y respeto.

Tras su fallecimiento, se difunde que Whatts era amante del jazz y el blues y tenía sus proyectos al margen de los Rolling. ¿Está el jazz condenado a un plano residual y a minorías?

Depende un poco del lugar, quizás en España sí. Por desgracia siempre es algo residual o no tiene tanta visibilidad o visibilización como la música pop o otros artistas. Quizá en otros sitios sí que hay más movimiento o difusión, incluso en prensa o televisiones. De repente en Estados Unidos, Herbie Hankock o Chick Corea se juntan con artistas conocidos como Lady Gaga, y entre ellos mezclaban los mundos. Aquí yo creo que no pasa tanto, y no sé si es quizá porque la gente es más cerrada también aquí. Quizá es culpa nuestra, porque somos más cerrados, a veces nos cuesta mezclarnos, cuando mezclarse es fabuloso. ¡Vivan las mezclas!

Justo leí hace poco un texto de Herbie Hankock que decía que “a la gente ya no le importa la música en sí misma” y “el público está más interesado en las celebridades que en la música”, mientras que “el jazz es sobre el alma humana, no sobre la apariencia”. ¿Coincide con esta visión?

¡Qué bueno! ¿Eso lo dijo Herbie? Claro, ¡quién le va a negar la razón, por supuesto! También vivimos en la era de la inmediatez, ahora todo dura 15 segundos, una historia del Instagram o el TikTok este. Al final eso es lo que la gente va a ver, y muchas veces hasta se lo salta. Y también está esa fama rápida. Ahora, en redes sociales haces cualquier chorrada y ya puedes triunfar. Los creadores de contenidos, que hay gente que lo hace espectacular, como en todas las ramas, están aportando absolutamente nada y tienen una cantidad de gente... Y se crean líderes de opinión que no se basan en nada en concreto, en opiniones personales; gente con poco criterio, pocas luces, y atraen a una masa por la capacidad de expresión. Es raro y una pena.

¿Se ha planteado renunciar al jazz y la fusión como protagonistas para hacer sus proyectos más vendibles?

No, porque yo nunca voy a generar tanto dinero. Hago lo que me  apetece cuando me apetece y me gusta y me emociona. Y si tengo la suerte de que a otra gente también le gusta y le emociona, fabuloso. Pero no es mi ambición hacerme rico. Ojalá que sí, pero no lo creo.

Ha hecho incontables kilómetros de concierto en concierto y hasta ha quemado algún motor. ¿Aguantará ese ritmo? ¿Hay alternativa?

Tengo mucha suerte porque no paro de grabar, ahora también desde mi estudio en casa. Todos esos kilómetros ahora me cuestan más y me lo pienso más. Soy un poquito más selectivo en cuanto a los trabajos que cojo, en directo sobre todo. Al final, soy un jovenzuelo pero ya son muchos años y ya no me gusta tanto el dar vueltas porque sí. Tiene que haber un porqué después, y no solo económico.

¿Un consejo a los que empiezan?

Que disfruten mucho y se lo tomen como un juego todo el rato. Si no, van a perder.