El 61,8% de los españoles está a favor de acabar con el cambio de hora estacional que consiste en adelantar o retrasar los relojes una hora cada seis meses (el último fin de semana de marzo y el último fin de semana de octubre) con el fin de ajustar la jornada laboral a las horas de luz natural y optimizar el ahorro energético. En caso de tener que elegir un horario, el 69,4% de los encuestados en uno de los últimos barómetro del CIS en el que se preguntaba por el cambio de hora, la mayoría (61,8%) afirmaba que prefería acabar con esta práctica mientras que el 19,8% era favorable a seguir como hasta ahora.

El cambio horario es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no aplique este cambio de hora. En la consulta lanzada en 2018 por la Comisión Europea en los países miembros, participaron 4,6 millones de personas, con más de un 80% a favor de poner fin a los cambios horarios. Esta normativa tiene como objetivo lograr un ahorro energético y aprovechar las horas de luz natural. Supone además un beneficio para sectores como el transporte y las comunicaciones, para la seguridad vial, las condiciones de trabajo, la salud, el turismo y el ocio, según argumentaba la Comisión Europea en 1999.

Por lo tanto, el horario de verano llegará la madrugada del próximo domingo 27 de marzo: a las 2:00 serán las 3:00 en la Península y a la 1:00 horas serán las 2:00 horas en las Islas Canarias.

¿Se ahorra con el cambio de hora?

Uno de los argumentos que avalan el cambio horario son los datos que aporta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), que estima que el ahorro energético potencial ronda el 5% solo en España. Este porcentaje representa cerca de 350 millones de euros. De esta cantidad, en torno a 100 millones corresponderían al consumo doméstico (unos 7 euros por hogar), y el resto, a la industria o a la iluminación de edificios de servicios.

Consecuencias en la salud del cambio de hora

El cambio de hora puede afectar sobre todo a las personas con patologías, a los bebés lactantes y a las personas mayores. Los efectos del cambio en los biorritmos resultan similares pero menos bruscos que el fenómeno 'jet-lag', que se produce tras un largo viaje. Al despertarse, cuando el reloj biológico marca la hora a la que está acostumbrado, es cuando se producen alteraciones, aunque en poco tiempo el organismo lo compensa y se adapta. Puede provocar somnolencia, irritabilidad, cansancio o dificultad para concentrarse.