Amnistía Internacional ha denunciado este lunes que los servicios esenciales de atención para las mujeres y niñas afganas supervivientes de la violencia machista se encuentran "diezmados" desde que los talibán llegaron al poder y ha acusado además al movimiento radical islamista de excarcelar a presos condenados por violencia de género.

A través de más de una veintena de entrevistas con supervivientes y profesionales de la atención a las afectadas por la violencia, la secretaria general de la organización, Agnès Callamard, concluye que "las mujeres y las niñas han sido abandonadas", sus redes de apoyo "desmanteladas" y sus lugares de protección "prácticamente han desaparecido".

La ONG denuncia que la situación actual no se corresponde a las promesas que el portavoz talibán para la comunidad internacional, Suhail Shahin, les hizo vía telefónica a finales del mes pasado. "Las mujeres que sufren violencia de género en el ámbito familiar", les aseguró, "pueden ser remitidas a los tribunales, y los tribunales verán sus casos y atenderán sus quejas".

Estos comentarios contrastan con los testimonios recabados durante las entrevistas, realizadas a residentes y profesionales de las provincias de Badghis, Bamiyán, Daikundi, Herat, Kabul, Kunduz, Nangarhar, Paktika, Sar e Pul y Tajar, cuyas historias comparten un nexo común: la desprotección a la que se exponen las mujeres abusadas desde que los talibán cerraron los albergues y las obligaron a regresar a sus casas, el escenario donde fueron atacadas.

"Los casos eran muy extremos. Tuvimos el caso de una mujer a la que su esposo le había arrancado las uñas, y el de otra desollada con una palanca por su esposo. Una de ellas que había sufrido constantes abusos en su familia. Ni siquiera podía ya usar el baño", denuncia una profesional de Nangarhar.

Una mujer identificada como Zeenat denunció que recibía palizas habituales de su esposo y su hermano hasta que se refugió en un albergue. Cuando llegaron los talibán, huyó junto a varias mujeres más. Ahora están escondidas. "Mi hermano y mi esposo son mis enemigos. Si nos ven a mí y a mis hijos nos matarán, y estoy segura de que me están buscando porque saben que el albergue ha cerrado", ha lamentado.

Un sistema en ruinas

Amnistía recuerda que, antes de la toma del poder por los talibán a mediados de agosto, muchas mujeres y niñas supervivientes podían acceder a una red nacional de albergues y servicios gratuitos, entre ellos representación jurídica, tratamiento médico y apoyo psicosocial.

"El sistema distaba de ser perfecto", reconoce Amnistía, "pero atendía a miles de mujeres al año en Afganistán, donde nueve de cada diez mujeres sufren al menos una forma de violencia de género en la pareja a lo largo de su vida", según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA).

Ahora, los albergues están cerrados y muchos encarcelados por delitos de abusos campan a sus anchas en libertad después de que los talibán abrieran las celdas de las cárceles del país, en particular durante su avance final hacia Kabul.

Amnistía asegura que portavoces talibán han declarado que este relato no es cierto y que la culpa de la apertura de las prisiones fue obra del Gobierno afgano que derrocaron, pero la organización dice contar con "declaraciones de testigos y otras personas con conocimiento de primera mano" que señalan como responsables a miembros del movimiento talibán.

Un profesional del derecho especializado en violencia de género estima en unos 3.000 los condenados por violencia de género en 2020 que "fueron excarcelados en el plazo de un mes".

"Cuesta creer", añade Callamard, "que los talibán hayan abierto las prisiones en todo el país sin pensar en el riesgo que suponen los perpetradores condenados para las mujeres y la niñas a las que victimizaron y para quienes trabajaron defendiendo a las supervivientes".

Por todo ello, Amnistía pide a la comunidad internacional que proporcione financiación inmediata y a largo plazo para esos servicios de protección y que evacue a las sobrevivientes y las personas proveedoras de servicios que corren peligro inminente, e insta a los talibán a respetar sus obligaciones hacia las mujeres y las niñas, especialmente las sobrevivientes de violencia de género o las que corren peligro de sufrirla.

"Para proteger a las mujeres y las niñas frente a la violencia, los talibán deben permitir y apoyar la reapertura de los albergues y el restablecimiento de otros servicios de protección para sobrevivientes, restaurar el Ministerio de Asuntos de la Mujer y garantizar que las personas proveedoras de servicios pueden trabajar libremente y sin temor a represalias", añade Callamard.