Un centro residencial para sentirse como en casa

La nueva residencia de CleceVitam frente a la playa de Bastiagueiro, en Oleiros, se organiza por unidades reducidas de convivencia

Salón interior del nuevo centro residencial CleceVitam Bastiagueiro

Salón interior del nuevo centro residencial CleceVitam Bastiagueiro

E. P.

Muchas familias afrontan la disyuntiva entre que una persona mayor o dependiente siga viviendo en su propia casa con ayuda o bien se traslade a una residencia para que esté mejor atendida. El nuevo centro residencial CleceVitam Bastiagueiro, inaugurado hace dos semanas en el municipio de Oleiros, representa una tercera vía que puede poner fin a este dilema. “Buscamos que la persona se sienta como en casa, que pueda hacer vida normal y recibir a sus familiares cuando quieran. Es decir, que sea para ella un auténtico hogar, con todos los servicios y atención”, explica Iria Rey, gerente de las residencias CleceVitam en Galicia.

Para que sea así, este nuevo centro consta de tres pequeñas residencias de unas 45 plazas cada una, conectadas entre sí, divididas a su vez en 9 módulos para unos 15 residentes, que forman una misma unidad de convivencia y siempre cuentan con los mismos profesionales. “Esta estructura nos permite ofrecer una atención más completa y personalizada, a diferencia de aquellos centros con grandes espacios. Nuestro equipo profesional lleva a cabo una valoración inicial en función de cada persona, para integrarla en el espacio que mejor pueda cumplir con sus necesidades”, remarca Rey. De esta forma, se fomenta la interacción entre los residentes, que también pueden ser personas más jóvenes pero con un alto grado de dependencia.

Fachada de la nueva residencia CleceVitam Bastiagueiro.

Fachada de la nueva residencia CleceVitam Bastiagueiro.

Personalización

La residencia suma 48 habitaciones dobles y 44 individuales, así como ocho salones comunes, zonas exteriores y una tecnología de comunicación asistencial innovadora. Gracias a ello se puede llevar a cabo el modelo de atención centrada en la persona propio de CleceVitam, de la mano de un equipo multidisciplinar que está formado por médico, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas, gerocultores, trabajadoras sociales e incluso nutricionistas que se encargan de planificar los menús que se cocinan diariamente en el centro, que también dispone de un departamento propio de lavandería y limpieza.  

Asimismo, cuentan con un servicio de terapias avanzadas; atención especializada para las personas que sufren demencias, Alzheimer, ictus o Parkinson; y un programa de recuperación post-hospitalaria; así como estancias temporales.

Frente al mar

A todo ello, se suma algo de lo que muy pocos centros residenciales pueden presumir: una ubicación idílica cerca de la playa de Bastiagueiro, rodeada de zonas verdes y de espacios para el paseo y el relax. Esto es clave a la hora de socializar y llevar a cabo actividades al aire libre, que son fundamentales para el bienestar físico y psicológico de los residentes y que, según remarca Iria Rey, les “aportan un chute de energía”. 

La terraza de la nueva residencia.

La terraza de la nueva residencia.

En este sentido, la gerente de CleceVitam asegura que buscan romper por completo con el estigma que siguen arrastrando muchas residencias, para ofrecer un servicio de calidad: “Aquí no vienen a estar sentados todo el día en una silla, sino que cuentan con múltiples actividades y servicios. Queremos acabar con los estereotipos negativos”, concluye, a la vez que valora muy positivamente las dos primeras semanas desde la apertura de CleceVitam Bastiagueiro.

De confianza

También los valora de forma muy positiva Mercedes García. Su hijo Rafa (44 años), que sufre una minusvalía del 86% y necesita ayuda para llevar a cabo cualquier acción cotidiana, ha pasado unos días en CleceVitam Bastiagueiro mientras sus padres se decidían por fin a hacer un viaje para ir a visitar a su otra hija, que vive fuera de España. De hecho, seguramente no hubieran podido viajar los dos si no hubieran encontrado una residencia que les diera la confianza suficiente para dejar a su hijo unos días. “Nos gustó mucho el trato personalizado, la amabilidad de todos los profesionales y que los espacios eran pequeños, nada masificados. Además, está rodeado de zonas verdes y tiene una terraza con vistas espectaculares al mar”, explica. 

En este sentido, las familias que tienen a su cargo una persona con un alto grado de dependencia a veces pueden sentirse sobrepasadas, sobre todo cuando deben afrontar algo tan cotidiano para el resto como puede ser un viaje. Y, por eso, necesitan saber que pueden contar con alguien que les dé las garantías suficientes para poder irse con tranquilidad. “Para nosotros, encontrar este centro ha sido como un camino abierto”, asegura. Por eso, califica la experiencia como un 10 y no duda en que volverán en el caso de que vuelva a ser necesario. “Además, Rafa ha vuelto encantado, feliz”, concluye Mercedes.

Tracking Pixel Contents