¿La vacuna contra el COVID está perdiendo adherencia? Según el Servicio Galego de Saúde (Sergas), 268.253 gallegos mayores de 70 años, esto es, el 50,5% de este grupo diana, han recibido ya la dosis de refuerzo –el 50,7% en el conjunto estatal–, según datos del Ministerio de Sanidad.

Una cierta relajación ante una situación que se percibe menos grave, la creencia de que las dos dosis suponen suficiente protección y la fatiga pandémica después de casi dos años de crisis sanitaria podrían explicar este cierto absentismo vacunal. Sin embargo, los expertos advierten de que la pandemia no ha acabado e insisten en que la vacunación es, de momento, la única herramienta para acabar con ella.

“La gente lo ha hecho muy bien y tenemos coberturas altas en los grupos diana, lo que ha permitido que haya un control razonable de transmisión a todos los niveles. Sin embargo, también hace que haya una relajación de la población en cuanto a la percepción de la enfermedad”, explica Federico Martinón Torres, miembro del comité asesor de vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Europa y coordinador del centro colaborador de la OMS en Seguridad Vacunal de Santiago.

Añade, sin embargo, que hay que tener en cuenta también la situación epidemiológica en el resto del mundo y, especialmente, en los países de nuestro entorno más cercano. “Lo que suceda en Europa nos va a afectar a nosotros, con lo que lo ideal es que vayamos un paso por delante para mantener un grado alto de protección y esto incluye añadir una dosis de refuerzo en los grupos de mayor riesgo y también en los convivientes”, dice.

Aunque las vacunas de ARNm, que son las que se administran en España, han demostrado ser muy eficaces para evitar la enfermedad grave y que reducen la infección entre un 40-50%, hay estudios que sugieren una erosión en la protección frente a la enfermedad leve y algunos incluso frente a las formas más graves a partir de los seis meses de la administración de la segunda dosis. “Por tanto, antes de que pueda bajar más, lo lógico es empezar a vacunar a los grupos de riesgo. La razón objetiva de la tercera dosis es anticiparse a la necesidad”, afirma.

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Reabre Expocoruña para la vacuna de refuerzo contra el COVID-19 Carlos Pardellas

Para la catedrática de Inmunología en la Universidad de Vigo (UVigo) África González pensar que las dos vacunas son suficientes para tener la cobertura frente al virus, un cierto cansancio sobre la pandemia y que no se les haya transmitido de forma adecuada las ventajas relativas a la tercera vacuna pueden explicar esta menor adherencia. “El sistema inmunitario se deteriora en las personas mayores (inmunosenescencia) y responde peor ante patógenos nuevos o a vacunas. Además, se ha visto que con el tiempo, esta respuesta inmunitaria disminuye, y por tanto hay que dar una dosis que permita completar la pauta vacunal y volver a tener niveles altos de anticuerpos protectores, potenciar la memoria linfocitaria (T y B), para que puedan responder bien ante la llegada del patógeno y que no le produzca enfermedad”, explica esta experta, para quien la tercera dosis no solo para evitar casos de enfermedad grave, sino también para la prevención de contagios.

El catedrático emético de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) Juan Gestal asevera que esta tercera dosis es necesaria para reforzar la inmunidad. “Con dos dosis no estamos adecuadamente protegidos”, asegura.

Para el epidemiólogo, es fundamental acabar con la desinformación. “Ahora se ha visto que hay una disminución de los anticuerpos seis meses después de la segunda dosis y estamos viendo a personas vacunadas hospitalizadas”, advierte.

El sociólogo de la UVigo José Durán afirma que son varios los factores que explican que la vacunación haya perdido cierto grado de adherencia, entre estos, la pérdida del miedo al virus. “El hecho de no ver casos graves en tu entorno hace que disminuya la percepción de gravedad de la situación”, afirma.

Para el psicólogo Daniel Novoa, cierta pérdida de adhesión era previsible. “Que eso no fuese así sería especialmente preocupante. Las consecuencias psicológicas del miedo provocado por la pandemia, además de las consecuencias de la crisis económica y la privación de libertades, han sido devastadoras para una parte significativa de la población. Ahora necesitamos recuperar la normalidad, y si ya no nos preocupa tanto el COVID, es muy lógico que no veamos sentido a vacunados otra vez”, expone.