Asesor educativo, formador de familias, profesores y fuerzas de seguridad, especialista en bullying y miembro del grupo TEI (Tutoría Entre Iguales), Javier Pérez colabora en numerosos programas en Galicia con el acoso escolar.

Dos de cada tres adolescentes con problemas de peso sufre acoso escolar, según un estudio de Sanidad en Alicante, que desarrolla un plan para detectar casos de bullying en jóvenes con obesidad e intervenir con la familia y el colegio. ¿Se podría extrapolar?

Personalmente, no estoy de acuerdo con las conclusiones. No es cuestión de la persona, no es responsabilidad de la víctima, de cómo sea ella. Ese no es el problema: la culpa es del agresor, que es quien la elige y del entorno que lo permite. Me parece una conclusión victimizadora. Da igual que sea bajito, pelirrojo o gordo. Otra cosa es que la obesidad sea saludable y que la pandemia haya agravado la situación...

Algún estudio pediátrico también vincula ambos ítems. ¿Usted no conoce casos?

Sí, claro. E incluso un chico al que en el cole le llamaban bola de sebo, ballena... Y luego de perder 15 kilos, le llamaban maricón. También conozco otro caso de una chica bajita y muy menuda a la que, sorprendentemente, llamaban gorda y que se lo acabó creyendo. Tanto, que sufrió anorexia.

Debemos cambiar el foco, entonces.

Es que no es un problema que tenga que ver con la víctima.

¿Ha cambiado el perfil del acosador?

Debemos escrutar el origen de estas conductas dañinas que llevan a un niño, en ocasiones de muy corta edad, a hacerle la vida imposible a otro y a ignorar su sufrimiento. La respuesta quizás está en un cóctel de factores: malos ejemplos, permisividad, exposición a la violencia y ausencia de valores. Estamos viendo, cada vez más un perfil de bullyvictim, víctima agresora, que es más común que el de víctima pura o acosador puro. Las redes sociales están normalizando la violencia.