Que la vida puede cambiar en un segundo lo saben bien los pacientes con daño cerebral adquirido tras sufrir un ictus, un tumor o un accidente de tráfico. Para ellos, la rehabilitación es clave para recuperar la normalidad perdida en apenas unos minutos y conseguir avances en el habla, el caminar o la autonomía personal. Sin embargo, con motivo del Día Nacional del Daño Cerebral —que se conmemoró ayer—, las asociaciones de ayuda a los afectados denuncian que no siempre es fácil acceder a estas terapias y que depende de factores como “la localidad de residencia, la edad, sus secuelas o su capacidad económica”. “Todos conocemos a gente que está sin tratamiento en sus casas por cuestiones económicas, sociales o geográficas”, alerta el presidente de la Asociación de Daño Cerebral de A Coruña (Adaceco), Juan Luis Delgado, quien asegura que uno de los retos es “llegar a ellas, que nos conozcan”.

Pese a que hay medio millón de españoles con daño cerebral —Adaceco calcula que solo en A Coruña y su comarca lo sufren cada año entre 1.000 y 1.200 personas—, las entidades de apoyo a estos pacientes alertan de que una vez que el afectado recibe el alta médica y sale del hospital, la rehabilitación queda en manos de “clínicas privadas o entidades como nosotros”, señala Delgado, que asegura que una de las reivindicaciones del colectivo “es que salgan del hospital con un diagnóstico de daño cerebral, es decir, que se indique que precisan rehabilitación, algo que en muchos casos probablemente sea de por vida”. “Es cierto que hay casos leves en donde la rehabilitación no hace falta, pero muchos otros que sí y es muy importante. Aunque depende de cada caso y recuperar totalmente la normalidad previa es muy difícil, se puede mejorar y hay avances muy importantes”, sostiene Delgado, que sabe bien de lo que habla ya que él mismo sufrió un ictus hace años.

Otro ejemplo de recuperación en tiempo récord es Pilar Vivas, una madrileña de 72 años afincada en A Coruña y que el pasado mes de febrero vio como su vida daba un giro de 180 grados al sufrir un ictus. De apenas tener capacidad para expresarse con claridad — “aunque lo entendía todo”, sostiene—, no poder tenerse en pie y necesitar de una persona para que la lavase y le atendiese en los quehaceres domésticos, a en solo ocho meses hablar sin problemas, caminar aunque sea despacio y “ducharme sola y hacer las cosas de casa”.

Todo gracias a una innovadora terapia intensiva que aplican en Adaceco desde hace unos años y que se basa en el concepto 6x10x6, es decir, el paciente “se somete a esta terapia durante seis horas diarias, diez días y hay seis meses de seguimiento”, explica Juan Luis Delgado, que resalta que además de concentrar los ejercicios en poco tiempo, otra de las características es que se basa en la repetición de una sola terapia en función de las necesidades del paciente. “Hay casos, por ejemplo, donde se incide en cambiar el pañal a un nieto o en subir los dos o tres escalones necesarios para llegar a un armario. Son pequeños retos pero para las personas con daño cerebral esto puede ser algo complejo”, añade.

Desde Adaceco recuerdan la importancia de conocer qué terapias existen al alcance de los pacientes y no dar nunca por sentado que no les va a servir para nada. “Es cierto que en muchos casos la rehabilitación completa no va a existir, pero hablar, andar y lograr cierta autonomía sí se consigue. La gente debe saber que pueden acceder a las terapias por un módico precio y que lo valoren”, señala Delgado, que resalta que acaban de firmar un convenio con el Sergas para concertar 10 plazas en el centro de día, “pacientes que serán atendidos casi a coste cero”, sostiene.

La entidad, por cuyas instalaciones pasan cada semana hasta 140 personas para recibir asistencia del logopeda, el fisioterapeuta u otros especialistas, mira al futuro con optimismo ya que el Concello les ha cedido una parcela —que se ubicará en las inmediaciones del nuevo hospital— y allí piensan construir un centro de atención integral al paciente con daño cerebral, “donde no solo se unificarán los dos que ya tenemos sino que se creará una residencia específica para estos casos”, explica Delgado, quien ayer leyó un manifiesto en la plaza de María Pita en los actos por el día nacional.

Pese a que el daño cerebral adquirido puede producirse por un traumatismo en la cabeza (en un accidente de tráfico), una anoxia (falta de oxígeno) o un tumor, en el 80% de casos la causa es un ictus y Delgado advierte de que cada vez afectan a personas más jóvenes. “Hay un repunte a nivel estatal en personas de 40 a 50 años por el estrés laboral”, sostiene.

“Pasé de necesitar ayuda para ducharme y no poder estar de pie a hacer las cosas de casa”


Cuando el pasado 21 de febrero sonó temprano el despertador para ir como cada día a caminar al menos 10 kilómetros, Pilar Vivas notó que no era capaz de ponerse de pie. “Como no me encontraba mal me volví a la cama y estuve hasta la una cuando avisé a mi hijo y fuimos al hospital. Me diagnosticaron un ictus y me dijeron que había tardado en ir”, recuerda esta madrileña de 72 años, afincada en A Coruña. Su vida cambió entonces radicalmente. “Me gustaba escalar, ir a la sierra y con el ictus se me quedó paralizado un brazo y una pierna. Además me costaba expresarme y me tenían que ayudar a ducharme o ir a la cama porque apenas podía sostenerme en pie”, indica. Nada más salir del hospital acudió a Adaceco, donde se sometió a la terapia intensiva y todavía ahora va tres veces por semana a la entidad. “Dicen que voy mucho mejor y que está muy bien. Ahora ya me ducho sola, me tengo de pie, paso el aspirador, pongo la lavadora, vivo sola y sin casi ayuda, pero la verdad es que para mí la recuperación es muy lenta”, indica Vivas, quien demanda también más atención a la salud mental. “En mi caso, hay veces que me encuentro sola y creo que se deberían organizar más excursiones o actividades para el colectivo”, indica.