Actualizar conocimientos en el área de la insuficiencia cardíaca y exponer cómo se trabaja en Galicia, y en concreto en el área sanitaria coruñesa, en este ámbito, es el doble objetivo de la octava Jornada sobre insuficiencia cardíaca avanzada, organizada por la Unidad de Insuficiencia cardíaca avanzada y Trasplante cardíaco del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), con los doctores Marisa Crespo Leiro, José Cuenca Castillo y José Manuel Vázquez Rodríguez a la cabeza. Un encuentro que, entre hoy y mañana, reunirá en el Palacio de la Ópera a destacados expertos españoles e internacionales, que pasarán revista a la principal causa de hospitalización en mayores de 65 años. El jefe del Servicio de Cardiología del Chuac, José Manuel Vázquez Rodríguez, avanza en esta entrevista algunas de las cuestiones que se abordarán en esa reunión, que culminará con una mesa redonda sobre los 30 años del trasplante cardíaco en el centro de As Xubias, referente y líder nacional en este tipo de intervenciones.

¿Es la insuficiencia cardíaca un problema de salud cada vez más frecuente?

Así es. La incidencia de la insuficiencia cardíaca crece por el aumento de la esperanza de vida, ya que esta dolencia se incrementa con la edad. En la franja de 45 a 55 años, su incidencia puede rondar el 1%, pero a partir de los 75 años se dispara, incluso, por encima del 15%. También influye el hecho de que la supervivencia a infartos o valvulopatías es cada vez mayor, ya que la insuficiencia cardíaca es la fase terminal de bastantes enfermedades del corazón. Antes, como muchos pacientes fallecían ya en la etapa aguda de esas patologías, no llegaban a desarrollar esa afección.

La población gallega es una de las más envejecidas de España. ¿Significa esto que la prevalencia de la insuficiencia cardíaca es mayor en Galicia que en otras comunidades?

No hay datos concretos que avalen esa afirmación. A partir de varios estudios epidemiológicos realizados a nivel estatal, se calcula que en Galicia podría haber alrededor de 100.000 ciudadanos con insuficiencia cardíaca. No obstante, es una estimación, ya que los estudios llevados a cabo a escala autonómica no abarcaban a toda la población. En lo que sí hemos estado por encima de otras comunidades, algunos años, ha sido en fallecimientos causados por esa dolencia.

La insuficiencia cardíaca puede matar, pero también empeora la calidad de vida de quienes la sufren.

Efectivamente. No es solo que aumente la mortalidad, ya que en el algunos casos el pronóstico de la insuficiencia cardíaca es peor que el de un cáncer. Los afectados por esta dolencia viven muchos años con limitaciones importantes en su día a día, achaques frecuentes y agudizaciones que les llevan al hospital. Afortunadamente, en los últimos diez años se han desarrollado multitud de métodos terapéuticos dirigidos a disminuir esta pérdida de calidad de vida y a aumentar la supervivencia. Desde dispositivos de electrofisiología, a técnicas de reparación percutánea, de tratamiento quirúrgico, etc.

Muchos avances en pocos años.

Sin duda. Hace un par de décadas estábamos bastante estancados en cuanto a novedades en el abordaje de la insuficiencia cardíaca, pero en los últimos años ha habido avances importantes, con resultados muy beneficiosos para los pacientes. Aparte de los que ya mencioné, destacan el desarrollo de desfibriladores automáticos o resincronizadores, que son marcapasos más específicos para los afectados por esta dolencia, así como todo lo relacionado con la asistencia ventricular.

¿El llamado “corazón artificial”?

El dispositivo más extremo, en este caso, sería el corazón artificial, pero ahora disponemos también de otros aparatos de larga duración que permiten una mayor autonomía a los pacientes.

Enfermos que antes estarían, por así decirlo, desahuciados, hoy pueden vivir gracias a esos dispositivos.

Así es. Antes había enfermos de 50 o 60 años a los que no podíamos trasplantar porque el nuevo corazón no iba a soportar su situación hemodinámica global. Sin embargo, hoy a ese perfil de pacientes se les puede implantar una asistencia ventricular y, pasado algún tiempo, valorar la posibilidad del trasplante si mejoran sus parámetros. También se pueden beneficiar de estos dispositivos enfermos que no tienen otra solución, y para los que el trasplante no es una opción.

Todas estas mejoras convierten el área de la insuficiencia cardíaca en un ámbito muy especializado.

Sin duda. Hoy en día casi todos los hospitales tienen unidades de insuficiencia cardíaca, que pueden estar más o menos desarrolladas. La nuestra, de primer nivel y dirigida por la doctora Marisa Crespo, empezó a funcionar con el programa de trasplante cardíaco. En casi todos los centros hay profesionales dedicados específicamente a esto, muy cualificados. A veces hay que tomar decisiones difíciles, y se necesita un gran conocimiento para hacerlo de la manera más adecuada.

El abordaje clínico de la insuficiencia cardíaca corre a cargo de los profesionales sanitarios pero, ¿qué pueden hacer los propios enfermos para cuidar su corazón?

Es fundamental que los pacientes con insuficiencia cardíaca sigan a rajatabla el tratamiento que sus médicos les han prescrito. Que no lo abandonen. También es importante que lleven un control diario de su presión arterial, frecuencia cardíaca y peso, porque eso ayuda mucho a los especialistas a decidir si hay que hacer algún ajuste o cambio en los tratamientos. Reducir el consumo de sal, y de líquidos en algunos casos y, por supuesto, llevar un estilo de vida saludable, con dieta sana y ejercicio adaptado a las capacidades individuales. No hay que hacer esfuerzos extenuantes, pero tampoco se puede estar todo el día tirado en el sofá. La clave es mantener una vida activa.

En el encuentro que arranca hoy darán a conocer cómo se trabaja en Galicia en el campo de la insuficiencia cardíaca. ¿Qué experiencias concretas expondrán?

Explicaremos, por ejemplo, cómo funciona la red de insuficiencia cardíaca avanzada que tenemos en Galicia, que permite derivar a los pacientes de unos hospitales a otros con tecnologías más avanzadas; daremos a conocer el funcionamiento de nuestro programa de trasplante cardíaco; y compartiremos nuestra experiencia con las asistencias ventriculares.

La reunión servirá también para actualizar conocimientos en ese área. ¿Cuáles son las incorporaciones terapéuticas más recientes?

En la parte quirúrgica, lo más avanzado, que cambia sutilmente y de lo estamos teniendo nuevas informaciones cada año, son los dispositivos de asistencia ventricular ya mencionados. Desde otras áreas intervencionistas, continuamente se están explorando nuevas formas de tratamientos para cuestiones que, ahora mismo, no tenemos muy claro cómo abordar.

¿Por ejemplo?

El tratamiento percutáneo de la insuficiencia tricúspide o de la válvula mitral. En los últimos años se ha desarrollado tecnología, pero aún no hay unanimidad en torno a la selección de los pacientes. Por otro lado están los dispositivos de electrofisiología, como los marcapasos especiales, que permiten monitorizar algunas características de los pacientes: saber si tiene arritmias, si hay congestión, etc. En la actualidad, los hay ya específicamente diseñados para enviar información de cómo está el paciente en cada momento, lo cual nos permite ajustar el tratamiento médico.

¿Seguimiento en tiempo real?

Exacto. El paciente no tiene que desplazarse hasta el hospital, estando en su casa nosotros podemos analizar esos datos y decidir si, por ejemplo, hay que pautarle más o menos diuréticos, vasodilatadores, etc. Esto abre otro campo interesantísimo, tanto desde el punto de vista asistencial, como desde el de la organización de los servicios sanitarios.

“Lo más urgente ahora realizar todos los procedimientos pospuestos por el COVID”

El Hospital de A Coruña fue el centro español que más trasplantes cardíacos realizó en 2020, un total de 29. ¿Cómo van los números este año?

Hasta julio, en nuestro hospital se contabilizaron catorce intervenciones de ese tipo, con lo cual la previsión es cerrar el ejercicio por encima de la veintena. En cifras similares, por tanto, a las de otros años.

¿Cuál es la clave para liderar el ránking nacional de esas cirugías en el año del COVID?

Nuestro hospital es un centro con bastante actividad trasplantadora todos los años. El COVID afectó muchísimo a la actividad asistencial, pero el trasplante de corazón va dirigido a pacientes que están en una situación crítica, sin otra alternativa. Los enfermos renales tienen, por ejemplo, la diálisis, pero en este caso no hay esa opción. Si el corazón falla, el paciente se muere. Por eso este tipo de intervenciones se mantuvieron en todo momento. Siempre hemos estado muy concienciados con esta realidad. Nuestra Oficina de Coordinación de Trasplantes funciona muy bien, los profesionales tienen una gran capacidad de trabajo y la selección de donantes que se hace es muy acertada.

¿Cuáles son los retos más inmediatos de su Servicio, tras un año y medio largo de pandemia?

Lo más urgente, ahora mismo, es recuperar el tiempo perdido. En Cardiología, igual que sucedió en prácticamente todos los servicios de nuestro hospital, se ha incrementado la lista de pacientes a la espera de someterse a procedimientos, y esto es lo que ahora nos urge más corregir. Hablamos de enfermos que pueden tener una sintomatología importante y el consiguiente riesgo de sufrir un problema mayor, por eso estamos completamente volcados con esta cuestión.