Los ricos lo son más, y los pobres, también. La desigualdad es mayor y la unión ciudadana se resiente. La exclusión se ceba con los jóvenes, las madres que crían a sus hijos en solitario y los inmigrantes. El paro golpea, como nunca antes, a la población de 18 a 34 años, y la precariedad atiza con mayor fuerza, si cabe, a los colectivos más vulnerables. Tener trabajo ya no es garantía para esquivar la pobreza y acceder a una vivienda digna, con unas condiciones y mantenimiento adecuados, es más difícil que nunca. El último informe de la Fundación Foessa, presentado recientemente por Cáritas, no deja lugar a dudas: la sombra del COVID es alargada y trasciende al ámbito sanitario. Las heridas sociales de dos años de pandemia son profundas, y duelen tanto o más que las causadas por la Gran Recesión de 2008, prolongada en el sur de Europa por la crisis de deuda de principios de la década de 2010. Llueve sobre mojado, y es que dos trances consecutivos de tremenda envergadura son demasiados para toda una generación.

El “shock sin precedentes” del que alerta Cáritas en su documento va mucho más allá de lo económico. La emergencia sanitaria ha noqueado a la sociedad, las relaciones personales se han deteriorado, hay más soledad y se constata que los cuidados siguen recayendo en las mujeres. La crisis derivada del COVID ha agrandado, de hecho, la brecha de género, que nunca se llegó a sellar. La fotografía que recoge la organización en su informe, elaborado tras una encuesta a más de 7.000 ciudadanos de toda España, pinta un panorama muy preocupante, que la Interparroquial de A Coruña constata a través de su directora, la exconselleira de Sanidade Pilar Farjas Abadía, quien reconoce que los “elementos diferenciadores” del momento actual, con respecto a otros periodos de recesión económica, exigen modificar “todas las estrategias de trabajo contra la exclusión social”.

“Nuestra experiencia es la de las personas que acuden a los 36 grupos de Cáritas parroquial de A Coruña y Arteixo. Vivimos la realidad que hay detrás de estas grandes conclusiones”, resalta Farjas, quien partiendo de esa base, llama la atención sobre cinco cuestiones recogidas en el informe Foessa que considera especialmente “relevantes y alarmantes”. “La desigualdad social se ha incrementado de forma abrumadora. En los dos últimos años, la diferencia entre los ciudadanos y los hogares con más ingresos, y los que tienen menos, ha aumentado un 25% en el conjunto de España, más que en la anterior crisis económica de 2008. La brecha social es mayor, y también se ha agravado la de género. La exclusión social en las unidades familiares donde la mujer es la sustentadora se ha disparado un 200%, más del doble. Esto nos indica hacia dónde han de ir los esfuerzos”, advierte la directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, quien hace especial hincapié, también, sobre el impacto que la crisis derivada de la emergencia sanitaria ha tenido en los jóvenes.

“Con la pandemia se ha constatado que tener trabajo no es un elemento de seguridad frente a la exclusión social”

Pilar Farjas Abadía - Directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña

“Los índices de desempleo entre los jóvenes en España son abrumadores, pero es que ya no es solamente el paro. La importancia del informe Foessa es que no se limita a valorar el elemento laboral o económico, sino que analiza también el contexto social y familiar. En la anterior crisis económica, comprobamos cómo las familias fueron uno de los grandes amortiguadores de la exclusión social, sin embargo ahora, con todas las medidas de aislamiento y los confinamientos decretados a causa del COVID, han perdido esa capacidad. Este elemento diferenciador con respecto a otros periodos de recesión ha incidido, sobre todo, en los jóvenes de entre 16 y 34 años, lo cual exige un esfuerzo mayor para cambiar todas las estrategias de trabajo contra la exclusión”, reitera.

Otro colectivo especialmente golpeado por la resaca de las sucesivas olas de la pandemia de SARS-CoV-2, advierte Cáritas en su último informe Foessa, son los inmigrantes. Farjas refiere, en este punto, que el documento elaborado por la organización es “interesantísimo”, porque “analiza también la repercusión de las medidas” puestas en marcha para tratar de contener el impacto de la emergencia sanitaria en la economía y el mercado laboral. “Cierto es que, en el conjunto nacional, ciertas medidas, como la de los ERTE, han sido muy eficaces para contener el impacto en el desempleo inmediato, pero estas actuaciones no han tenido en cuenta a la población excluida de la actividad laboral y, por tanto, no han amortiguado el golpe sobre sectores en los que hay mucho trabajo precario, con contratos muy temporales, incluso por horas, como la hostelería, la limpieza o el cuidado. Y la población inmigrante está directamente reflejada en estas actividades. Con la irrupción del COVID, en 2020, ya constatamos que tener trabajo no es un elemento de seguridad frente a la exclusión social”, avisa la directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, quien además pone el foco en otro componente a tener en cuenta, junto con la “fragilidad laboral”, y que “también que subyace” en el último análisis de la Fundación Foessa: la vivienda. “La vivienda es el factor más importante de la exclusión social, en España por supuesto, y también en Galicia. Esto es algo que las entidades del Tercer Sector venimos denunciando desde hace mucho tiempo. Y si la situación ya es grave, con el inminente fin de las moratorias al pago de los alquileres, este mes de febrero, se viene un problema todavía mayor”, advierte.

“En la anterior crisis económica, las familias fueron uno de los grandes amortiguadores de la exclusión social; con las sucesivas medidas de aislamiento han perdido esa capacidad”

Pilar Farjas Abadía - Directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña

Sobre la actividad concreta de Cáritas Interparroquial de A Coruña durante 2021, y a la espera del cierre definitivo de las cifras de ese año, Farjas avanza que se ha verificado “un descenso de la presión sobre las ayudas de emergencia vinculadas a necesidades básicas como los alimentos y los productos de higiene”, cuya demanda se “disparó” en 2020, “sobre todo durante el confinamiento de la primera ola de la pandemia” de SARS-CoV-2. “Esta cuestión se ha ido amortiguando, no obstante, un dato contundente es que el 60% del importe de las ayudas de emergencia concedidas el año pasado se destinó al pago de alquileres. La inversión en este tipo de gastos se ha multiplicado por cinco”, desvela la directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, quien considera que las moratorias “tienen un efecto mitigador a muy corto plazo”, pero “alargan el problema” con el paso del tiempo. “Con un número de peticiones similares a las registradas en el ejercicio anterior, el desembolso en este tipo de ayudas ha sido mucho mayor, ya que las familias han pasado de tener que abonar uno o dos meses, a tener que afrontar la deuda de cinco, seis, siete y hasta ocho mensualidades”, señala. Con respecto al pago de suministros, cree que “las estrategias públicas han estado mejor dirigidas”. “Medidas como la imposibilidad de desconectar la luz a los usuarios que no han podido pagar sus recibos, la renegociación de las deudas o los bonos sociales han tenido un efecto más importante en la reducción de las ayudas de emergencia destinadas a este fin”, especifica.

La directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña recuerda que desde esa organización llevan “años insistiendo” en que “es necesario afrontar el problema de la vivienda desde todas las perspectivas”, y en esa línea va el convenio que tienen con la Fundación Barrié. “Nuestra entidad tiene varias viviendas de inserción social en A Coruña, y estamos trabajando para poder aumentar ese servicio, dirigido a familias con hijos a las que no solo les cedemos una casa, sino que cubrimos todas sus necesidades y trabajamos con ellos para ayudarles a encontrar un empleo. También destinamos una partida importante de recursos económicos a ayudar a pagar facturas de suministros básicos, como ya he comentado, y desarrollamos un programa de rehabilitación de viviendas, que iniciamos hace cuatro al detectar que un porcentaje importante de población reside en inmuebles en propiedad pero en muy malas condiciones, y carecen de recursos para adecuarlos para poder vivir en una condiciones dignas. Rehabilitamos entre cuatro y seis viviendas al año, con una inversión de hasta 6.000 euros por cada una de ellas, y realizamos un seguimiento posterior con las familias para garantizar el mantenimiento y el uso adecuado de las instalaciones”, expone Farjas, quien insiste en que el problema de la vivienda “requiere múltiples estrategias”, y lamenta que “las condiciones draconianas que se exigen” para poder alquilar dificulten “enormemente” que “unidades familiares monoparentales con un sueldo muy bajo, familias inmigrantes y jóvenes” puedan tener un techo digno. “Estos perfiles de familias son los que, mayoritariamente, estamos atendiendo”, refiere la directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, y detalla: “La mayoría de las familias que residen en nuestras viviendas de acogida, sino todas, son inmigrantes jóvenes. Entre ellas hay también algunas monoparentales, integradas por una mujer con uno o dos niños de corta edad o bebés, un perfil que ha ido aumentando en los últimos tiempos”.

“Las condiciones draconianas que se están exigiendo para alquilar dificultan enormemente el acceso a una vivienda a jóvenes, familias monoparentales e inmigrantes”

Pilar Farjas Abadía - Directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña

Para este tipo de unidad familiar, entre otros, Cáritas Interparroquial de A Coruña desarrolla también, desde hace varios años, un programa Materno-Infantil, que en 2021 llegó a un total de 71 mujeres jóvenes, con 81 menores a su cargo. “Les ofrecemos apoyo con todos los gastos y necesidades vinculadas al embarazo, la maternidad y la lactancia durante los dos o tres primeros años de vida del bebé. Es un programa altamente satisfactorio, en el que trabajamos también el paso siguiente, la inserción sociolaboral de esas mujeres, sin perder de vista, por tanto, nuestro objetivo final: que recuperen su autonomía”, subraya Pilar Farjas, quien recuerda que la brecha de género “está vinculada con las dificultades para lograr un nivel educativo y de empleabilidad adecuado”. “La brecha de género solo se resolverá facilitando la mejora formativa y la inserción laboral de las mujeres. Es, de hecho, el primer foco de interés de nuestra estrategia, por eso en el Centro de Formación Violetas desarrollamos cada vez más programas y cursos orientados a este fin”, destaca.

La directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña llama la atención, asimismo, sobre la necesidad de “prestar una mayor atención” al “refuerzo académico” de los escolares que están en riesgo de exclusión social, una situación que se arrastra desde la crisis de 2008 y que “se ha agudizado en los dos últimos años con la pandemia” de SARS-CoV-2. Farjas pone también el foco en otra brecha, “la digital”, y se pregunta cómo es posible que el Ingreso Mínimo Vital (IMV) se tramite de forma virtual “cuando la población a la que va dirigido no tiene acceso a internet”.

'Acompáñote': una red de apoyo para mayores en soledad y sin capacidad para acceder a los recursos

“En los últimos informes Foessa se ha demostrado claramente el efecto paraguas que ha tenido la política de pensiones en España, de manera que las personas mayores de 65 años no suelen estar en los entornos de exclusión social. No obstante, hay un enorme problema de aislamiento entre ese colectivo, los mayores que viven solos no tienen capacidad para acceder a recursos y van perdiendo habilidades de contacto, con lo cual van quedando socialmente excluidos de facto”, advierte la directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña, Pilar Farjas Abadía, quien reivindica el programa Acompáñote, que desarrolla esa organización para crear, precisamente, una red social de apoyo a ese colectivo.

“Es el mejor ejemplo que conozco, hasta este momento, de cómo afrontar el mantenimiento del contacto y la red social de los mayores que viven solos”, resalta. La directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña insiste en lo “fundamental” de trabajar en programas de ese tipo, destinados a “cubrir el espacio entre la persona mayor que está sola en su casa y va perdiendo habilidades y capacidades, y el conjunto de la sociedad”. “Acompáñote ha venido claramente a identificar las posibilidades de acción y está funcionando excepcionalmente bien con los servicios sociales municipales, del Servizo Galego de Saúde (Sergas) y de otras entidades del Tercer Sector. Estamos teniendo una gran colaboración de establecimientos de todo tipo (farmacias, pequeñas tiendas de proximidad, bares, peluquerías...), lo que nosotros llamamos antenas, y se está demostrando claramente eficaz en la resolución de problemas de las personas mayores que viven solas, también por la versatilidad de Cáritas, pues contactamos con los usuarios del programa, pero también les hacemos gestiones y los representamos en todos los trámites administrativos. Los acompañamos a las consultas del médico, a los tratamientos, a realizar cualquier recado... Cuando nos avisan desde los servicios sociales, les llevamos alimentos desde los economatos, ropa, muebles... Cubrimos, en definitiva, todas las situaciones de emergencia que les van surgiendo”, resalta la exconselleira de Sanidade.

Solo en 2021, el programa Acompáñote de Cáritas Interparroquial de A Coruña contó con la complicidad de 526 antenas, refiere Pilar Farjas, quien subraya que el respaldo de esos establecimientos colaboradores contribuye a que el entorno social “no olvide a esos mayores”. “El objetivo es que no se pierda de perspectiva ese papel tan importante que tiene la vecindad. Lo que necesitan muchas veces las personas mayores es tener un sitio a donde llamar para informarse”, expone, y especifica: “El año pasado hubo 131 nuevos participantes en Acompáñote, 80 de ellos derivados desde los servicios sociales, y el resto identificados por la propia Cáritas. Superamos las 4.000 llamadas de seguimiento, llevamos a cabo más de medio millar de gestiones administrativas en representación de los usuarios del programa, realizamos 47 préstamos de equipamiento...”, enumera.

La directora de Cáritas Interparroquial de A Coruña reconoce que Acompáñote es un programa del que los miembros de esa organización están “especialmente orgullosos”, por todo lo que implica y por su “dimensión social”. “Decidimos poner en marcha esta iniciativa tras darnos cuenta de que, en el sector de la atención a las personas mayores, el foco se había puesto casi exclusivamente en la dependencia y no se estaba abordando el problema de los mayores autónomos que viven solos en sus casas y que, con el paso del tiempo, van perdiendo capacidad y quedándose aislados”, indica Farjas, quien asegura que Acompáñote ha servido para identificar en la ciudad de A Coruña situaciones de aislamiento “muy graves”. “Incluso ha habido dos o tres casos en los que se ha podido evitar que personas mayores falleciesen solas, tiradas en los pasillos de sus domicilios, gracias al seguimiento que se les hace a través de este programa”, recalca.