Odion observa con la mirada triste sobre su mascarilla quirúrgica la tensión que se vive en la puerta de la nave desde la otra acera, mientras sujeta fuerte con las dos manos el tirador de una vieja maleta de ruedas en la que ha guardado sus pocas pertenencias antes de salir, hace pocos minutos. Explica en inglés, todavía no habla castellano, que tiene 29 años, está enfermo del riñón y tiene miedo de acabar durmiendo en la calle. Junto a él, varias de las personas de origen subsahariano que hasta este jueves vivían en esta nave ocupada en la calle del Progrés, en Badalona, que aceptaron salir por su propio pie antes de las 12 de la mañana al ser informados de que no había margen para la negociación y que la policía se disponía a entrar para ejecutar la orden judicial de desalojo

A los pocos minutos, y después de ser apartado del lugar por la policía, como el resto de los allí concentrados, decenas de policías entraban en la vieja fábrica abriéndose paso en medio de cargas contra las personas que resistían en la puerta. 

Finalmente, el desalojo, dos veces aplazado por la presión vecinal en julio y diciembre, se produjo. En plena ola de frío y en lo más alto del pico de contagios. En la nave, ubicada en el barrio del Gorg y rodeada de altos edificios de pisos nuevos con balcones de cristal, vivían un centenar de personas, la gran mayoría de origen subsahariano, sin permiso de trabajo ni de residencia. 

Sin acuerdo

A las 10 de la mañana, hora indicada para el desalojo en la orden judicial, alrededor de 20 furgonetas de la policía catalana aguardaban en la esquina esperando órdenes. Pese a que tanto los representantes del consistorio allí presentes como los activistas vecinales que arropan al centenar de habitantes de la nave insistían a los mediadores de los Mossos que sabían que no podían seguir allí por mucho más tiempo e insistían en que si no desalojaban por la fuerza este jueves se comprometían a irse en un plazo de tres meses, cuando el frío haya pasado, ni la propiedad -la Sareb- ni el juez cedieron y el desalojo se ejecutó.   

El concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Badalona, quien estuvo toda la mañana en el lugar intentando negociar, insistía en la idea de que este no es un problema de Badalona. "Se trata de una cuestión supramunicipal a la que no podemos hacer frente solo nosotros. Nuestros servicios sociales ya están muy tensionados. No es solo este desalojo. Hay muchísimos de otras familias a las que también tenemos que atender. Es urgente que el resto de administraciones se ponga con esto", subrayaba el edil, quien aseguraba que intentaría que nadie se quedara en la calle. Lo que el ayuntamiento podía ofrecer era pensiones. Buena muestra de que el drama social sobrepasaba los márgenes de esa nave eran algunas de las conversaciones que se daban en los numerosos corrillos frente al edifico en la larga espera. Vecinos que planteaban sus propios procesos de desahucio a los activistas de Badalona Acull allí presentes. Vecinos, algunos de los cuales tuvieron que ausentarse un rato a media mañana del enclave para desplazarse a Sant Roc a parar otro desahucio. 

Muertes diarias

Una de las consignas más coreadas durante las horas de espera en la gélida mañana frente a la nave era "la ley de extranjería mata cada día". Estaba muy presente en la mente de todos la tragedia de hace poco más de un año a pocos metros de allí, cuando un incendio en otra nave ocupada causó cuatro muertos. De hecho, muchas de las personas que hasta este jueves vivían en Progrés venían de la nave quemada. Otras buscaron cobijo en otra nave también ocupada a pocos metros de allí. 

A la una y cuarto de la tarde irrumpía en el lugar, todavía lleno de policía, el exalcalde Xavier García Albiol, presencia que encendió los ánimos ya muy tocadas de algunas de las personas que acababan de ser desalojadas de su precaria vivienda y de las muchas personas que les apoyaban. El popular, que fue recibido a gritos de "¡Racista! ¡Vete a Panamá!", aseguró orgulloso a la prensa que se trataba de una "jornada feliz para los vecinos de Badalona que llevaban mucho tiempo soportando los problemas causados por las okupaciones". El exalcalde, que hizo las declaraciones tras el cordón policial al ser increpado por algunos de los concentrados, sacó pecho de que se trataba de la culminación -el desalojo- de un proceso iniciado durante su gobierno y pidió al nuevo gobierno local que evitará que las personas desalojadas ocuparan otros espacios.