Proteger el medioambiente a la vez que se vela por la salud de los ciudadanos. Este es el objetivo con el que hace 20 años nació Sigre, una entidad sin ánimo de lucro —fruto de la colaboración entre la industria, la distribución farmacéutica y las boticas— que instaló contenedores especiales en las farmacias para el reciclaje de los restos de medicamentos o los envases vacíos. Dos décadas después, son pocos quienes tiran el jarabe sobrante por el desagüe o el blíster de pastillas a la basura. “El hábito de reciclar residuos de medicamentos de origen doméstico está plenamente implantado en el 90% de hogares”, señalan desde Sigre. “La gente está concienciada, es una iniciativa que lleva muchos años”, reconoce la vicepresidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña, Margarita Muñoz, quien recuerda eso sí que el éxito de este reciclaje ha sido progresivo. “No es lo mismo la concienciación que hay ahora con el medioambiente que la que había hace 20 años”, sostiene.

Desde que una persona deposita un medicamento caducado o que no necesita en el punto Sigre hasta que ese residuo cobra nueva vida —en forma de otro material o de combustible— se busca ser respetuoso con el medioambiente en cada parte del proceso. Por ello, se opta por un sistema de logística inversa, es decir, la misma furgoneta que distribuye los medicamentos a cada botica es la que recoge los residuos y esto permite “evitar cada año la emisión de 1.400 toneladas de CO2”, indican en Sigre, donde aseguran que gracias al reciclaje de millones de fármacos desde 2001 y a la energía desarrollada “se ha evitado la tala de 165.000 árboles, 350 millones de KWh o 300 millones de litros de agua”. Hay casi 22.000 farmacias —más de 1.300 en Galicia— que colaboran en esta iniciativa que solo el año pasado permitió recoger una media de 92 gramos de restos de medicamento por habitante y logró un incremento del 24% de envases recuperados para su posterior reciclaje.

Pese a que el punto Sigre ya forma parte del paisaje de las farmacias desde hace años, los boticarios reconocen que todavía hay dudas a resolver sobre este programa de reciclaje. Los expertos intentan resolver todas las posibles cuestiones:

¿Qué se puede depositar en el punto Sigre para su reciclaje? Todos los medicamentos caducados, que se hayan conservado en mal estado o que ya no vayan a utilizarse porque se ha terminado el tratamiento. Hay que llevarlos al contenedor especial junto a su envase (tubos, blísters o botellas) —ya que puede haber restos del fármaco— y el prospecto. “Uno de los fallos más habituales es traer el frasco de un jarabe, por ejemplo, pero no la caja. Hay que traer los envases también”, indica Muñoz.

¿Qué no puede tirarse a estos contenedores? Las agujas, los termómetros, las gasas, sondas, radiografías o las pilas no pueden depositarse ya que no se reciclan mediante este programa.

¿Los restos depositados pueden reutilizarse en nuevos pacientes? No. La Agencia Española del Medicamento prohíbe el uso de estos residuos en nuevos pacientes tanto en España como en otros países por el riesgo sanitario que puede suponer esta reutilización.

¿Qué se hace con los residuos? El mismo distribuidor que lleva los nuevos medicamentos a la farmacia se encarga de recoger los residuos y llevarlos a la Planta de Clasificación de Envases y Residuos de Medicamentos, ubicada en la provincia de Valladolid y pionera a nivel mundial, donde la basura pasa por diferentes fases para separar los envases de los restos de medicamentos que contienen. Los materiales de lo envases (papel, cartón, vidrio, plástico...), una vez separados del medicamento y descontaminados se clasifican y se envían a centros específicos para su reciclado. Con los restos de fármacos se elabora un combustible de uso industrial “que permite reducir el consumo de combustibles sólidos”, dicen en Sigre, donde recuerdan que cuando se trata de medicamentos peligrosos tienen otro tratamiento, deben separarse del resto y proceder, tal y como establece la normativa , a una “eliminación controlada”.

¿Por qué reciclar medicamentos? Desde Sigre resaltan la importancia de “cerrar correctamente el ciclo de vida de los medicamentos y sus envases” ya que no solo se obtienen beneficios medioambientales sino también para la salud de la ciudadanía. Desde el punto de vista ecológico, la entidad recuerda que con el reciclaje controlado y centralizado de estos productos “se evita que los restos de medicamentos lleguen al medio ambiente, protegiendo a la flora y la fauna del planeta; se facilita el reciclado de los materiales de los envases, lo que ayuda a reducir la tala de árboles; se contribuye a la generación de energía eléctrica mediante la valorización energética de los restos de fármacos y la reducción del consumo de combustibles fósiles y gracias a la logística inversa se ahorran cada año millones de emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera”, explican en esta entidad, dónde también resaltan otros beneficios, quizás menos conocidos: los sanitarios. El hábito del reciclaje de fármacos ayuda a evitar “la acumulación de medicamentos en casa y de este modo se disminuye el riesgo de la automedicación inadecuada, de fármacos caducados o en mal estado a la vez que se fomentan hábitos sanitarios saludables como revisar periódicamente el botiquín o cumplir el tratamiento prescrito por el facultativo”, señalan.

¿Qué riesgos para la salud hay si un medicamento acaba en el entorno en lugar de ser reciclado? Desde Sigre ponen el ejemplo de los antibióticos. En su última campaña de concienciación —bajo el lema Cada paso suma— resaltan que “más de la mitad” de los ciudadanos desconoce que tirar los antibióticos a la basura no solo daña el entorno sino que “contribuye al desarrollo de resistencias antimicrobianas”, es decir, a fortalecer bacterias que ya no responden a los antibióticos tradicionales. Se trata de un problema de salud que va en aumento por el mal uso de estos fármacos —usarlos cuando no se necesitan (por ejemplo ante un virus) o no tomarlos el tiempo pautado por el médico (dejarlo cuando se empieza a notar los efectos y no los días prescritos)— y que desde la Organización Mundial de la Salud alertan de que causará más muertes que el cáncer en 2050.

¿Cómo hacer una correcta revisión del botiquín? Los expertos aconsejan revisar el lugar en el que se almacenan los medicamentos en casa al menos una vez cada seis meses o un año. Todos aquellos medicamentos caducados, que ya no se utilicen —porque fueron recetados para una patología concreta que no podrán volver a consumirse o porque son de una composición distinta a la pautada inicialmente— o en mal estado de conservación (ya que exigían unos requisitos de luz o temperatura que no se mantuvieron) deben llevarse al punto Sigre junto a su caja y su prospecto. Para facilitar la tarea de revisión del botiquín, los expertos aconsejan guardar siempre todos los fármacos con su envase (así puede verse la fecha de caducidad o cómo conservarlo) e ir almacenando allí los envases vacíos una vez se finalice el tratamiento para llevarlos al punto de reciclaje.

“El reciclaje evita la automedicación o errores en el tratamiento”


Aunque asegura que la población está “muy concienciada” con el reciclaje de medicamentos a través del punto Sigre, Margarita Muñoz reconoce que todavía hay dudas “sobre qué cosas se pueden depositar, si es solo para los medicamentos caducados o todos o sobre qué se hace realmente con ellos”. La vicepresidenta del Colegio de Farmacéuticos de A Coruña resalta no solo el beneficio medioambiental de este reciclaje — “se consigue un ahorro de energía, de agua, se reducen las emisiones de CO2..”, señala— sino que también tiene un beneficio para la salud. “Si la gente está concienciada de que al acabar un tratamiento hay que llevar lo que ha sobrado al punto Sigre se evita la tentación de automedicarse en futuras ocasiones y además, a veces, hay un cambio en el tratamiento y si se conserva el anterior fármaco puede ser peligroso” al producirse algún error en la toma, señala.