Procesa la información que el ser humano recibe a través de los sentidos y es la pieza clave para que todo funcione a la perfección. Desde hablar, caminar y memorizar hasta soñar por las noches, tener recuerdos o sentir emociones son tareas que dependen del buen funcionamiento del cerebro, un órgano clave durante la vida, pero que también puede jugar un papel importante tras la muerte. El Banco de Tejidos Neurológicos de Galicia —también conocido como banco de cerebros— cuenta con más de 240 órganos procedentes de donantes que se diseccionan cada uno en 40 muestras para que investigadores de cualquier rincón del planeta puedan utilizarlas para estudiar su origen, sus características o buscar nuevos tratamientos para enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, el párkinson o la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Desde la entidad alertan de que se necesitan más donaciones de cerebro de gente sana. “La gran mayoría de las muestras que tenemos son de personas que tenían alguna enfermedad neurodegenerativa, pero es muy importante tener muestras también de cerebros normales para poder compararlos con aquellos en donde hay patología”, sostiene la directora del biobanco, Susana Teijeira.

Susana Teijeira con muestras almacenadas en el banco. | // L.O.

El único banco de cerebros de Galicia —ubicado en Vigo ya que depende del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur— se creó en el año 2002 a raíz de la crisis de las vacas locas. “Se consideró necesario crear un biobanco de este tipo por si aparecía alguna variante en humanos”, explica Teijeira, quien indica que se ubicó en Vigo ya que allí trabajaba la que entonces era la única neuropatóloga de la comunidad. Por ello, el biobanco cuenta con una “amplia colección” de muestras de cerebros con enfermedades producidas por priones como la dolencia de Creutzfeldt-Jakob (la variante humana del mal que afecta al ganado bovino) o la enfermedad de Gerstmann-Sträussler-Scheinker que en sus casi 20 años de vida compiten ya en número con las donaciones de pacientes con patologías neurodegenerativas. “Un tercio de los más de 240 cerebros que almacenamos son de personas con alzhéimer, otro tercio de enfermedades por priones y el resto de otro tipo de patologías como párkinson”, señala Teijeira.

Aunque la llegada de donaciones varía mucho en función del año — “hemos tenido ejercicios de más de veinte y otros en donde no se llega a diez”, indica Teijeira—, desde la entidad reconocen que las muestras almacenadas son suficientes para cubrir la demanda actual por parte de investigadores, pero hay déficit de órganos sanos, vitales también para la ciencia. “En las patologías neurodegenerativas no hay claros modelos animales que podamos usar de control y es muy necesario e importante contar con cerebros sin patología para poder compararlos con aquellos de pacientes con enfermedades”, indica la directora, que reconoce que este es un mal común en todos los bancos de este tipo de tejidos. “Hay pocas donaciones de este tipo y en todos los bancos faltan órganos de personas sanas”, sostiene.

Donar el cerebro a la ciencia supone aportar un granito de arena a la investigación sobre decenas de patologías como el alzhéimer, párkinson, ELA, ataxias o ciertas enfermedades raras. Los científicos precisan tejido dañado de quienes sufrieron estas patologías y pacientes sanos para intentar conocerlas mejor, hallar su origen, mejorar su diagnóstico o incluso lograr nuevos tratamientos. “Con las muestras del biobanco se hace todo tipo de estudios, desde investigación fundamental a otras para determinar las características de una patología o buscar nuevas terapias”, señala Teijeira, quien explica que cada cerebro donado que se recibe se divide a la mitad. Una de ellas se destina al estudio de la enfermedad por anatomía patológica y el resto se disecciona en “40 muestras que se almacenan ultracongeladas a -80 grados y que están a disposición de cualquier investigador”.

Los bancos de cerebro —en España solo hay 15— trabajan en red, de modo que el autonómico puede recibir la petición de muestras para un estudio o investigación concreta por parte de expertos de las universidades u hospitales gallegos y de toda España o incluso del extranjero. “Tiene que dar el visto bueno el comité de ética de Galicia y el comité científico del biobanco”, explica la directora del centro, que recuerda que los investigadores a los que se les ceden las muestras también deben cumplir una serie de requisitos a la hora de elaborar el trabajo y los informes correspondientes a su investigación.

Convertirse en donante de cerebro es sencillo. Basta con ser mayor de edad y firmar un consentimiento informado —ya sea el propio donante antes de fallecer o sus familiares una vez muerto— en el que se reconoce el interés en ceder su tejido nervioso para fines diagnósticos y de investigación. Pese a que cualquiera puede ser donante, lo cierto es que la mayoría de quienes al final ceden su cerebro a la ciencia son los que han padecido una enfermedad neurodegenerativa y o bien ellos o sus familias quieren contribuir a mejorar el conocimiento sobre esta patología. “Es importante que la gente sepa que aunque se firme el consentimiento en vida, es algo que se puede rebocar en cualquier momento y además el donante puede dejar por escrito ciertas condiciones como que quiere que las muestras solo se utilicen en este centro o solo para ciertas patologías como ocurre con algunos pacientes con ELA”, indica Teijeira que explica que la única contraindicación es que la extracción del cerebro para su almacenaje no es compatible con la donación de órganos. “Lo ideal es que pase el menor tiempo posible entre la muerte y la congelación del cerebro para que no haya degradación. En el caso de querer donar los órganos siempre les decimos que prioricen esa donación ya que debido el tiempo que supone y las sustancias que se usan para mantener el cuerpo no es compatible con donar el cerebro”, sostiene Teijeira.

Desde el biobanco se encargan del traslado del cadáver a sus instalaciones para la extracción del órgano y de devolver el cuerpo a su familia. Una donación que permite dar más vidas a un solo cerebro.