Está operativa 24 horas, los 365 días del año. Durante las etapas de mayor actividad quirúrgica, como la actual, por sus instalaciones pasan, a diario, hasta un millar de unidades de instrumental médico, desde tijeras de sutura, pinzas y bisturíes, hasta material canulado, como endoscopios y colonoscopios o, más recientemente, los distintos aparejos del robot Da Vinci. La Central Integral de Esterilización del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), inaugurada en 2017, es un servicio clave para el funcionamiento de los cuatro hospitales públicos de la ciudad (Universitario, Materno Infantil Teresa Herrera, Abente y Lago y Oza). Y la veintena de profesionales que la integran, en su mayoría técnicos en cuidados auxiliares de enfermería (TCAE), son, junto con el personal de limpieza, guardianes de la pulcritud en los quirófanos de esos centros. Una suerte de escuadrón anti-gérmenes que mantiene en marcha la maquinaria hospitalaria. Su imprescindible labor pasa, sin embargo, prácticamente desapercibida para el común de los pacientes. Permanecer en el anonimato es, paradójicamente, su mayor éxito. “Si no se oye nada de Esterilización, es que todo va bien”, reivindica la enfermera Lidia Monroy Pérez, supervisora del equipo.

Un momento del procesado de instrumental médico en la Central Integral de Esterilización del Chuac. | // VÍCTOR ECHAVE

Situada en la planta baja del Hospital Universitario, junto a la entrada del edificio principal, la Central Integral de Esterilización del Chuac es una de las más avanzadas, tecnológicamente hablando, de toda España. La primera impresión, al acceder a las instalaciones, es la de estar visitando una gran lavandería industrial totalmente automatizada y perfectamente compartimentada, donde nada se deja a la improvisación. Todo el proceso está, de hecho, “medido al milímetro” para asegurar la trazabilidad. “Nuestra central es relativamente nueva, lleva en funcionamiento desde 2017, y está muy bien equipada. Cuenta con tres espacios perfectamente divididos —se diferencian, incluso, por el color del suelo—, y en el circuito que recorre el material e instrumental que lavamos y esterilizamos a diario no hay vuelta atrás. Todo tiene salida a la siguiente área”, especifica Monroy, quien insiste en que, antiguamente, el equipamiento de este tipo de unidades no tenía nada que ver con el actual. “Antes eran algo así como el cuarto oscuro de los quirófanos hospitalarios”, refiere.

Lidia Monroy Pérez, supervisora de la Central Integral de Esterilización del Chuac, junto a la máquina de esterilización por óxido de etileno. | // VÍCTOR ECHAVE

La primera zona de la Central Integral de Esterilización del Chuac es el área de lavado, “en donde se recibe todo el material sucio para procesar”. “A primera hora de la mañana el volumen de trabajo es menor, y va aumentando a medida que se aproxima el mediodía, cuando finalizan buena parte de las cirugías. Entre las 13.00 y las 20.00 horas es el periodo pico, de hecho, en ese horario vienen tres refuerzos”, indica la supervisora de la unidad. Esa primera área de lavado cuenta con cuatro lavadoras termo/desinfectadoras, además de una específica para endoscopios, dos túneles para carros y varias piletas para el lavado manual de los productos con materiales que no pueden soportar el calor de las lavadoras.

Una profesional accede a la Central Integral de Esterilización del Chuac. // VÍCTOR ECHAVE

Dos sistemas de lavado

Disponemos de dos sistemas de lavado, uno automático y otro manual, destinado a la limpieza de los productos con materiales termo-sensibles, es decir, que no pueden tolerar el calor de la lavadora. En este caso, lo que hacemos es lavarlos uno a uno, escrupulosamente, en la zona de las piletas. Lo que determina recurrir a un sistema u otro son las instrucciones de los fabricantes o la sensibilidad de los materiales para soportar los procesos”, apunta Lidia Monroy, quien detalla que, en la actualidad, en la central que supervisa se esteriliza todo el instrumental quirúrgico, pero también de otras unidades, de los cuatro centros del Chuac, aunque solo se lava allí el procedente del Hospital Universitario. No obstante, su capacidad de procesado anual, superior a las 60.000 unidades técnicas de esterilización —equivalentes a unas 40.000 intervenciones quirúrgicas al año—, le permitiría dar el servicio completo a todos los hospitales públicos de la ciudad de A Coruña.

Tijeras para sutura en la Central Integral de Esterilización del Chuac. // VÍCTOR ECHAVE

“El material del Materno Infantil Teresa Herrera y del Abente y Lago se lava en el punto de uso, allí lo preparan en unos contenedores y, posteriormente, es trasladado aquí en carros especiales para que nosotros procedamos, únicamente, su esterilización. No obstante, a medida que avancen las reformas previstas en el plan director, el instrumental de esos centros se lavará también aquí y la carga de trabajo, como es lógico, aumentará, pero nuestra unidad ya está dimensionada para eso”, destaca la enfermera supervisora.

Ascensores directos

La Central Integral de Esterilización del Chuac cuenta con dos ascensores específicos, directamente comunicados con el bloque quirúrgico de la tercera planta del Hospital Universitario. “El material sucio de los quirófanos llega a nuestras instalaciones, en unos carros, a través de esos ascensores o montacargas. En el área de lavado recibimos ese instrumental, lo chequeamos y lo preparamos para que vaya a las lavadoras o a las piletas, en función de su sensibilidad al calor”, explica Lidia Monroy, quien refiere que los carros, por su parte, “se introducen en unos túneles de lavado, similares a los de los coches”, con capacidad para tres. “En ambos casos, los ciclos de lavado duran siempre 50 minutos y el material se desinfecta, a altas temperaturas, con agua y jabón”, detalla.

Jeringas y sondas, dentro de un envoltorio, en la Central Integral de Esterilización del Chuac. // VÍCTOR ECHAVE

El instrumental sale de las lavadoras, directamente también, a la siguiente área, “la de esterilización”. “Todo el material que llega a esta zona [a la que hay que acceder siempre protegido con mascarilla, bata, gorro y calzas] está ya desinfectado. Primero lo inspeccionamos, para comprobar que realmente está limpio, lo metemos en un envoltorio y lo introducimos en las autoclaves —la Central dispone de cinco— para proceder a su esterilización, mediante vapor a 134 grados, durante 50 minutos”, indica la enfermera supervisora, quien refiere que los productos termosensibles, previamente lavados a mano, tampoco se pueden introducir en esas máquinas, y han de ser esterilizados “en el área de baja temperatura”, donde se lleva a cabo “una esterilización química, por peróxido de hidrógeno”, o lo que es lo mismo, agua oxigenada.

Esterilizador por vapor, en la Central Integral de Esterilización del Chuac. Víctor Echave.

“Disponemos también de un esterilizador por óxido de etileno —continúa Lidia Monroy—, un producto que tiene mala prensa por ser un agente teratógeno, pero nuestra máquina está totalmente validada para ser utilizada sin ningún tipo de riesgo. Se emplea para esterilizar productos que tampoco pueden ir a las autoclaves de vapor, porque se fundirían, y lo que determina que recurramos a este sistema, o al peróxido de hidrógeno, son las indicaciones del fabricante”, asegura, y continúa: “Con óxido de etileno esterilizamos, sobre todo, material canulado muy largo, como endoscopios o colonoscopios. El proceso, en este caso, es largo, puesto que tiene una duración de trece horas”.

La supervisora de la Central Integral de Esterilización del Chuac explica que, una vez esterilizado, el instrumental regresa al bloque quirúrgico o a la unidad en la que se va a utilizar, a través de un segundo ascensor con acceso directo, también, a ese área.

En los últimos meses, la Central de Esterilización del complejo hospitalario coruñés ha hecho frente a una importante novedad, al tener que preparar sus instalaciones para “reprocesar” el robot quirúrgico Da Vinci, operativo en el Chuac desde mediados del pasado julio. “Su entrada en funcionamiento nos obligó a dotar la unidad para poder reprocesarlo, porque Da Vinci tiene cuatro brazos, y aunque estábamos bastante bien preparados, hubo que comprar un rack (estructura) especial para poner todos sus instrumentos en la lavadora. Además, los compañeros de Electromedicina nos diseñaron un ciclo específico para ese material, porque viene con unas fichas técnicas muy determinadas”, recalca.

Refuerzo tras la pandemia

El equipo de la Central Integral de Esterilización del Chuac está formado por una veintena de profesionales “en plantilla”, pero en momentos puntuales se incorporan refuerzos, “en función las necesidades asistenciales”. “Ahora mismo, por ejemplo, somos 24. El aumento de la actividad quirúrgica, tras el parón obligado por la pandemia de COVID y los meses de verano, ha hecho que, en la actualidad, estemos súper reforzados”, señala la supervisora, quien reconoce que, en la etapa dura de la emergencia sanitaria [especialmente, durante el confinamiento de la primera ola y en la tercera, la que más impactó en el área sanitaria coruñesa], esa unidad, prácticamente, se paralizó. “Hoy estamos a pleno rendimiento, al haberse retomado las cirugías a un gran ritmo para reducir las listas de espera, pero en lo peor de la pandemia, nuestra actividad paró, y los compañeros fuimos reubicados en otras áreas donde hacía falta personal, como las unidades de críticos”, apunta.