La Opinión de A Coruña

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Juan Perro, un hombre libre y con ‘swing’

Santiago Auserón regresa a los escenarios bajo su ya clásico alias artístico para presentar su último trabajo, ‘Libertad’, un disco rockero y alegre, sin olvidar su querencia por la música afrocubana y el jazz

Juan Perro posa en el barrio de la Barceloneta. | // RICARD CUGAT

Libertad es algo que siempre ha buscado Santiago Auserón, reconvertido en Juan Perro. Finiquitó Radio Futura, uno de los grupos de mayor éxito de la década de 1980, para vagabundear en busca de nuevas sonoridades, al margen de modas, siguiendo su instinto. Salió del circuito de la fama y de las grandes discográficas para explorar por su cuenta sin ceñirse a las normas del mercado. Y no se arrepiente. A sus 67 años este músico autodidacta luce un espíritu rockero intacto, impregnado de todo lo aprendido tras bucear en diferentes mundos como el folclore afrocubano y el jazz.

“Quedan pocos supervivientes de los años 80, algunos se quedaron en los cuartos de baño de algún club. Pero si llegas a los 67 con algo de swing, la vida se puede prolongar”, declara. No sabe si vivirá tanto como Compay Segundo y Faustino Oramas, esos troncos de palma del son que alcanzaron casi un siglo. “No sé si podré optar a tanto, pero la ilusión está ahí”, afirma todavía tocado por la pérdida de su guitarrista y amigo Joan Vinyals.

Teatros y clubs

Auserón sigue fiel a sí mismo. Libertad (La huella sonora), el título de su nuevo disco, lo dice todo. Su aparición hoy coincide con el primer concierto en el Teatre Romea de Barcelona, organizado por Àfora Focus/Fundació Romea. Dos locales con carácter, el estiloso bar Milano Jazz Club de Barcelona (30 de marzo) y el Café Berlín de Madrid (1 de abril) acogerán sus próximas actuaciones.

“Es un disco sincero y alegre”, confiesa el cantante. Cantos de ultramar, su anterior trabajo, presentado en otoño en el Teatre Coliseum, tiraba hacia el jazz. “Este nuevo disco es más rockero”, explica. Es un trabajo diferente, menos pulido en algunos aspectos. “Cuando entré a grabar la voz, estaba resfriado. Me costó sangre, sudor y lágrimas acabar el disco. Después me di cuenta de que en las primeras tomas que grabamos en directo con el grupo mi voz estaba mucho mejor, más suelta”. La mitad de las composiciones proceden de esas primeras tomas.

Tenía claro el sonido que buscaba: “Trabajar con dos vientos desde hace años, saxo y trompeta, ha hecho cambiar mi manera de cantar. Utilizo una voz que va desde el gruñido rockero más perruno hasta el lirismo afinado, sin llegar al prototipo de crooner ni caer en lo ñoño”. Y agrega: “Me gusta que haya pegada en la zona de graves pero también sitio para las armonías. Buscaba un lirismo con pellizco negro”.

Compuso las canciones del disco tras el primer confinamiento. “Libertad es un término maravilloso pero me preocupa que los neoliberales quieran apropiárselo. Los think tank de Steve Bannon se han propuesto desposeer a la izquierda tradicional de sus conceptos. Conviene desmontar todo eso. Es un contrasentido que la libertad quede sometida a intereses espurios e innobles. Pierde todo su propósito cuando se usa con fines de mercado o de partido”.

Experiencias vitales

Auserón identifica la libertad con “un proceso de búsqueda que empieza en la adolescencia y ha de ser abierto”. Las diez canciones del disco hablan de libertad con un enfoque diferente en cada una. “No es un disco teórico ni retórico. Las canciones se basan en experiencias vitales. Y abarcan de todo, desde una mirada desde la madurez bien llevada hasta otra con la inocencia y la ingenuidad entusiasta del deseo adolescente, visto con una sonrisa irónica pero con ganas de defenderlo cueste lo que cueste”.

El disco abre con Quemando caña, pieza que alude a los campos de caña de azúcar que hicieron arder los mambises y negros en Cuba en su lucha por la libertad frente a los colonizadores españoles. “Tiene un tono humorístico, muy guarachero”. Nada que ver con Fuego, canción de tema medioambiental, acorde con los tiempos que vivimos. “Es como si viviéramos en una jungla que ha sido totalmente arrasada. Hay un ambiente apocalíptico pero el tono es reivindicativo”.

La grabación y la producción se hicieron bastante rápido, aunque no tanto como en tiempos de Radio Futura. “En aquella época, tal cual cobrábamos, entrábamos en el estudio con las canciones a medio hacer y grabábamos”, recuerda. Desde que se alejó del mainstream y trabaja de forma independiente, los tempos son más calmados. Esta vez, sin embargo, ha trabajado de manera diferente para adaptarse al productor inglés Joe Dworniak, que ha colaborado con Paul McCartney y con muchos artistas españoles como Radio Futura en La canción de Juan Perro, Kiko Veneno en Échate un cantecito y el disco de debut de Pau Donés. “Tuvimos que acelerar y eso para mí fue complicado porque en el acabado de las canciones tengo el vicio de ser como un ceramista. Soy muy perfeccionista”, indica.

Sentida ausencia

Esta vez, Joan Vinyals, su guitarrista y fiel escudero, fallecido hace pocos meses de covid, no podrá acompañarlo. “Todos los conciertos que haremos estarán dedicados a él. Su pérdida ha sido un palo tremendo. Aún no me he acostumbrado a su ausencia”. Con él se adentró en caminos fronterizos porque sabía de todo: blues, rock, jazz, ritmos afrolatinos... “No es que fuera ecléctico, es que tocaba todos los palos. Era auténtico. Único”.

Vicenç Solsona, veterano profesor del Taller de Músics que el propio Vinyals recomendó como su sustituto, estará en su lugar. “Es muy solvente. Empezó como rockero, fue profesor de jazz en el Taller de Músics y tiene un enorme conocimiento del mundo afrocubano”, resume. Completan su banda Isaac Coll (bajo), Pere Foved (batería), Gabriel Amargant (saxo y clarinete) y David Pastor (trompeta). “Tengo una banda maravillosa con grandes músicos de jazz a quienes no se les caen los anillos por tocar rock y soul”.

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