El Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano ha recibido hasta el pasado 14 de noviembre 50.824 notificaciones de acontecimientos adversos tras la administración de casi 72 millones de dosis de vacunas, lo que equivale a 71 por cada 100.000, y solo una de cada cinco fueron graves. Así consta en el 10º Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas COVID-19, publicado ayer por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

Un acontecimiento adverso es cualquier problema de salud que ocurre después de la vacunación, sin que pueda considerarse que son provocados por ella. La mayoría de las notificaciones corresponden a mujeres (74 %) y a personas de entre 18 y 65 años (87 %). De ellas, un total de 10.091 fueron consideradas graves, entendiéndose como tal cualquier acontecimiento adverso que requiera o prolongue la hospitalización, provoque discapacidad significativa o persistente o a una malformación congénita, ponga en peligro la vida o resulte mortal, así como cualquier otra condición que se considere clínicamente significativa.

De las graves, 346 presentaron un desenlace mortal, si bien la Aemps aclara que en la gran mayoría de los casos notificados en los que consta información sobre los antecedentes médicos y la medicación concomitante, el fallecimiento se puede explicar por la situación clínica previa del paciente y/u otros tratamientos que estuviera tomando; las causas de fallecimiento son diversas, sin que hayan presentado un patrón homogéneo.

La Aemps actualiza la relación de efectos adversos, de forma que descarta, de acuerdo con la evidencia disponible, el vínculo de ninguna de las vacunas contra el COVID con el síndrome inflamatorio multisistémico y, como ya hiciera con las otras tres, rechaza también los trastornos menstruales en la de Janssen.

Sí que se ha identificado como posible reacción adversa de la vacuna Vaxzevria (AstraZeneca) la trombosis de senos venosos cerebrales sin trombocitopenia, de los que en España se han dado 20 casos tras la inyección.