Del miedo, el estrés y la incertidumbre inicial a ver cómo el cansancio hacía mella a nivel mental mientras la pandemia lejos de terminar se recrudecía tras las Navidades para ahora, pasado año y medio de pandemia, observar los momentos más difíciles desde la distancia y con la lección aprendida. Si la pandemia puso a prueba la salud mental de muchos ciudadanos, los sanitarios que luchan en primera línea contra el virus, no se quedaron atrás. “Nos iremos de la pandemia con nuestras cicatrices, pero con un aprendizaje que nos servirá para afrontar situaciones similares en el futuro. Muchos sanitarios reconocen que tienen recuerdos de momentos difíciles de estos meses, pero también que han visto que tienen capacidad, habilidades emocionales para hacerlo”, señala Jorge García, coordinador del programa de atención psicológica al personal del área sanitaria de A Coruña que el Sergas puso en marcha en marzo de 2020 y que ayer impartió para sus compañeros de hospital la charla Saúde mental en tempos do COVID junto al periodista y aventurero Sebastián Álvaro que trabajó para Al filo de lo imposible de Televisión Española.

Si afrontar los continuos cambios de restricciones, las sucesivas olas y el no ver el final de la pandemia ha minado la salud mental de muchos ciudadanos, la situación se agudiza en el caso de quienes luchan en primera línea contra el virus. “Hubo varias fases, al principio llegaban con energía pero había mucho miedo y mucho estrés y según fue pasando el tiempo veían que ya podían manejar la situación, pero el problema es que la crisis fue muy larga y ya había cansancio, la sensación de que no tener expectativas de que se acabe... y ahí llegó otro repunte en enero que supuso más estrés. Llegaron a la tercera ola cansados, pero más expertos”, señala este psicólogo, que reconoce que para ayudar a sus colegas de hospital hay que tener en cuenta que se trata de un colectivo con unas particularidades que en crisis como esta pandemia pueden jugar, inicialmente, en su contra.

“Tienen una experiencia subjetiva de que vivir es algo peligroso, viven una realidad sesgada donde una persona tomaba un café y le dio un ictus u otra se cortó un dedo y acabó en la UCI... tienen el sistema de alertas activo de manera general y el COVID no ayudó en este sentido”, sostiene este psicólogo, que asegura que el hecho de ser profesionales con un elevado grado de responsabilidad y de querer hacerlo todo siempre bien, “no siempre es compatible con la flexibilidad” a la que, sobre todo al inicio, obligaba esta pandemia con protocolos y modos de actuar que cambiaban de una semana para otra. “Y a esto se suma que muchas veces tienen que ser sanitarios dentro y fuera del hospital ya que al llegar a casa tienen que encargarse también de los cuidados de familiares”, señala.

Con estos posibles hándicaps en la mochila y con las experiencias que desde el minuto uno les contaban sus compañeros —reconvertidos en pacientes—, un equipo de psicólogos ayudó desde el comienzo de la pandemia a todo aquel que solicitaba ayuda. En un inicio se realizaban reuniones de equipo —con el personal de Urgencias, de la UCI o de Infecciosas— para “comprobar un poco la temperatura”, las necesidades y cómo afrontaban los inicios de la pandemia. “Pero también hay un teléfono y cualquiera que necesite una consulta con nosotros puede solicitarlo”, indica Jorge García, que reconoce que el modo de ayudarles también fue evolucionando con la pandemia. “Al principio había que trabajar para reducir la sensación de riesgo que tenían, ayudarles a trabajar sin tener todo siempre controlado, a fortalecer los equipos y a que aprendieran a desconectar al salir de trabajar”, indica García, quien reconoce que con el tiempo la clave estaba en ayudarles a “superar el cansancio” que suponía que la situación de estrés se prolongase en el tiempo. “Y aquí como en todos los sitios hay gente de todo tipo, gente más sensible, que sufren ansiedad o problemas de sueño y eso no desaparece con la pandemia sino que los problemas personales se suman a los del trabajo”, indica este especialista que asegura que, en la mayoría de los casos, el personal sanitario ha salido reforzado de la pandemia y con lecciones aprendidas que no hay que olvidar de cara a crisis futuras.

“Esta pandemia sirvió para fomentar la cohesión en los equipos, se hizo más piña y se trabajó mejor y no hay que olvidar que estar bien es responsabilidad de todos, es decir, nosotros somos responsables de si hay buen clima o no, si hablamos enfadados al paciente, el paciente también se enfadará y al revés y es muy importante el autocuidado, saber que nadie nos va a cuidar; hay que sacar tiempo del trabajo o de los cuidados familiares para nosotros”, sostiene este psicólogo, que ayer en su charla quiso hacer balance positivo de estos meses. “Los sanitarios son personas con una gran capacidad de autogestión y reparación, tienen habilidades emocionales para afrontar esta situación”, señala García que, reconoce que, aunque hubo quienes precisaron ayuda, la mayoría se acostumbró a trabajar en esta nueva normalidad y afrontó la situación sin mayor problema. “Cuando en muchos medios se habla de que el personal está o va a estar traumatizado, yo aquí no lo veo. Es cierto que lo hemos pasado mal pero hemos aprendido cosas y hay que aprovechar la experiencia COVID, el aprendizaje, para el futuro”, explica García, que asegura que el programa de atención psicológica al personal sanitario del área ha llegado para quedarse. Más allá del COVID, los trabajadores del hospital contarán con un servicio de salud mental al que acudir si lo precisan.