El mundo está dispuesto a reducir un 7,5% sus emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2030. Esta promesa, aunque se cumpliera al pie de la letra, elevaría el calentamiento global del planeta hasta 2,7 grados de media antes de final de siglo. En países como España significaría un año 2100 de calor extremo, con entre 4 y 7 grados más que ahora. Si queremos limitar el aumento global de las temperaturas a solo 1,5 grados, las emisiones deberían caer un 55% en la próxima década, argumenta el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en vísperas del arranque de la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26).

En estos momentos, el mundo está emitiendo una media de 60 gigatoneladas al año de gases de efecto invernadero (de los cuales al menos 33 gigatoneladas son de dióxido de carbono). Para limitar al mínimo el aumento de las temperaturas, antes de que acabe la década las emisiones deberían sumar como mucho unas 28 gigatoneladas al año.

“Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 grados, tenemos ocho años para reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. Ocho años para trazar los planes, implementar las políticas y lograr estos recortes”, destaca Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.

El avance de la crisis climática podría frenarse, al menos en parte, si los países ejecutaran sus planes de neutralidad de carbono. “Las promesas netas cero podrían marcar una gran diferencia, aunque por ahora los planes son vagos y no se reflejan en las políticas implementadas”, destaca el estudio de la ONU, liderado por un comité internacional de expertos. Se estima que si los actuales compromisos de neutralidad climática se aplicaran al pie de la letra y en el plazo previsto, el aumento global de las temperaturas se reduciría al menos medio grado.

Según destaca el análisis de Naciones Unidas, hasta ahora la UE y casi 50 países más se han comprometido a llegar a “cero emisiones” en las próximas décadas. Preocupa, sobre todo, el caso de países como Australia, Rusia o China que, aunque se comprometen a alcanzar la neutralidad climática, prometen hacerlo mucho más tarde de 2030.