Placer de verano 75: Una cena en la terraza hasta las tantas. Ocho palabras que llevan escondidos recuerdos, sonrisas y mucho olor a salitre. Ocho palabras con las que la gallega Marta Soliño ha movido algo por dentro a más de 115.000 personas, que son las que le han dado me gusta a su post de Instagram de hace unas semanas. Una cuenta que más que un escaparate es un diario repleto de historias y, sobre todo, poesías. Porque la gallega, de 23 años, se enamoró del verso cuando tenía 16 y empezó a compartir sus creaciones con la mayoría de edad. Ahora triunfa con Male di Miele, donde tiene más de 654.000 seguidores, acaba de hacer una firma de su primer libro en la Feria del Libro de Madrid y ya está pensando en su próxima obra. “Supongo que habrá gente que trabaja mucho, de una forma peculiar, para tener éxito. Lo mío fue casual”, confiesa.

Su mundo no está en clubes de lecturas ni en cafeterías idílicas en las que se juntan autores noveles. Ella ha conquistado Instagram y ahí es donde sigue creciendo. Depositó sus palabras y sentimientos en esa red social animada por sus amigos. “Escribo desde los 16 años y sobre los 18 empecé a publicar en un blog que solo veían mi familia y amigos. En él escribía cuando me apetecía, muy de vez en cuando”, recuerda.

En su camino apareció la oportunidad de instalarse en Bruselas. Hizo las maletas, pero se llevó consigo las ganas de seguir escribiendo: “A mis amigos les gustaba lo que hacía y me insistían en que me abriese una cuenta de Instagram para llegar a más gente. A mí me daba vergüenza publicar cosas tan personales y, además, estaba estudiando, así que no tenía mucho tiempo”. ¿Una excusa para retrasar lo inevitable? Antes de volver a España, se registró en la red social y así empezó la historia de Male di Miele. Cree que su sección de excusas conquistó a muchos y el contador de seguidores se revolucionó de la noche a la mañana. “Me acuerdo que tenía sobre 6.000 seguidores y subí en octubre de 2019 por primera vez una publicación de la sección placeres. Al día siguiente, ya tenía más de 10.000. Fue un no parar”, explica, todavía con una mezcla de emoción y sorpresa en la voz.

Su post se hizo viral y lo que vino después fue como un regalo para Marta Soliño, pero era consciente de que para darle continuidad tenía que poner de su parte. “Empecé a meterle caña”, señala. Es consciente de que en todo éxito hay una parte de suerte, pero el mayor porcentaje se lo lleva el esfuerzo. Se propuso no abandonar a todos aquellos que necesitaban de sus poesías.

De sus libretas a publicaciones en Instagram y de ahí a un libro. El primero. Reinventarse un domingo habla de miedo, asco, tristeza, ira, sorpresa y alegría. “Es algo que no me había planteado. Me contactó mi editorial, Valparaíso, para ver si quería hacer un libro y dije que sí. Tenía mucho material escrito, así que me puse a recopilar lo que más me gustaba”, indica.

En una situación normal, con el libro ya en la calle, lo siguiente serían firmas, nervios, encuentros con lectores y más proyectos en camino. Pero llegó lo que nadie quería que llegase: el coronavirus. Y Male di Miele fue otra de sus víctimas. “El libro se publicó tres días antes del estado de alarma. Le costó arrancar, pero luego se vendió muy bien”, analiza, siempre con una sonrisa en la boca. Las adversidades no tienen sitio en la vida de esta escritora gallega, que ha hecho su primera firma de libros en el Retiro hace solo unos días. Y su Instagram sigue lleno de manías, atrocidades, contradicciones y clásicos de la infancia que dan paso a sus poemas. “Ya está casi terminado el segundo libro. Si todo sale bien, intuyo que a finales de este año ya estará publicado”, avanza.

Eso es lo que le gusta a Marta Soliño, plasmar sentimientos y vivencias en un papel en blanco. “Si pudiera dedicarme exclusivamente a la poesía, lo haría”, sentencia. Pero sabe que no es fácil, así que combina su pasión con su trabajo de publicidad. “Es algo que me gusta mucho también”, añade. La viguesa estudió Publicidad y Relaciones Públicas en Madrid y el año pasado hizo un máster de Periodismo Digital en A Coruña.

Allí donde la joven se asienta, se nutre de cosas cotidianas para hacer sus poemas. “Me inspiro con las cosas del día a día. Me pasa lo mismo que a todo el mundo, pero quizá lo plasmo de una forma diferente al resto. Siempre digo que me inspira el comportamiento humano”, se sincera. También suele tener libros cerca. “Leo a Benedetti, mi gran referente, a Neruda, a Gloria fuertes, Antonio Porchia. Pero también poesía moderna, como la de Loreto Sesma o Elvira Sastre”, desvela.

Tiene claro que este es su mundo y ahí quiere quedarse. Disfruta, además, viendo que “en los últimos años, la poesía está en el punto de mira”. Cree que es un género “más accesible” y si algo ha ayudado a eso, son las redes sociales. Su Instagram es su ventana al mundo y no tiene ninguna intención de cerrarla. “A mí me ha servido de trampolín. Hay escritores que critican las redes sociales, pero es que si tienes una herramienta muy buena y útil para llegar a más gente, hay que aprovecharla”, declara. Con cada una de sus publicaciones, intenta “romper ese cliché”, pues la poesía puede estar en toda partes. Si nos paramos a pensar, ¿Por qué paramos? escribió en diciembre de 2019. Y Marta Soliño no se detiene. El camino sigue y su universo crece. “Es fantástico”, concluye.