Ya lo había advertido María José Blanco, director del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias, en la habitual rueda de prensa celebrada a la una de la tarde ayer: “Dada la elevada tasa de emisión de colada de lavas en las últimas horas, no se descarta la ruptura parcial de la parte superior del cono”. Y apenas seis horas después el cráter principal se partió por la cara oeste y dio paso a un potente derrame que en un primer momento cogió camino hacia el norte del principal centro emisor. Así comenzaba la sexta semana del volcán de Cumbre Vieja, que también arrastra consigo un incremento “muy notable” de frecuencia y magnitud de los terremotos a superficies medias — de 10 a 15 km— y de la señal del tremor —vibraciones relacionadas con la circulación de fluidos en el edificio volcánico—, que se sitúa en valores de la primera semana de erupción. No hay indicio alguno que vaticine un final próximo a este proceso natural, que genera importantes daños materiales y emocionales a la población palmera.

Ya dos nuevas fracturas ocurridas a las tres y a las cinco de la tarde barruntaban la gran cantidad de magma acumulado en el interior de la tierra. Uno de los parámetros que avisaban de esta situación era el alto número de seísmos que se estaban produciendo durante las últimas horas. No obstante, el IGN informó en su página web de que entre las 00.00 horas del pasado domingo y las 23.00 horas de ayer se habían registrado más de 500 terremotos, de los que 41 habían sido sentidos por la población, con once de ellos con una intensidad máxima de IV; y 186 tenían una magnitud igual o superior a 3,0 mbLg. Todos ellos ocurrieron al sur, en la zona del enjambre inicial que dio a luz al proceso eruptivo.

Este aumento, en cambio, se ha dado con una disminución también notable de los movimientos que se sitúan a unos 30 kilómetros de profundidad, ya que sólo ocho de ellos se produjeron a esta distancia. Aunque no son comparables, en el volcán submarino de El Hierro de 2011 la reducción de la sismicidad en altas profundidades fue la antesala de su fin. En este sentido, el sismólogo del IGN Itahiza Domínguez indicó que ni “los procesos” ni “las profundidades son las mismas”, pero “parece que tienen un comportamiento similar”. En cualquier caso, “si acabara la sismicidad no quiere decir que el volcán vaya a acabar pronto, a priori; de repente para y también finaliza” la erupción, apostilló.

Sobre el incremento de los movimientos de la tierra detectados durante las últimas 48 horas, Domínguez apuntó que tienen que ver con la mayor actividad del volcán que se produjo durante la jornada de ayer, mostrándose aún más explosivo y con una mayor cantidad de emanación de lava. Y las previsiones de cara a los próximos días sigue estando en que puede surgir algún terremoto de magnitud VI, que conlleva la caída de pequeños objetos en el interior de la vivienda, como volvieron a recalcar Blanco y el director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende, ante los medios de comunicación.

Con el aumento de la sismicidad también se ha registrado crecimiento “considerable” de la señal del tremor, convirtiéndose en una de las mayores registradas durante el último mes, como afirmó María José Blanco. Esta variable refleja la cantidad de lava que está moviéndose en las profundidad de La Palma y que posteriormente es expulsada por los diferentes conos volcánicos. Su incremento atisba una mayor cantidad de material fluyendo, hecho que se vio reflejado primero con las dos aperturas producidas a las tres y a las cinco de la tarde, y, finalmente, con la ruptura del cono principal que previó Blanco y que se produjo a las siete. Estos tres fenómenos vertieron una gran cantidad de material magmático ya solidificado que avanzó ladera abajo sobre las coladas ya formadas. Su aportación a posibles avances de los diferentes frentes aún no es posible de predecir.

Y es que durante los dos últimos días, las diferentes coladas se han mantenido prácticamente paralizadas. Sólo un nuevo apéndice surgido al sur del cono principal se dirigió el sábado hacia la urbanización del Corazoncillo, donde un campo de paneles fotovoltáicos y un grupo de chalés permanecen sitiados por la lava volcánica desde prácticamente el día 2 del volcán, cuando pasó a escasos diez metros de sus puertas. Desde entonces, este conjunto de viviendas se mantienen atrapado bajo centímetros de cenizas pero libre, aún, de las diferentes coladas que durante los últimos 37 días han ido caminando hacia el mar por el norte. Las emisiones del material por parte de nuevas fracturas sí que produjeron durante el fin de semana más destrozos al cubrir una de las islas que estaban entre coladas. Siete viviendas quedaron destruidas, hasta aumentar el número de total de edificaciones residenciales derruidas hasta las 1.287, así como un inmueble de uso agrícola —133 durante el proceso volcánico— en la zona de Alcalá.

Las mayores magnitudes de estos seísmos —hasta de 4—, suponen que se libera una energía mayor de la normal y, por esta razón, la erupción adquiere mucha más fuerza de la habitual. Domínguez, además, recuerda que a esta profundidad “desde que comenzó la erupción se han producido más de 2.000 terremotos, frente a los 300 a más de 30 kilómetros”.

La furia del volcán remueve la tierra a solo 10 kilómetros

La furia del volcán de La Palma durante el pasado fin de semana ha sido suficiente como para remover los cimientos de la isla a entre 10 y 15 kilómetros de distancia de la superficie. Durante el fin de semana se registró un aumento de la sismicidad más fuerte a esta profundidad, que los científicos relacionan con la propia actividad volcánica, dado que ocurrió tan solo unas horas antes de que aumentara el tremor volcánico, la lava emitida y hasta los niveles de dióxido de carbono. En este tiempo se localizaron 274 terremotos cercanos al volcán, 24 de ellos fueron sentidos por la población, siendo la intensidad máxima de IV en 4 terremotos. Lo que ha cambiado con respecto a la sismicidad de los días anteriores es que, en esta ocasión, se han localizado solamente tres terremotos a profundidades alrededor de los 30 km, el resto de los hipocentros del periodo están localizados a menor profundidad, en el entorno de los 12 kilómetros. Los científicos consideran que esta circunstancia es “normal” en lo que se refiere a la evolución de una erupción estromboliana como la que está afectando a la isla, y que, esta sismicidad es precursora de lo que ocurrió tan solo unas horas después. En este caso, que la actividad del volcán crezca de manera estrepitosa. “Hay que pensar que durante la tarde la actividad volcánica fue intensa y parece que fue precedida por esa sismicidad tan importante”, recuerda Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Cabe recordar que desde la tarde del domingo hasta el día de ayer, el cono volcánico ha sufrido varias alteraciones como su colapso parcial hasta la apertura de nuevas bocas. Asimismo, ha perdido su punto de emisión de coladas preferente.