La Opinión de A Coruña

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María Teresa Pérez Directora general del Instituto de la Juventud (Injuve)

“La salud mental de la juventud es el problema de esta época”

“Esta generación se ha visto bombardeada con mensajes de individualismo”

María Teresa Pérez, directora general del Injuve. C. W. Lauritsen

María Teresa Pérez asegura que la población de entre 18 y 30 años no conoce otra realidad que una vida en crisis, tras el hundimiento económico del 2007 o la pandemia. Por ello, esta generación debe recibir un mayor apoyo.

En estos últimos quince años los jóvenes han vivido varias situaciones estresantes. ¿Cómo cree que influirán estos episodios en su forma de ver la vida?

Es cierto que los jóvenes no conocen otra vida que no sea una vida en crisis y que necesitan, por tanto, un apoyo decidido de las administraciones públicas para no salir perjudicados, como ocurre siempre con ellos y con las mujeres. Creo que es una generación resiliente, pero que necesita mucho más apoyo del que está recibiendo para no verse apartada, marginada o excluida de unas condiciones de vida dignas.

¿Dónde deberían centrarse esos apoyos?

Nuestros esfuerzos están en mejorar el empleo, la vivienda, la educación y, desde el Instituto de la Juventud, de la participación, que es un derecho que no se ha visto garantizado. Subimos el salario mínimo y aprobado una reforma laboral que va a beneficiar a la juventud, porque regula la temporalidad, que era un factor determinante de la precariedad de los jóvenes en los trabajos e impide el abuso de los contratos formativos. También hemos aprobado la Ley de Vivienda, que, por fin, va a regular los precios de alquiler y a ampliar el parque público de vivienda social. Por tanto, es una buenísima noticia que dicho proyecto haya pasado la fase de las enmiendas a la totalidad. Estamos ahora mismo terminando la Estrategia de Juventud 2030.

¿Qué plantea el documento?

Se pregunta qué sociedad queremos para nuestros jóvenes de aquí a diez años. Ellos mismos han formado parte del proceso de elaboración desde el diseño de la estrategia y, no solo se les pregunta a posteriori qué efectos ha tenido, sino que son copartícipes de las políticas públicas. Y ahí incluimos lo que son avances importantes, como instar al resto de ministerios a garantizar, por ejemplo, formación en salud mental o en derechos laborales, para que sepan cuándo se abusa de ellos en una empresa, cómo denunciar y qué garantías de anonimato tienen, como la Oficina del Fraude de la Inspección de Trabajo. Y se incorpora también educación en roles en igualdad de género y formación en relaciones afectivo-sexuales. Esto último es importantísimo porque tenemos datos que nos preocupan.

¿A qué se refiere?

Desde 2013, cuando en una de tantas reformas educativas, se eliminaron asignaturas que enseñaban estas materias, hasta 2019, se pasó de 3.000 y pocos casos de infecciones de transmisión sexual a más de 12.000. Por tanto, a mayor educación, menos infecciones de transmisión sexual. Esto no es adoctrinamiento; es educar a personas en igualdad y en libertad.

¿Cuándo entrará en vigor la Estrategia 2030?

Ha pasado ya por la Comisión Interministerial y se aprobó por parte de todos los departamentos. Ahora entra en la Comisión de Secretarios de Estado para pasar después al Consejo de Ministros y aprobarse en breve. Es un plan estratégico que deberá ir acompañado de un plan de acción con medidas concretas con su memoria económica. Lo presentaremos en tres o cuatro semanas y solo son los objetivos estratégicos, pero son fundamentales para marcar la línea de acción de gobierno en cuestiones transversales, porque a la juventud le afectan problemáticas muy amplias.

¿Por ejemplo?

La emancipación tardía, por eso era necesaria la Ley de Vivienda. Pero son necesarias todavía más medidas ambiciosas, como puede ser la recuperación de casas vacías de la Sareb (el banco malo del que ahora hemos tenido que asumir su deuda). Esas viviendas podrían formar parte del parque público de casas sociales y con un porcentaje específico para jóvenes. Hay otras cuestiones, como los datos del paro, que han bajado muchísimo. Hace dos años nos encontramos con unas estadísticas del 40% de desempleo juvenil. Y en 2013, cuando se hizo la reforma laboral del PP, llegó al 56%, su máximo histórico. Ya la tenemos por debajo del 30%; hemos reducido en más de diez puntos porcentuales el paro juvenil. Pero aún hay que seguir dedicando esfuerzos a mejorar su desempleo.

¿Cuáles son las inquietudes de los de entre 18 y 30 años?

Las condiciones materiales que les permitan construir un proyecto vital autónomo. La diferencia que podemos ver con la generación anterior, no es tanto el empleo o la vivienda, sino las expectativas de que esto mejore. Hay que demostrarles que, con voluntad política y determinadas acciones públicas, ese horizonte sí existe. Las principales reivindicaciones son buenas condiciones de trabajo, vivienda digna y asequible, una educación pública de calidad y universal, y derecho a la participación. En la Estrategia 2030 abordamos el voto desde los 16 años. Con esa edad ya pueden tener responsabilidades, casarse, trabajar y elegir a sus delegados sindicales. ¿Por qué no van a elegir a sus representantes políticos?

¿El consumismo exagerado ha ganado la batalla a la conciencia de clase trabajadora?

Esta generación ya vive en una sociedad neoliberal, que ha tenido un efecto cultural muy importante en su pensamiento. Y se ha visto bombardeada con mensajes de individualismo y quizás algunos contextos no sepan la importancia de la organización colectiva para mejorar sus condiciones de vida. Pero la juventud es consciente de las desigualdades. Ese dato está en el Informe de Juventud 2020. Pero si tienes mensajes de azucarillo que te dicen: “Si lo sueñas, puedes conseguirlo” o mensajes meritocráticos que obvian las condiciones socioeconómicas, tenemos jóvenes menos conscientes en lo ideológico.

¿Piensa que los adultos mezclan el concepto de joven con inmaduro e irresponsable?

Hacia la juventud hay una criminalización y un estigma muy injusto. Siempre ha sido un factor de discriminación social y eso refleja que vivimos en una sociedad adultocéntrica. Somos sujetos activos y debemos tener una voz propia. La perspectiva juvenil enriquece a toda la sociedad y abre debates necesarios por su naturaleza inconformista y revolucionaria, que traen avances. No hay que caer en la infantilización, la condescendencia y el paternalismo.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la salud mental?

La salud mental de los jóvenes es el gran problema de nuestra época. Ha habido muchas personas que han tenido problemas de estrés que han derivado en ansiedad y depresión por sus condiciones económicas, ya que no ven salida y se frustran. En otros casos, lo tienen todo garantizado y, aún así, se sienten solos por el contexto individualista neoliberal en el que viven o por determinadas consecuencias del sistema. Y otros que no saben por qué, pero se encuentran mal. No hay una causa concreta de enfermedad de salud mental. Hay que reforzar la presencia de psicólogos y psiquiatras en la sanidad pública, así como mejorar sus condiciones de trabajo. Y valorar la incorporación de psicólogos en los centros educativos, pues, a veces, un joven no se atreve o no tiene confianza para ir a un médico. Cuando salimos de lo más duro de la pandemia, un 40% de la juventud aseguró verse afectada de una u otra manera. Y el suicidio es la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes. La OMS alerta de que en 2030 la depresión será el primer motivo de dependencia entre la juventud.

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